A las nueve y media llega puntual el autobús que trae a los alumnos del Ponce de León. Cuidadores y profesores les reciben con la alegría y el cariño habituales, aunque hoy, después de seis meses, la bienvenida es mucho más especial. Les llaman por sus nombres, les hacen carantoñas, les gastan alguna broma y ellos lo agradecen con sonrisas que valen un potosí. Hay más ganas de reencontrarse con los alumnos que, en realidad, son como de la familia. Todo está perfectamente organizado: la fila, la distancia de seguridad, la toma de temperatura, el gel hidroalcohólico…El equipo directivo de este gran centro no ha dejado un solo cabo suelto para garantizar la seguridad de alumnos y profesores. Cuando Fran, el conductor del autocar de Bogasbus despide al último alumno que baja por la plataforma, la maquinaria del centro ya se ha puesto en marcha.
Antes de que lleguen los alumnos, la directora del colegio, Rosario de Calvo, atiende a los periodistas de Lanza. Con su acento jienense desborda vocación y entrega por todos sus poros. “Afrontamos el curso con mucha ilusión. Había que empezar el curso y los docentes tenemos ganas de ponernos en marcha, sobre todo pensando en nuestros alumnos que son los que más han sufrido después de estar tanto tiempo en casa”, indica.
Calvo asegura que se ha trabajado para diseñar una organización que haga posible estar en el centro con la mayor seguridad posible, “aunque riesgo cero nunca puede haber, pero los docentes y la propia administración han respondido bien. Tenemos recursos y materiales para empezar con las máximas garantías”, explica. La directora pide a las familias que “también sean corresponsables en este trabajo de garantizar la seguridad de todos”.
A los alumnos y profesores se les han hecho las pruebas PCR “lo que supone una garantía importante, a lo que sumamos la organización con limitación de contactos, medidas de higiene y otras que deben generar confianza entre los padres. Insisto, riesgo cero no hay, pero hemos puesto todo de nuestra parte para poder trabajar en unas buenas condiciones de seguridad”.
Precisamente, comentamos con la directora el gran esfuerzo que ha realizado el equipo directivo y los profesores del centro “La verdad es que el equipo directivo ha realizado un buen trabajo. Ya desde el mes de mayo, unos en el centro y otros desde sus domicilios, empezamos a pensar cómo íbamos a organizar todo: desde que el niño llega en el autobús hasta que se iba del comedor, precisando la señalización, donde colocar el gel hidroalcohólico, como organizar la salida al recreo…en fin, todo. Por otro lado, cada docente tiene que llevar a cabo una reestructuración de su aula. El Ayuntamiento nos ha cedido el pequeño parque de la Estación para que dispongamos de un espacio más”.
Para los alumnos no es obligatoria la mascarilla, pero sí para los docentes. Todos los detalles se han ido afinando al máximo. “Los alumnos solamente se relacionarán con su grupo de convivencia y hemos dividido el colegio en sectores, a los que están adscritos los alumnos y también los docentes. No pueden cambiarse de sector a no ser que concurran unas circunstancias excepcionales de tipo organizativo. El horario de entrada es escalonado y entrarán por puertas diferentes. En definitiva, hemos puesto todos los medios para impedir que el virus se propague”.
El colegio Ponce de León cuenta con 80 alumnos y 53 profesionales. “Los grupos más mayoritarios son de ocho alumnos, los que tienen un mayor grado de autonomía, los demás son grupos de cuatro o cinco”.
Ha habido algún caso de padres que han decidido no traer los alumnos al colegio. Una decisión que Rosario Calvo entiende y comprende. “Son pocos los casos que hemos tenido en este sentido y los que hay son de alumnos que tienen algún problema de salud y necesitan una atención médica. Nosotros ofrecemos la atención educativa, pero si el niño tiene un problema de tipo médico y es más vulnerable al covid, lógicamente no puede venir. Afortunadamente hay solo dos casos”.
