Ante la última ofensiva negociadora de la Unión Europea con México para acabar con los fraudes en la elaboración de alimentos cualificados, como es el caso del queso manchego, desde el consejo regulador piden a las administraciones “reciprocidad” en el tratamiento de este tipo de productos, tal y como “hacemos en España”.
“El mal uso del término manchego para identificar productos de calidad existe en algunos países desde hace mucho tiempo, en México especialmente, y nos hace mucho daño”, sostiene Santiago Altares, secretario de la Fundación del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Queso Manchego, con sede en Valdepeñas.
Altares invoca la importancia de la Denominación de Origen en este alimento lácteo porque garantiza a los consumidores el cumplimiento de unos estándares de calidad vinculados a un territorio para un producto exclusivo y “de gran reputación”.
Por ello, en la negociación del tratado de libre comercio con el país latinoamericano, la UE pretende acabar con la mala práctica que supone la elaboración de un queso manchego local, elaborado con una mezcla de leche de vaca y oveja, al igual que ocurre con otros tres centenares de alimentos de países que se comercializan en México, sin el correspondiente etiquetado como DO.
Altares pide “reciprocidad” a la hora de proteger al verdadero producto de origen, aunque en el caso de los quesos fraudulentos tipo manchego que se venden en el país azteca “tienen cobertura legal a través de una ley federal que ampara su venta”.
Se trata de un escenario “complejo” y “complicado” de gestionar porque la producción de “su” queso manchego es un referente en el mercado mexicano, del que se abastecen millones de consumidores. “Es fraudulento que se llame manchego, porque además de usar otro tipo de leche, se elabora allí y el auténtico de la DO está vinculado a un territorio determinado”, señala la misma fuente.
“La UE, agrega, tendría que negociar en superioridad de condiciones, porque en los países europeos se protegen los productos mexicanos cualificados y diferenciados, y habría que intentar que se consiga el respeto a todas las DO fuera de la Unión Europea”.
Desde el CRDO Queso Manchego ven positiva esta nueva fase de acción de la UE, aunque desde hace años la propia fundación ha realizado “distintas gestiones para erradicar un fraude atávico”, como fue el registro en México de la marca protegida. “De poco nos sirvió”, reconoce Altares, pues no se ha conseguido cambiar la denominación de un queso propio que nada tiene que ver con el de pasta prensada, que se elabora con leche de oveja de la raza manchega, y una maduración mínima de 30 días y máxima de 2 años.
También han mantenido entrevistas con los responsables de la Oficina de Patentes y Marcas, incluso con responsables del Ministerio de Comercio español, gestiones todas “infructuosas”.
El Consorcio por los Nombres Comunes de Alimentos (CNCA) de la UE lleva varios años trabajando con las autoridades mexicanas para que valore las indicaciones de origen.
Fraudes nacionales
Altares recuerda que “en nuestro propio país también se cometen fraudes con el queso manchego”, debido al “desconocimiento del consumidor, que no sabe que el certificado lleva las distinciones de la placa de caseína (trazabilidad) y la contraetiqueta”.
Esta confusión se produce porque son quesos elaborados en Castilla-La Mancha o España con elementos alegóricos como el Quijote o la lanza “y se venden como manchegos”.
Altares adelanta que lanzarán una campaña publicitaria en televisión para la identificación y promoción del queso manchego certificado.
La Denominación de Origen Queso Manchego tiene adscritos a 750 ganaderos y 63 empresas queseras, y produce al año14.000 toneladas de queso, el 60% vendido en exportación, principalmente a EEUU, que consume 2.000 toneladas.
La DO vendió al mercado mexicano en 2016 una cantidad “no significativa”, de entre 40 y 50 toneladas.
Otro valor
El director del Instituto de Comercio Español en Castilla-La Mancha, Pedro Antonio Morejón, aclara que en territorios como estados Unidos y el mundo anglosajón “no tienen el mismo valor sobre la calidad como en España y la Unión Europea”.
De hecho, recuerda que en una economía tan liberalizada como la estadounidense se dan casos como el de una empresa que creó la marca queso manchego, con su correspondiente patente, y no pudo ser utilizada en ninguna operación comercial importadora o exportadora.
La denominación era propiedad de esa compañía que impedía su utilización en cualquier campaña de promoción a los empresarios españoles, así como estaba vetado su uso como calificativo de claridad.
Afortunadamente, “ya se ha se ha resuelto, explica Morejón, y en la actualidad esta etiqueta es un componente comercializador de calidad adicional al producto que se vende allí”.
En este sentido, Morejón explica que cambiar las estrategias comercializadoras hacia los consumidores para dar valor a una figura de protección territorial “es muy complicado en estos entornos”, dado que las empresas trabajan con unos márgenes de precios determinados.
Con carácter general, Morejón apunta a la “rapidez” con que se desarrolla la dinámica comercial en exportación, y por ello las empresas que deciden vender sus productos agroalimentarios en otras latitudes se enfrentan a “dificultades” varias como las exigencias fitosanitarias o los controles aduaneros.
“No es fácil trabajar de manera coordinada, aunque hay empresas que realizan operaciones sistemáticas”, incluso en un país “tan difícil” como México.