El ciudarrealeño Conservatorio Marcos Redondo ha hecho acopio de gel hidroalcohólico, entre otros productos desinfectantes, pero también de manivelas para abrir ventanas, habitualmente cerradas en la aulas de un centro diseñado como un espacio cerrado con objeto de que el sonido de los instrumentos no llegue al exterior y al disponer de un sistema de climatización y ventilación que renueva en el interior continuamente el aire.
Este sistema cuenta con filtros similares a los que se emplean, a excepción de los quirófanos, en el hospital y los técnicos afirman que “la recirculación y renovación del aire es incluso mayor con las ventanas cerradas”, que precisamente están ideadas para no abrirse, pero como es algo que “no sentimos” y “nos resulta más confiable” los espacios con las ventanas abiertas se va a permitir este curso su apertura en todas las aulas, indica el director del Conservatorio, Rafael Sanz, que resalta que el retorno a estas enseñanzas, previsto para el 5 de octubre, va a ser “muy diferente” y “lleno de novedades”.
Ahora, en septiembre, se están haciendo las pruebas de acceso con 190 aspirantes, más que el año pasado, ilusión por formarse en la música, tocar y cantar, tras estar tanto tiempo en casa, que anima a los profesores a tratar de que se mantengan estas enseñanzas e impartir las clases con las medidas de seguridad recomendadas.
Entre ellas, está la distancia entre alumnos establecida en un metro y medio en el caso de las enseñanzas teóricas y las prácticas de instrumentos de tecla y cuerda, mientras que será de dos metros entre los estudiantes de instrumentos de viento. También se establecerán dos metros entre los alumnos de canto y coro, los cuales deberán llevar mascarilla.
Para cumplir con esta distancia interpersonal, tratando de llegar a la máxima oferta posible, aunque se reducirá un poco respecto a otros años, se han incorporado tres amplios espacios con otros fines previos para dar clases como son el auditorio para las bandas y orquestas, que tocarán tanto sobre el escenario como en el espacio situado bajo el mismo y el patio de butacas, empleando las primera filas de los asientos para desenfundar, montar y desmontar los instrumentos; la sala de lectura que se ha habilitado como sala de percusión; y el aula 40 que se reservaba para pequeñas audiciones y que ahora acogerá clases de Lenguaje Musical.
Asignaturas como Lenguaje Musical mantienen las ratios, en este caso de quince alumnos llevándola a aulas mayores, y se han reducido levemente los agrupamientos, adaptándolos a los metros disponibles, en Historia que pasa de quince a doce, mientras que Análisis y Armonía pasan a un máximo de diez y “donde más se han reducido es en las colectivas de instrumento” estableciéndose agrupamientos de hasta tres alumnos manteniendo entre ellos la distancia de seguridad.
Limpieza
La limpieza es otro de los pilares en este regreso de las enseñanzas musicales. “Hemos solicitado un refuerzo de limpieza y pedido al personal del que dispone el centro que se intensifique el fregado que ya se hacía en las aulas de instrumento y zonas comunes”, expone Sanz, que destaca el “enorme trabajo” que está realizando este servicio “no sólo en las aulas de instrumento donde se intensifica, sino también limpiezas que antes no se reparaban tanto como puertas, cristaleras y todo tipo de superficies como pupitres y mesas de profesores”.
Preocupan especialmente las clases con instrumentos de viento ya que para tocarlos no se puede utilizar la mascarilla, confiando en la eficacia del distanciamiento establecido y la ventilación del centro, a la que se sumará la apertura de ventanas si es necesario, señala Sanz, que indica, respecto a la colocación de mamparas, que “se va a hacer un sondeo para ver hasta dónde podemos llegar”. Hay una dotación para su adquisición, pero “no podríamos tener mamparas para todos, sería un mar de mamparas para, por ejemplo, una orquesta”.
Además de la reducción de alumnos en las colectivas de instrumento, que en el caso de viento será en aulas algo mayores que las de tecla y cuerda, este año se ha creado una banda más. Habrá cuatro niveles de banda en lugar de tres para que el número de intérpretes sea menor y esas bandas también se desdoblarán en ocasiones en ensayos separados para preparar los repertorios logrando con ello “más metros de distancia”.
Se buscará que no se lleven a cabo algunas costumbres como soplar para quitar la saliva de la boquilla en instrumentos de viento, soplido que es “más violento que el de mantener un sonido”, comenta Sanz, también profesor de saxofón, que apela a la responsabilidad de todos, alumnos y profesores, para el cumplimiento de las medidas de seguridad. En este sentido, subraya que “la gente tiene que concienciarse y asistir en buenas condiciones de salud y con ilusión para seguir haciendo música aquí”.
Distanciamiento
También destaca que habrá que diseñar de otra manera la forma de impartir las clases y “habituarnos a ello”. Es muy normal que profesor y alumno compartan, “hombro con hombro”, el mismo atril, pero ahora habrá que guardar el distanciamiento, de manera que el alumno deberá apartarse si se va a usar un mismo instrumento para que el profesor realice el pasaje que quiere enseñarle, a lo cual se suman las medidas implementadas de limpieza del instrumento antes de la clase, lavado de manos obligatorio del alumno cuando pasa al aula y después de tocar el instrumento, ya sea por ejemplo un piano o un contrabajo si se usan de manera compartida. A este respecto, indica que “se tratará de evitar al máximo, pero algunos habrá que compartirlos”.
La reorganización del centro comienza en la puerta del Conservatorio con una especie de isla que separa el recorrido de acceso y de salida. La entrada conduce hacia la izquierda hasta la zona de Conserjería, la cual se ha acristalado y donde las ordenanzas toman la temperatura con un termómetro de infrarrojos a todo el que accede. Se circula por el centro por la izquierda, como en las carreteras británicas, al estar en esa dirección la Conserjería a la que hay que acudir sí o sí nada más entrar al Conservatorio.
En Secretaría, se ha instalado una mampara o separador de sobremesa y se ha eliminado todo el mobiliario no estrictamente necesario en aulas, así como en pasillos, los cuales son exclusivamente para tránsito. Así mismo, en el marco de las nuevas normas de convivencia, se atenderá a los alumnos con horas ‘en blanco’ entre clase y clase ofreciéndoles las cabinas de estudio con prioridad para los estudiantes “más pequeños”. Si la petición es individual, en estas cabinas podrán tocar o hacer tareas teóricas, pero si no hay suficientes se agruparán los alumnos en un máximo de tres y sólo podrán hacer actividades teóricas, comenta Sanz, que resalta, por otra parte, que, aunque sin público, los alumnos realizarán audiciones para que experimenten la sensación de tocar en un escenario grande como el del Auditorio Manuel de Falla y se tratará de difundirlas en las redes sociales para que tenga repercusión su trabajo.
Regreso a la Dirección
Sanz, que dirigió el Marcos Redondo entre 2014 y 2018, se ha vuelto a poner al frente del Conservatorio a petición del delegado provincial de Educación, Cultura y Deportes al ser el penúltimo en ostentar el cargo, tras trasladarse a Madrid el último director, Carlos Cano, y no poder culminarse el proceso de elección de un nuevo equipo director con la llegada de la pandemia. “Yo estaba en el banquillo cómodamente” y “dije que sí”, aun sabiendo que “no iba a ser una fiesta” por la dificultad del momento, porque “me he criado aquí, soy de Ciudad Real, he estudiado en este centro, del que he sido director y creo que le debo cosas como dedicación y cariño”.
“Es un encargo difícil, pero lo sabía, no he entrado engañado”, asegura, al tiempo que confiesa con humor que sí ha tenido que “engañar” a su equipo, del que forma parte un profesor con mucha experiencia como José Alfonso Cruz como jefe de Estudios y “otro más joven como secretario, Santiago Aguilar”. Para que hubiera cierta continuidad, al resto de miembros del equipo director saliente les propuso seguir en el cargo pero por motivos personales y compromisos profesionales declinaron el ofrecimiento, apunta Sanz, que valora el “buen trabajo” realizado por el anterior equipo en temas como la difusión de lo que “se hace aquí” lo que ha favorecido el actual incremento de aspirantes a conseguir una plaza en el Marcos Redondo.
Por la ilusión que transmiten por tocar, merece la pena el esfuerzo por tratar de mantener la presencialidad de las clases y cumplir con todas las normas de seguridad en un curso en el que el “gran proyecto” es que el centro sea “lo más seguro posible” ya que “nunca puede ser igual” seguir una clase a través del móvil o la tablet que venir al aula, “sentir el sonido” y tocar en el auditorio.
“Estamos aquí, con toda la humildad del mundo, para tratar de hacerlo lo mejor posible para que el centro funcione”, resalta Sanz, que señala que este curso se debe preparar el proceso de elección de la próxima Dirección por parte de un equipo para cuatro años, de manera que el próximo año habrá un nuevo director. Aún no tiene decidido si se presentará. “Vamos a sacar adelante este año lo mejor que podamos, ésa es mi intención”.
