Taxi es un vodevil (así definió a la obra Yuste) que no defrauda, ni engaña. Si se vendió el aforo del teatro y va camino de lo mismo para hoy, es porque el público tiene una idea bastante clara de lo que va a ver, de lo que va a ofrecer la obra: carcajadas. Y la función lo cumple de sobra. Taxi no da tregua, las risas empiezan desde que aparece la voz en off de Santiago Segura y el respetable sigue riendo (sonriendo, al menos) en la calle. El público disfrutó con esta comedia de enredo, descacharrante, ligera y desenfadada.
Como buen vodevil, los líos, confusiones, malos entendidos y mentiras se van enredando, como una madeja, conforme va avanzando la obra, llegando a algunas situaciones surrealistas por lo disparatado. Pero lo importante es que el público se divierta, insistimos, y ¡vaya si se consigue! La sucesión de gags, algunos adaptados a Tomelloso, no da un solo segundo de descanso, el ritmo es frenético (los personajes no paran ni un momento), ofreciendo un humor muy reconocible por el espectador, el de Josema Yuste.
El protagonista de la obra, Josema Yuste, es taxista de profesión. Una circunstancia fuera del guion (socorre a Falete de unos atracadores y acaba en el hospital) descubre que este hombre, de aparente vida monótona, está casado con dos mujeres, viviendo con cada una de ellas en un barrio diferente. Su nombre aparece en el hospital y en la comisaría de cada distrito en el que vive y todo tiene visos de venirse abajo. ¿Serán dos personas con el mismo nombre o una misma persona con una doble vida? Eso es lo que tratará de descubrir la policía… y él intentará esconder por todos los medios. Para ello contará con la inestimable ayuda de un vecino muy “incómodo”, al que da vida Sergio Fernández, “El Monaguillo”.
El elenco formado por Josema Yuste, Sergio Fernández “El Monaguillo”, Alfredo Cernuda, Esther del Prado, Maribel Lara y Javier Losán hacen un trabajo solvente. Los personajes explotan al máximo los estereotipos dando pie a situaciones muy cómicas. Además, se percibe una complicidad entre ellos, que el público nota y que hace que todo funcione.
Taxi es, como decimos, una función que ofrece un rato de entretenimiento, algo que no es poco en los tiempos que corren, con un humor sin complicaciones. Una obra que divierte y en la que el público no para de reír y, por encima de todo, que no engaña a nadie.