La restauración de los edificios permite una visita pausada semana tras semana, acceder a sus espacios ocultos en ocasiones, tratar de entender sus sistemas constructivos y establecer los posibles remedios a algunos de los problemas que afectan a los edificios. Edificios como la iglesia de san Carlos del Valle o la iglesia de san Agustín de Almagro han sido restaurados recientemente permitiendo un acercamiento detallado a los mismos. Un acercamiento que nos permite conocer en profundidad sus elementos, documentar sus detalles constructivos y elaborar estudios más generales sobre el momento en que fueron levantados.
La arquitectura barroca de la provincia de Ciudad Real
La arquitectura barroca de Ciudad Real es una arquitectura condicionada por razones sociales, culturales y económicas y que, dentro del ámbito de la Contrarreforma, es esencialmente religiosa. Jesuitas, agustinos, dominicos y trinitarios van a tener una presencia importante en numerosas poblaciones con la singularidad de Almagro y Villanueva de los Infantes. La arquitectura religiosa se hace especialmente presente en el templo como edificio de las celebraciones litúrgicas.
Las iglesias adoptarán en la mayoría de los casos el tipo de planta jesuítica, planta por un lado longitudinal y por otro centralizada con la presencia del crucero y la cúpula que se construye en ese punto. La nave principal está cubierta por bóveda de cañón con lunetos y fajones a los que se abren capillas laterales. Probablemente el ejemplo típico de este modelo sea la iglesia de los jesuitas de Almagro. En otras ocasiones se empleará la planta centralizada que solamente está presente en la iglesia de san Carlos del Valle y en la tardía ermita del Cristo de la Misericordia de Miguelturra. Curiosamente en casi todas ellas los trazados de su composición siguen siendo clásicos en sus proporciones tanto en planta como en secciones y a ellos se superpone la ornamentación barroca.
El poder económico y social
Los poderes civiles van a tener una influencia con su mecenazgo en muchas de estas fundaciones promoviendo su construcción o su mantenimiento. La ostentación del poder de los miembros de las Órdenes militares, de los hidalgos, o de una burguesía con poder económico en la agricultura y ganadería van a estar detrás de muchas de estas actuaciones.
Exteriormente se trata de obras de gran austeridad construidas con los materiales de la zona: ladrillo y mampostería. El acento decorativo se localiza en este caso en las portadas que siguen las composiciones de los tratados clásicos con diferentes soluciones. La composición general de las mismas tiene las proporciones y composición de épocas anteriores con la presencia de ornamentaciones en este caso más austeras que en los interiores. Existen, sin embargo, portadas de especial interés por la composición y por los elementos arquitectónicos y escultóricos que incorporan. Y así hay elementos singulares como en la iglesia de santa Catalina de la Solana, en san Andrés en Villanueva de los Infantes o en las dos portadas de la iglesia de san Carlos del Valle.
En los interiores, la decoración en yeso de molduras y elementos puntuales del edificio trata de lograr la grandiosidad para superar la austeridad y la economía ajustada de los proyectos. Los colores blancos que va matizando la luz con su presencia en puntos singulares convierten los espacios religiosos en nuevos recintos. La luz se estudia de forma especial con su entrada en la parte superior de las zonas abovedadas de las naves o la entrada en las cúpulas estableciendo así puntos de acento en el conjunto. Una concepción escenográfica en la que la visión de los fieles hacia el punto central del presbiterio es argumento esencial. Pero también una concepción de la arquitectura que supera su carácter puramente visual buscando una sensación global que envuelve el ámbito religioso.
La fiesta del barroco
La visión festiva del barroco trata de aunar tradiciones populares con las creencias religiosas. Y así se construyen santuarios, ermitas que vinculan la vida de cada zona del municipio con la actividad religiosa o establece una conexión festiva del conjunto de la comunidad como ocurre en los santuarios de Almagro, Infantes o Santa Cruz de Mudela. La iglesia recupera esta aproximación a las celebraciones populares como medio de insertar su mensaje en la sociedad y de hacerse presente en la vida cotidiana de los fieles.
El color se incorpora a los espacios religiosos en las pinturas al fresco que van transformando los espacios blancos de la iglesia jesuítica. Decoraciones que llenan cúpulas, zonas de bóvedas y sobre todo los espacios principales del presbiterio. Y de esa forma iglesias como san Agustín de Almagro transforman su interior en un espacio de color y de luz.
Pero, sobre todo, esta decoración estará presente en ermitas y santuarios donde, en esos espacios reducidos, el color acaba llenando paramentos y techos. Espacios singulares como los camarines, pequeños ámbitos sagrados donde se conserva la imagen que se venera, especialmente la Virgen, y se decoran con cúpulas y pinturas de especial interés. El camarín de Nuestra Señora de las Virtudes de Santa Cruz de Mudela, el de la Virgen del Prado en Ciudad Real o el de Santa María en Alcázar de San Juan que combina la cerámica con las decoraciones de yeserías en paramentos y cúpula son excelentes ejemplos de esta actividad.
Espacios en los que la pintura y la decoración de paredes y techos acaban convirtiendo el espacio arquitectónico en un ámbito continuo y diluido sin límites reales que se borran con las imágenes que los recubren.
La arquitectura civil
Hay también, una arquitectura civil que asume nuevas funcionalidades: los nuevos espacios para el teatro con manifestaciones como el Corral de Comedias de Almagro, hospitales, pósitos, cárceles, cuarteles definen la realidad urbana de poblaciones como Almagro y Villanueva de los Infantes. La construcción residencial con sus acentos en portadas elaboradas mantiene estructuras de casa patio con una búsqueda ornamental del exterior que acaba definiendo la imagen de la ciudad en muchas de sus zonas. Una arquitectura que convive con los elementos esenciales de la arquitectura popular en sus materiales, en sus soluciones tipológicas, aunque busca manifestarse como arquitectura del poder.
Un patrimonio religioso y civil de primera importancia que constituye un momento singular de la arquitectura de Ciudad Real que debe conservarse con adecuados criterios de mantenimiento y restauración. Hay ejemplos de buenas actuaciones en este sentido, pero también hay modelos que ponen de manifiesto la falta de entendimiento de la realidad arquitectónica y el lenguaje de este momento.
La Biblioteca de Autores Manchegos ha publicado el trabajo que he realizado sobre “El espacio barroco en Ciudad Real” que espero ayude a entender y valorar este importante patrimonio arquitectónico.