El sector hotelero de Ciudad Real ha arrancado la temporada de verano con cierto optimismo tras el parón y cierre de sus instalaciones por la crisis sanitaria del coronavirus.
Tras semanas con perspectivas negativas, la industria hotelera de la provincia se recupera a dos ritmos, los establecimientos progresan adecuadamente entre semana por la clientela de sectores profesionales y laborales, ya en plena movilidad, mientras que las reservas de los fines de semana, relacionadas con el ocio, el turismo o los eventos sociales, han caído estrepitosamente. “Si no hay fiestas ni convocatorias no se puede vender la ciudad”, dicen.
La hotelería ciudarrealeña, sobre todo de la capital, muy centrada en clientes de congresos, eventos profesionales y agencias de viaje, ha afrontado el desafío tras la pandemia a la hora de equilibrar la vuelta de los huéspedes con la necesidad de mantenerlos seguros y sanos.
Es uno de los retos y todos cumplen con unas estrictas medidas sanitarias: distancia social, medidas higienizantes y sanidad, además de la reducción de la capacidad de las habitaciones y otros servicios comunes.
También han mantenido una política de precios y han sabido diversificar las ofertas y servicios, comentan algunos portavoces de hoteles, sobre todo relacionados con la restauración y las terrazas, que le ha hecho variar sus perspectivas de rentabilidad hacia lo positivo.
La regularización de la apertura de estos establecimientos también está permitiendo la vuelta de los trabajadores afectados por expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTEs).
Más exitosa está siendo la actividad en el segmento de turismo rural y de naturaleza, con grandes ocupaciones y altos niveles de alojamiento en julio y en agosto. En la provincia triunfa la demanda, principalmente, en las casas rurales de Cabañeros, el Valle de Alcudia y las Lagunas de Ruidera.
Pero la incertidumbre permanece en todos los ámbitos, sobre todo a la espera de lo que suceda a partir de septiembre.
Hotel retén
El Hotel Parque Real de Ciudad Real es un ejemplo de reinvención y apuesta por la actividad.
Durante el estado de alarma fue uno de los establecimientos retén o de guardia, previstos por el Gobierno para recibir a colectivos esenciales, como transportistas, sanitarios y personal de aeropuertos o carreteras.
Así, tras estar apenas una semana cerrado volvieron a abrir para alojar a personal sanitario, y a trabajadores de infraestructuras y mantenimiento del hospital, incluso “tuvimos un transportista de ataúdes”, recuerda Audrey Benoit, la directora del hotel.
En los momentos más duros, y como servicio público, se tuvieron que reinventar para aplicar medidas de limpieza todavía sin protocolorizar por las autoridades sanitarias. “Sabíamos que lo más sencillo era la disolución de legía para desinfectar”.
También instalaron una mampara de protección en recepción, así como la atención en las habitaciones era “sin contacto”, con un carrito donde llevaban la cena a los clientes y el papel del cargo.
De esos días de fuego, Benoit recuerda el día que se fue el último médico: “nos dio alegría porque sabíamos que habían mejorado las cosas pero también tristeza”.
Y mucha más caída ha sido las de los clientes internacionales, normalmente “de paso” y en “grupo”, sobre todo los asiáticos que suelen ir de Madrid a Andalucía haciendo circuitos. “Nos viene bien porque estamos a medio camino y porque el nivel de precios es muy competitivo”.
“Cuando China cerró las fronteras” fue una de las primeras estocadas a este segmento.
Ya en la nueva normalidad, el mes de julio “ha estado más o menos dentro de lo normal”, teniendo en cuenta que no hay eventos deportivos, ni conciertos musicales.
Entre semana reciben a trabajadores, comerciales o quienes vienen a visitar a familiares, frente a los grandes ausentes: los turistas. “Estamos esperando a ver los resultados de la campaña de Castilla-La Mancha como destino interior”.
Uno de los fuertes del hotel Parque Real es el servicio de terraza y de restaurante al aire libre para todo el público que “hemos estrenado este año”.
El éxito es total desde su apertura a principios de julio y la ocupación alcanza el 100% los fines de semana. “Es muy importante porque estamos al aire libre y es diferente a encerrarse en un restaurante y una cafetería”.
Con varios cientos de metros cuadrados está garantizada la seguridad y el ambiente, junto a la piscina, “es agradable y cómodo para las familias”. El recinto también disipa, según la directora, el miedo a salir porque “es amplio y las medidas implantadas dan seguridad”. De hecho, Parque Real cuenta con varias menciones como hotel seguro por sus garantistas protocolos higiénicos y sanitarios.
El futuro, para Benoit, es incierto, ante las noticias cambiantes y ante las normas limitantes que puedan ser dictadas respecto a la movilidad de las personas, principal baluarte para el sector.
Buen funcionamiento de la terraza
El conocido hotel Ínsula Barataria de Alcázar de San Juan hace el mismo diagnóstico: estuvo en activo durante la crisis sanitaria como establecimiento de guardia, y ahora con tasas desiguales de ocupación, y buen funcionamiento de la terraza.
Según relata la recepcionista Maite Castillo, en pandemia acogió a médicos y enfermeros contratados para trabajar en el Hospital Mancha Centro. Tras su marcha, “el hotel fue desinfectado entero para acoger al público en general”.
Pero levantar las reservas ha costado, según Castillo, pues “fueron muy flojas al principio”.
Este emblemático hotel es espejo de la realidad que vive el sector en la provincia y cumple el patrón de actividad: de lunes a jueves se mueven trabajadores, obreros o comerciales, mientras que los fines de semana caen las visitas y llamadas para solicitar alojamientos y pernoctaciones.
“De viernes a domingos está más que flojo”, al haberse suspendido bodas, comuniones o celebraciones familiares, o ante el “miedo” de los huéspedes a viajar y consumir la oferta turística de la comarca. “Hay al algo de demanda de la Ruta del Quijote, pero prácticamente cero” porque “la gente no se mueve”.
Castillo aclara que “no es lo mismo el turismo de playa que no se mueve del hotel, que el de aquí, que llega para visitar Consuegra, El Toboso, Campo de Criptana o Ruidera. Es de mucho movimiento”.
Por el contrario, el servicio de cafetería y restaurante está salvando la rentabilidad del hotel. “Tenemos una terraza grande que está yendo muy bien”, indica la trabajadora.
Recuperando la clientela
Otro de los hoteles más conocidos de Ciudad Real, Santa Cecilia, abrió el 20 de julio con la misma dinámica que sufre el sector: al principio con un ritmo de reservas “muy lento”, y más satisfactorio el servicio cafetería y restaurante
Con todo, el trabajo se remonta día a día, con la recuperación de clientes fieles que “vuelven”, según la recepcionista Ana Rodríguez. El perfil es “variado”, pues cuentan con huéspedes que se alojan en el hotel por actividades de trabajo, otros porque van de paso y hay quienes acuden a visitar o participar de encuentros familiares. “También hay parejas”, apunta Rodríguez.
Respecto a celebraciones, acogerán comuniones en septiembre, y “alguna boda pequeña” después del verano.
Con todo, la portavoz insiste en que el funcionamiento del establecimiento está supeditado al cumplimiento de la normativa vigente y las recomendaciones de seguridad. “Hay cartelería que recuerda las indicaciones, hay geles par la desinfección de manos, además de elementos como una pantalla de metacrilato en recepción y las limpiezas pertinentes”, explica Rodríguez, quien puntualiza que “si se usa un boli, se limpia y se desinfecta”. Igualmente, en el restaurante “no hay bufete”.
Gran caída el viajero turístico nacional
También en plena recuperación de la dinámica se encuentra el Hotel Silken Alfonso X en la capital.
Sus infraestructuras permanecieron dos meses cerradas al público, aunque siguió funcionando el servicio de recepción, explica José Vicente González, jefe de esta área.
Así, desde su apertura el 1 de junio “empezó bastante animado, con una ocupación de entre el 50% y 60%”, mientras que ahora “se está manteniendo en un 30 y 40%”.
El grueso de sus clientes son trabajadores y comerciales, ya fidelizados, mientras que los de corte turístico apenas llegan los fines de semana.
“El cliente de ocio, que viaja de norte a sur para ver la Mancha es el que está flojeando por razones como el miedo a los rebotes”, señala.
Precisamente, el viajero turístico nacional es el gran ausente, sobre todo los procedentes de Cataluña los fines de semana.
Este año es todo gris, para González, porque “nos han quitado la feria, nos han quitado la Pandorga, y todos los eventos. Así no se puede vender la ciudad porque no hay nada”.
Respecto a los clientes internacionales, la demanda se mueve la misma línea de caída, tras la decisiones de países como Reino Unido o Alemania de obligar a hacer cuarentena a su salida de España. También en negativo ha influido este año la reducción de tiempo del Festival de Almagro y la ausencia de compañías extranjeras. “Se ha notado que ha bajado porque antes venían de Alemania o Inglaterra”.
De cara al otoño “es una incógnita”, porque todo es cambiante y provoca “incertidumbre”.
Un 50% menos de actividad
También ha notado la crisis el hotel El Hidalgo en Valdepeñas, abierto tras el confinamiento a últimos de junio, y con una actividad que ha caído al 50 por ciento respecto a otros años en las mismas fechas.
El grueso de su clientela, explica Fabián Carrillo, son personas “de paso” que se desplazan a la zona por distintos motivos. Hay personas que reservan por los eventos que acoge la ciudad, para visitar a familiares o participar en convocatorias sociales, pero la época de post pandemia ha marcado la pérdida de ritmo del hotel de tres estrellas.
“Desconozco si es por miedo o porqué razón no se desplaza la gente”, señala a la hora de valorar la bajada de alojamientos.
El recepcionista recuerda que durante el estado de alarma Sanidad ordenó el cierre al público los establecimientos hoteleros y turísticos, y posteriormente, “se fue activando con distintos porcentajes de aforos”. Por ello, esgrime, “ha sido uno de los sectores más afectados.
“Muy flojo”
En la misma línea se muestra la actividad en el veterano Hotel Verona de Puertollano. “La cosa está muy floja”, asegura José Carlos Calzado, quien asegura que su fuerte son los trabajadores y las personas que acuden a la ciudad a disfrutar de sus familiares.
La ocupación “ha bajado” en este segmento respecto a antes de la pandemia, mientrs que el segmento turístico “apenas lo trabajamos”.
La actividad está muy a la baja, insisti este trabajador, que apunta septiembre como un mes tradicionalmente positivo para el hotel, al coincidir con el inicio de curso laboral y “la normalización de los trabajos”. Pero en tiempo de pandemia “no sabemos qué pasará”.
Respecto al servicio de cafería y restaurante también remonta muy despacio, “quizás algo mejor el fin de semana”, indica.
Mejor ocupación en Almagro
La actividad del hotel almagreño Casa del Rector tiene otros matices. Abrieron, recuerda Carlos Alberto García, el 24 de junio y “está flojo comparado con otros años”, aunque el Festival Internacional de Teatro, celebrado entre el 14 y 26 de julio, “se ha dado bien”, con un ocupación similar a la de 2019 y una media del 60%.
A pesar de la bajada generalizada de la demanda, el establecimiento hotel spa con encanto está muy vinculado al tirón turístico de Almagro, un pueblo rico en patrimonio arquitectónico, histórico y cultural, que registra al año miles de visitas nacionales e internacionales.
Así, si en las dos primeras semanas de julio estuvo “flojo”, con un 20% de ocupación, “se ha empezado a animar, sobre todo los fines de semana, con hasta un 35% y 40%”
La única objeción es, según García, la nueva tendencia entre los clientes “que reservan a última hora”.
Siguen cerrados
Otros hoteles como Chateau Viñasoro en Alcázar de San Juan o Doña Carlota de Ciudad Real permanecen cerrados, el primero hasta finales de agosto, y el otro hasta después del verano. Su personal permanece sometido a ERTEs hasta que las direcciones vean las condiciones óptimas para la reapertura.
