La música corre el riesgo de ser uno de los sectores peor parados de la crisis provocada por el coronavirus. En la “nueva normalidad” no tienen cabida la alta concentración de personas en espacios reducidos ni el ambiente fraterno que produce el codo con codo en un buen concierto.
Las aglomeraciones en las entradas de los auditorios, las infinitas colas en las barras de tickets, los ‘pogos’ en primera línea y los minis de calimocho compartidos no entienden de distanciamiento social. El panorama pinta muy negro para los festivales de Ciudad Real este verano e incluso más allá.
A finales de febrero, en medio de la euforia carnavalera, la provincia vivió su último concierto, el de los Aslándticos y Maldito Matas en el CERE de Miguelturra. El tarareo de la conocida canción del grupo cordobés que dice “hoy será, será, será, será mi primer día”, parece ya muy lejano.
El Olmo Rock: el primer festival que se llevó por delante el confinamiento
El Covid-19 llegó en marzo para transformar la vida de las bandas, los técnicos de sonido y también del público. En pleno confinamiento, el primer festival suspendido en la provincia fue el Olmo Rock de Poblete. Lendakaris Muertos, Raíces, EDP y otros tantos grupos locales iban a abrir la agenda anual festivalera el 4 de abril.
Gema Sánchez, una de las organizadoras del festival, confiesa que las entradas salieron a la venta la semana de antes de la declaración del estado de alarma. “Se vendieron solo diez”, afirma. Estaba todo preparado: los equipos, la seguridad, las bandas. Solo quedaba esperar el día.
La fase 2 de la desescalada contempla la celebración de actividades culturales con menos de 50 personas sentadas y si son al aire libre menos de 400, también sentadas. En la fase 3 no existe mención, pero no genera buenas expectativas para los festivales de verano. A día de hoy unos están suspendidos y otros a punto de hacerlo.
El Choorock de Corral: en la cuerda floja
El Drogas y Leo Jiménez encabezaban el cartel del Choorock de Corral de Calatrava, el festival más longevo de la provincia con 21 ediciones a la espalda. A día de hoy todavía no está suspendido, pero desde la asociación La Carraca, confiesan que “la cosa pinta mal”. Están a la espera de una reunión el Ayuntamiento para tomar la decisión final.
“Creo que este año no va a haber este tipo de eventos”. Silvestre Arenas, uno de los miembros de la asociación organizadora afirma que “la situación es difícil para los festivales”. Ya tenían grupos confirmados, carteles hechos y ahora todo se desmorona.
La peor parada de la situación, en palabras de Silvestre, van a ser “la gente que se gana el pan con estos festivales”, sobre todo las bandas medianas. Hace referencia a una entrevista a Leiva, en la que dijo que él se podía mantener un año sin tocar, pero con él hay otras 30 familias que lo van a tener difícil. “Pueden caer muchas bandas”, lamenta.
Frente a la tremenda competencia que han tenido los festivales pequeños frente a los macro eventos musicales en los últimos años, con artistas internacionales, playa y presupuestos millonarios, Silvestre además considera que el coronavirus va a hacer una “purga”. “Los que estaban por puro negocio, pueden desaparecer, y puede que sobrevivan los que organizan asociaciones sin ánimo de lucro por pasión”, afirma.
El Brujas de Daimiel: dos años sin festival
Sin vuelta después de un año de parón se queda el Brujas Festival de Daimiel. El confinamiento llegó cuando acababan de confirmar la fecha, el 18 de junio, pero sin cerrar los grupos. Cristina Martín-Portugués, una de las organizadoras, confirma que “aunque pudiéramos, ya no tendríamos tiempo para organizarlo”.
Para la organización del Brujas ha supuesto un auténtico disgusto, pues su último cartel fue en 2018, con Sons of Aguirre como cabeza. Cristina cree que, a pesar de que Daimiel cuenta con uno de los recintos mejor dotados y más amplios de la provincia, no tendrán permiso para celebrarlo, y duda de que haya festivales en verano.
Como público, Cristina confiesa que se pensaría en estos momentos ir a un festival, aunque espera que el coronavirus acabe siendo “un recuerdo malo” y, pese a los malos augurios de los que dicen que la humanidad tendrá que mantener ya para siempre el distanciamiento social, espera que “volvamos a hacer la vida como antes”.
La incertidumbre de Cristina además sobrepasa la organización del festival, pues forma parte del grupo de metal Shiva. La crisis les pilló con un disco recién grabado y lo han sacado en pleno confinamiento. Ahora bien, no saben cuándo lo pondrán defender en directo. Tenían cerrada su actuación en el V Festival Pelouses de Villarta de San Juan, aparte de en Madrid, y todo se ha caído. “Nos hemos quedado a cero”, confiesa.
El Muxismo de Miguelturra: en el aire
Margen de maniobra todavía tiene el Muxismo de Miguelturra, habitual en septiembre, aunque de momento está todo parado. Francisco Peco, de La Mancha Rock, medio especializado en música alternativa y organizador del evento junto al Ayuntamiento, señala que habían empezado a hablar con las bandas y barajar fechas antes del encierro.
Aunque las restricciones de cada fase todavía no están especificadas, Paco duda de que los espacios de la provincia vayan a reunir las condiciones obligatorias y que los festivales, por sus propias características sean viables. Por ejemplo, Ciudad Real ha confirmado esta semana que suspenderá todos los actos multitudinarios de la Pandorga y la feria de agosto, incluidos los conciertos, para evitar las aglomeraciones masivas. El año pasado, Marea reunió a más de 3.000 personas.
Además, con los ayuntamientos volcados en la lucha contra la pandemia, los festivales de la provincia, la mayoría financiados por las administraciones locales, pueden ver reducido su presupuesto. La ciudad del vino tampoco tendrá el Festivaldepeñas en las Fiestas del Vino, y el presupuesto de festejos servirá para combatir los efectos del virus en empresarios y vecinos.
La incertidumbre ante la posibilidad de realizar los eventos pone además a los promotores, según explica Paco, “contra las cuerdas al no poder cerrar los contratos”. “Hay demasiadas limitaciones para unos festivales, que aparte de las entradas, se apoyan en las barras y en el merchandising”, añade.
Después del verano, ¿habrá Estayike?
Para el Estayike de Piedrabuena, que reunió a 1.500 personas el pasado 23 de noviembre con SFDK y Boikot, todavía queda tiempo, pero nada está claro. La Asociación Somos Así Destayike ve “difícil” que el festival pueda celebrarse antes de que exista una vacuna, pero hasta el momento no han perdido la esperanza. “Tenemos la ilusión de que para entonces la situación esté mejor”, confiesa Ponciano García.
Lo cierto es que, tras la declaración del estado de alarma, muchos de los grandes festivales, incluido el Viña Rock, de Villarrobledo, previsto en principio del 30 de abril al 2 de mayo, no tardaron en aplazarlo para otoño. Si fuera así, y en otoño la agenda festivalera estuviera en marcha, lo tendrían muy difícil los festivales pequeños para cuadrar fechas y grupos.
Así, mientras que los promotores de los grandes eventos y las asociaciones que están detrás de los pequeños festivales manchegos esperan las indicaciones del Gobierno, Francisco Peco señala que “lo primero que hay que hacer es activar las salas de ensayo”, imprescindible para defender un producto en el escenario. Será el primer paso para poner en marcha un sector que genera economía para muchas familias y que da vida a la provincia.