Le gusta contar historias, no le echaría carbón a nadie, el mejor regalo de Reyes son las caras de ilusión de sus hijas, su disco favorito es el álbum de debut de Van Halen y entre las series, las “salvajes” cuatro temporadas de ‘The Wire’. A Pilar Zamora no le pudo decir que no cuando le propuso ser concejal de Cultura, de mayor le gustaría que el “sistema social público no haya sido desmontado”, destaca el trabajo de peatonalización del centro para la recuperación de la calle por las personas y, entre lo que más ha echado en falta este año por las medidas de seguridad sanitaria, están los “abrazos, muchos”.
– ¿Cómo has llevado el año?
Así, a primeras, diría que no muy bien, y aunque es algo que pueda pensar la mayoría de la población, tenemos que ser conscientes de que lo hacemos mirándonos el ombligo. Si abrimos el campo visual muchos deberíamos darnos cuenta de que somos unos privilegiados, y ni la pandemia nos baja de ese estatus. Como yo he pasado estos meses, y los he sufrido, nada tiene que ver con cómo lo han pasado otras muchas personas, y seguramente mucho menos quejicas que yo.
– ¿Lo mejor y lo peor?
Lo peor la sensación de impotencia y lo mejor, y eso siempre lo será, ver crecer a mis hijas.
– ¿Por qué estudiaste para ser actor?
Las vueltas que da la vida, que dirían Los Suaves, aunque el destino se burló maravillosamente de mí. Yo de pequeño quería escribir, soñaba con estudiar periodismo o filología, y si era en la Sorbona, mejor. Después empecé a ayudar como técnico en una compañía de teatro de mi hermana, luego a sacar títeres, y… empecé a formarme como actor, a trabajar como tal y más tarde estudiar Dirección de Escena. Puedo decir que he trabajado en todos los oficios del teatro, y al final de todo saco una cosa en claro, lo que realmente me gusta es contar historias, y he encontrado en el teatro el camino para hacerlo.
– ¿Por qué te metiste en política?
Siempre me apasionó la política. Recuerdo que cuando se desvanecía mi sueño de ir a La Sorbona, cuando entre Mitterrand y González llevaban a la práctica una suerte de socialismo (al que, con sus grandes errores, le debemos mucho) yo leía a Giscard d’Estaing y a Saint-Simon. Pero nunca crucé ese puente de aportar en la práctica mi pasión por la política. Y en éstas, a primeros del año pasado, habló conmigo Pilar Zamora, me lo ofreció, y no pude decir que no. La base la traía, como he contado, pero se unieron dos cosas, ir a un proyecto liderado por una gran mujer, y la posibilidad de hacer cosas por mi sector y por mi ciudad.
– ¿Qué le vas a pedir a Papá Noel? ¿Y a los Reyes Magos?
No soy de Papá Noel, ni de navidad, pero sí, y mucho, de los Reyes Magos, quizás porque por fecha los siento alejados del concepto navideño. Y porque tienen un componente de magia y de puesta en escena que disfruto. Y no pido porque lo que me dan no necesito pedirlo. Las caras de mis hijas esa mañana, la ilusión de la noche anterior (las mayores, conociendo los intríngulis participan de ello) no se igualan a nada.
– ¿A qué le echarías carbón?
A nada, ni a nadie. Es un concepto que detesto. Las cosas se explican, se intentan reconducir cuestiones que entendamos que nos perjudican socialmente, se escuchan las posiciones de las otras personas. Pero no se denigra públicamente, ni se tiran trastos a la cabeza. Es probablemente, esa idea del carbón lo que más perjudica a una sociedad que no intenta entender las posiciones contrarias.
– Una obra de teatro que te haya conmovido y ¿por qué?
Siempre recordaré, y siempre con el vello erizado, la puesta en escena en el Corral de Comedias del montaje La filosofía del amor o bien los tres cornudos, del Pantakin da Venezia. Comedia del Arte en estado puro. En un momento de la obra, arlequino pone a su amada en el centro del escenario, le cuenta que la va a llevar de viaje en barco. Desde La Haya a Venecia. A través de las palabras del actor, y los ojos de la actriz (qué difícil es saber escuchar en el escenario, y cuando se hace bien, qué mágico) nos metimos, todo el público, en el barco; pasamos por Lisboa, el Estrecho, Mediterráneo, tacón de la bota, Adriático… y el actor, con un chasquido de dedos que finalizaba el viaje, nos despertó, a la actriz y al público, de un sueño maravilloso.
– Una película, un libro, un disco, una serie,… y ¿por qué?
Película: ‘Blue Jay’, de Alexandre Lehmann, guión Mark Duplass. Es un regalo. Una producción pequeña, sin alharacas. Una interpretaciones maravillosas (Sarah Paulson, inmensa) un texto magnífico… y lo que tiene una obra de arte, sentir que lo que cuentan, te lo cuentan a ti.
Libro: ‘La séptima función del lenguaje’, de Laurent Binet. Tiene un ritmo asombroso, un humor maquiavélico, y una temática que apasiona. En poesía Cristina Peri Rossi; es capaz de hacerte ver la sensualidad y la sexualidad desde otro punto de vista, y hacerte entender que estás para dar placer a tu pareja. Y estas navidades regalaría ‘Almagro’, de Manuel Ruiz Toribio. Con él la fotografía es otro nivel. Y es vecino nuestro, y hora ya de reconocer que es un grande.
Disco: Van Halen, el primero. Tendría 14 años cuando los reyes me echaron este disco. Me gustan muchos tipos de música, pero quizás este disco es el que más me ha marcado. Y me encanta oír a Silvia Pérez Cruz.
Serie: The Wire. Las cuatro temporadas son salvajes, maravillosas, pero la primera de ellas te sirve para entender nuestro mundo. Es Baltimore, pero podría ser cualquier lugar. No existen buenos ni malos, todos los personajes tienen sus dobleces, son reales, cada uno de ellos viene marcado por sus pequeñas burbujas, nos muestra la dificultad de escapar… Si quieres transformar la sociedad tienes primero que entenderla, pero entender todas sus aristas. The Wire nos enseña a empezar a entenderla. De las últimas, Chernóbil es otra genialidad.
– ¿Cómo has llevado tu adaptación a la mascarilla, el hidrogel y la distancia social?
Me cuesta mucho. El hidrogel es lo más llevadero. Pero me faltan abrazos, muchos.
– ¿Cómo viviste el confinamiento?
Los primeros quince días Solo en Casa. Sin salir a nada. La primera vez que salí, el último día de marzo, vi un paisaje apocalíptico que me hizo estremecer. Como en todo, poco a poco te vas acostumbrando.
– ¿Qué es lo que ha cambiado con la nueva normalidad?
Lo formal lo vemos día a día. En el fondo espero que no cambie mucho, porque lo que voy viendo empeora lo que teníamos. Y no me refiero a la posición de los poderes, si no a los cambios como seres sociales y seres individuales, a lo que hacemos cada uno y cada una de nosotras. Falta mucha empatía. Y lo que realmente quiero creer es que todo es producto de ver titulares y ver redes sociales que ejercen de vomitorios. Ésa es mi esperanza. Pero veo cruzar muchos puñales desde muchas y variopintas trincheras.
– ¿Cómo está la cultura en la ciudad? ¿Le falta oxígeno?
Si por oxígeno entendemos apoyos, sí. Pero no sólo los institucionales, que siempre serán mejorables, y en esa idea trabajamos. Lo que realmente le falta es que nos demos cuenta de que lo que tenemos es muy válido, y esto lo digo por todos los estratos: ayuntamiento, empresas, sociedad. Que apoyemos lo nuestro, y no le demos la espalda. En nuestra tierra, tradicionalmente, no nos hemos valorado, y sí lo hemos hecho con lo de fuera, algunas veces con razón y otras con calidades que dejaban mucho que desear en comparación con lo que desde aquí se estaba haciendo. Podemos enorgullecernos de artistas plásticos, compañías de teatro, músicas, escritoras y escritores, agentes culturales… Me acuerdo siempre de una amiga que hace unos años llegó a la ciudad, una profesora que conocí en un teatro. Me dijo que la gente de aquí se quejaba de lo poco que ofrecía la ciudad a nivel cultural, pero que realmente no lo conocía, que a ella le faltaba tiempo para llegar a toda la oferta. Y que ya quisieran muchas ciudades tener eso. Ahí radica lo primordial. Conocer lo que tenemos, para luego entenderlo y aprehenderlo.
– De mayor ¿qué te gustaría ser? y ¿cómo te gustaría ser cuidado?
Me podría llamar a mí mismo joven, pero hay que asumir que ya soy algo mayor. Espero no necesitar cuidados, y si llego a precisarlos, espero que el sistema social público no haya sido desmontado.
– ¿Por qué vas a brindar?
No soy muy de brindar, y si lo hago es por las pequeñas cosas, que en el fondo son las que mueven la máquina. Y sobre todo, que haya brillo en los ojos de las personas con las que brindo. Y que ese brillo se contagie mucho más que el coronavirus.
– Una persona que destacarías de este año: Fernando Simón, Rafa Nadal, Quino, Maradona, Biden, Trump,… y ¿por qué?
Hace poco se hizo viral una esquela donde una familia navarra agradecía a los servicios sociales y a los contribuyentes porque con sus impuestos hicieron más fácil y digna la vida de su ser querido. Esa familia y ese gesto me merecen más respeto y sana envidia que cualquier acto de cualquier personaje público.
– ¿Una medida política que resaltarías y por qué?
Volviendo a la respuesta anterior, y aunque no sea muy popular (por lo que se ha enviciado el debate público), resaltaría los impuestos y la redistribución de los mismos, porque propician mejoras sociales, educativas… aunque aún son muy mejorables.
– ¿Qué mejorarías en Ciudad Real y cómo?
Hay un trabajo de peatonalización que se está haciendo que me parece magnífico. Junto a esto hay algo que se llama Urbanismo Táctico, que es una corriente social transformadora a partir del urbanismo, que implica a todo el mundo, que comprende compromisos a corto plazo, expectativas realistas y con mucho reflejo en la cultura. Hace falta poso, comenzar a proponerlo. En Ciudad Real tenemos una ventaja sobre el resto de ciudades, que es Raquel Torralbo, concejala de Urbanismo; como en todo se va a poco, pero en breve empezaremos a ver resultados. Hay que vivir la calle, vivir la ciudad. Barrios, extrarradio, centro… cultura callejera, deporte callejero, tradición… y no pienso en eventos multitudinarios, pero sí en que todas las personas, de aquí y quien nos visita, ocupemos la ciudad que nos robaron las máquinas.
– ¿Si pudieras viajar, cosa harto complicada actualmente, dónde te gustaría ir que no hayas ido?
En estos momentos, en los que lo que era cotidiano se vuelve difícil, me conformo con ir a Madrid a ver teatro y a mi gente. Ya he ido, pero como las representaciones cambian, es algo nuevo. Y ya en serio con la pregunta, entre todas las deudas pendientes que una persona tiene consigo misma y sus proyectos fallidos, me encantaría patear Nueva York.
– ¿Crees que 2021 va a ser cómo este año?
No será muy diferente. Lo que espero es que tengamos más sensatez.
– ¿Qué es lo que te relaja o te activa y te hace feliz?
Me encantan las explosiones culturales espontáneas y callejeras. Ser espectador de ellas. Y si volvemos a vivirlas, habremos empezado a dejar de lado esta situación. Y eso me hará muy feliz.