Acaba EEUU de tirar las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, y Einstein, aturdido por la espiral de destrucción que se desata, se refugia del mundo exterior en el apartamento, no contesta a las llamadas que recibe y, en ese estado de angustia, se acuerda de su primera hija, Liesserl, a la que nunca vio.
Quiere contarle en una grabación cómo es la vida, los desengaños que conlleva, pero se siente torpe, aunque termina utilizando el descriptivo cuento del dodo, un ave similar a una paloma que al llegar a las Islas Mauricio, donde no tenía depredadores, evoluciona y se vuelve un animal más grueso y que pierde su capacidad de volar, de manera que cuando arriban los hombres “las exterminaron a garrotazos”.
La condición humana, capaz de la destrucción e incluso de la autodestrucción, es analizada en el transcurso de la pieza Einstein y el dodo, interpretada y escrita por Ricardo Joven, que ha recuperado para este monólogo su habilidad como guionista de cómic y derramado su experiencia como actor para crear una pieza dinámica y tierna, reflexiva y con muchas sorpresas que va desde un proceso de confesión íntimo hasta el delirio y el álgido punto que alcanza al final.
La obra se representó anoche en La Sensación, donde hoy se podrá de nuevo presenciar a las 22 horas.
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