La trayectoria profesional del pedagogo y dramaturgo murciano César Oliva es paralela y equidistante al Festival Internacional de Teatro Clásico Almagro. Fue el primer director oficial del certamen, entre 1983 y 1985, tras la dirección de Rafael Pérez Sierra desde el cargo que ostentaba en el entonces flamante Ministerio de Cultura. Lanzadigital.com inicia con la reseña de Oliva, uno de los impulsores del ciclo almagreño, la publicación de una serie de entrevistas a los directores que han encabezado su gestión, coincidiendo con la celebración de su 40 aniversario.
Su nombre como experto teatral forma parte del patrimonio almagreño, y ha sido un pilar fundamental en la cimentación de uno de los festivales de obras clásicas más sólidos y respetados de Europa.
A Oliva le pilló el inicio del certamen impartiendo clases en la Universidad de Murcia, donde alcanzó el grado de catedrático de Teoría y Práctica del Teatro, y desde donde este erudito cosechó, en otras universidades y entidades dramáticas, un fecundo currículum con varios centenares de estudios, trabajos y libros sobre el teatro clásico y otras figuras contemporáneas.
“En la primera edición de las jornadas en 1978 no participé, pero sí en la segunda”, indica, y recuerda que formó parte de “los fijos” de la reunión científica hasta principios de 1983.
Fue el año siguiente a la llegada de José Manuel Garrido a la Dirección General de Música y Teatro, en el primer gobierno de Felipe González, cuando su pasado en el teatro independiente en los estertores del Franquismo (fundó el Teatro Universitario de Murcia (TUM)- le valió para ser nombrado como primer director del Festival de Almagro.
“Garrido me conocía hacía mucho tiempo, relata, y sabía que me dedicaba al teatro, por lo que me habló de formalizar y organizar un certamen (llevaban cinco años celebrándose las jornadas) con características similares a las del de Avignon, uno de los festivales de artes escénicas más antiguo”, en esa época con casi 40 años.
Tres años
Y así fue como César Oliva se convirtió “por encargo del Ministerio de Cultura” en el primer director oficial del Festival de Internacional de Teatro de Almagro, a cuyo frente estuvo hasta 1985, año del adelanto de las fechas de celebración, y también en el que se germinó la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC).
“Garrido me pidió que invitara a Marsillach a pasar varios días en Almagro, donde le comentó la oportunidad de crear la compañía pública y de dirigirla”, evoca, a la vez que subraya la importancia de esta entidad “como un hito en la historia del teatro español”.
“Francia e Inglaterra tenían sus compañías, y España, con autores como Calderón de la Barca, Tirso de Molina o Lope de Vega, no tenía nada”, sostiene quien es también director de escena.
Oliva reivindica, igualmente, la dimensión internacional del ciclo encajero impulsada y alcanzada en su etapa, con montajes venidos de distintos países y continentes como fueron desde Italia, Francia, Argentina, Venezuela, Colombia, Puerto Rico, México y Estados Unidos.
En 1986, con la puesta en marcha de la CNTC y su presentación en Almagro con ‘El médico de su honra’, “yo di un paso atrás” para dejar que llegara otra vez su promotor, Rafael Pérez Sierra, en esa época director general de Teatro y también impulsor del Centro Dramático Nacional a finales de los 70.
Vinculación
César Oliva siempre ha estado muy vinculado a Almagro, a sus ciclos de debate y a sus tablas, con la presencia asidua a los foros de debates y estudios, y con un conocimiento, por momentos puntual, de la labor de los sucesivos directores.
En la última etapa del certamen, dirigida por Natalia Menéndez, comenta que “he ido a ver algún estreno de la CNTC, la he saludado y creo que está haciendo un trabajo espléndido”.
De esta manera valora “la vitalidad y la fuerza” del Festival de Almagro cuando cumple 40 años, un nivel que “no debe perder, ni tampoco caer en la autocomplacencia”.
Este estudioso resalta la abundancia y variedad de actividades en un programa que caracteriza al festival, y que aúna lo más representativo de la escena de los clásicos de la literatura barroca, con decenas de compañías de todo el mundo, jornadas con las principales voces teóricas, exposiciones, o premios, y que debe seguir, a su juicio, siendo referente para las próximas ediciones.
Otro efecto positivo para la ciudad encajera, subraya Oliva, ha sido la “multiplicación” de la capacidad hotelera y de restauración, tras los primeros años sin alojamientos hasta que se abrió el parador en 1979 y se estableció como la sede de los foros de discusión y reflexión sobre la dramaturgia de autores de hace 400 años.
Sigue en activo
El ‘viejo profesor’ sigue ejerciendo como asesor artístico de los teatros Romea y Circo de Murcia, además de haber recogido en un libro la semblanza dramatúrgica de los autores de la Generación del 98, y de haber participado en el I Ciclo de Clases Magistrales de la Academia de las Artes Escénicas de España (AAEE) en la Universidad de Salamanca (USAL).