Los autores del boom de la literatura latinoamericana, del que ahora se cumplen 50 años, “tiraron con sus libros las paredes” del universo en el que vivía y demostraron a Rosa Montero que “escribir era otra cosa, que había enormes mundos más allá de lo que había visto hasta entonces”.
Montero, que participó en el congreso internacional El canon del boom, recordó que tenía en torno a 18 años, en unos momentos en los que España estaba en los últimos años del franquismo, cuando leyó las dos primeras obras de esa generación de autores, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y Conversación en la catedral, de Mario Vargas Llosa.
Montero, que no procedía de una familia instruida ni tuvo mentores que la orientaran, sabía que “teníamos autores españoles estupendos pero muy muertos todos” y había leído algunos, pero a los contemporáneos “no los leía porque las dictaduras largas sobre todo rompen el tejido social, la credibilidad, la fiabilidad de la palabra pública”. “Así que, de repente, el boom me devolvió al orgullo por la literatura en esa sociedad franquista, terrorífica, anómala, grotesca y absurda”.
“Éramos tan pueblerinos culturalmente… y, de repente, llegaron una serie de escritores que te decían que en tu lengua se estaba escribiendo la mejor literatura del mundo”, apreció Montero, para quien la experiencia de conocer a estos autores fue “maravillosa” como lectora y también como escritora ya que, aunque ella escribía desde pequeña, le mostraron que “escribir era otra cosa”, aparte de que también a través del boom regresó a la lectura de los escritores españoles.
Para Soledad Puértolas también fue “todo un descubrimiento” conocer que en nuestra lengua se estaba haciendo literatura que no era la que “estrictamente estábamos leyendo o nos habían dicho que había que leer”.
Otro mundo
A través de una amiga del colegio conoció la obra de Julio Cortázar y su primera reacción fue, con sorpresa, preguntarse: “¿Pero esto qué es?”, admirada por la libertad y el atrevimiento con los que hacía literatura, impresión de que “aquello era otro mundo” que corroboró la lectura de Cien años de soledad.
También participó en el encuentro celebrado en la Universidad de Castilla-La Mancha el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, que resaltó que los autores del boom latinoamericano rompieron las barreras que había entre los distintos lenguajes -vernáculo, culto, cosmopolita o regionalista- haciendo que todos convivieran y fueran válidos
A su juicio, la obra de estos autores puso al día en el mundo la literatura que se escribía en español, comenzando a convertirse la creación latinoamericana, con esta “gran explosión”, en “un foco muy poderoso de atención”, traduciéndose de forma simultánea sus novelas en diversos idiomas. Por su parte, el autor colombiano Juan Gabriel Vásquez, perteneciente a una generación más joven que comenzó a leer y publicar siendo los autores del ‘boom’ unos clásicos vivos, resaltó el relevante paso que dieron estos creadores al “contaminarse” y escoger cualquier tradición literaria, aun siendo extranjera, para alzar y enriquecer su obra.
De las entrañas de los hechos
El autor nicaragüense Sergio Ramírez disertó sobre la obra del mexicano Carlos Fuentes, a quien definió como uno de los grandes escritores del siglo XX, con una obra muy prolífica, dilatada y balzaciana por su manera de organizarla en compartimentos y apartados. Ramírez resaltó que la producción de Fuentes, desde La muerte de Artemio Cruz hasta la última que se publica póstumamente Federico en su balcón, estuvo siempre ligada a la historia, narrando en sus novelas, de forma paralela, los hechos históricos de México y América Latina. Sus novelas salen de “las entrañas de los acontecimientos anormales de la historia”, comentó Ramírez, que indicó que es algo que hoy vemos en España con “novelas que se escriben sobre la Guerra Civil y la República, de estos tiempos de anormalidad y confrontación que por fin están entrando en la literatura a través de obras de autores como Javier Cercas o Almudena Grandes”.
Transformación óptica
La literatura de Latinoamérica “ha cambiado muchísimo” 50 años después del ‘boom’ que experimentó, a juicio de Juan Gabriel Vásquez, que indicó, en este sentido, “la desaparición de esa necesidad un poco visceral” que se tenía de reinventar Latinoamérica. Era como si los autores del ‘boom’ “se hubieran propuesto contar la historia del continente de nuevo y casi crear un continente paralelo dentro del lenguaje”. “Porque no se había hecho antes y ellos ya lo hicieron, las generaciones siguientes no hemos tenido la obligación de seguir haciéndolo”, dijo el autor colombiano, que indicó que la evolución experimentada es casi una “transformación óptica, en el sentido de que si para la generación del boom todo era como una especie de visión telescópica, para nosotros se ha vuelto microscópica. Mi generación se ha interesado mucho más por el lado íntimo de las mismas historias que la generación del boom exploró desde un lado absoluta y radicalmente público”, argumentó.
“Esa concentración de la mirada creo que es una de las grandes diferencias: Nuestro interés por las historias íntimas frente al ente macro que utilizan las novelas de Vargas Llosa o Carlos Fuentes”, indicó Vásquez, para quien el boom de la literatura latinoamericana del que ahora se celebra medio siglo logró cambiar la noción que se tenía en el resto del mundo sobre la vida en un amplio territorio, cuya “complejidad y variedad inmensa comenzó a ser entendida”. Se trata de un efecto lateral y secundario pero muy importante de toda buena literatura: Romper con los estereotipos y demostrar que “la vida es mucho más compleja de lo que parece y, sobre todo, de lo que dejan saber los medios”, agregó Vásquez, que resaltó que el realismo mágico ha dado un “puñado de libros muy interesantes y toneladas de basura”, y ha sido un concepto a veces utilizado de forma reduccionista.