Supongo que pedir cordura y reflexión serena en este momento de certezas patrioteras es una quimera. Supongo que los tiempos de Twitter no son dados a tales excesos racionales. Supongo que lo que toca es insultarse, enfrentarse, tirarse al monte. Supongo que en esto tenemos mucha experiencia y nos sentimos cómodos en España.
Supongo que es propio de franquistas pedir que se respete el orden democrático constitucional y se persigan los delitos. Supongo que lo lógico es que la izquierda se alinee con las pretensiones nacionalistas de la burguesía de una de las zonas más ricas de Europa. Supongo que los planteamientos de clase quedaron obsoletos. Supongo que es herético el análisis bajo el prisma del materialismo histórico y de la dialéctica hegeliana.
Supongo que el sentido de Estado es cosa de locos. Supongo que exigirle a la clase política que actúe hoy pensando en el largo plazo provocará risa. Supongo que sugerirle a la oposición que espere a que escampe la crisis constitucional para, legítimamente, pedir responsabilidades al Gobierno es no entender nada. Supongo que recordar que el Estado es, en última instancia, el amparo de los débiles, es también una herejía en tiempos de neoliberalismo y nacionalismos identitarios centrífugos.
Supongo que pedirle a un gobierno que ha demostrado constante cortedad de miras y desconexión con la sociedad que haga política de mayores es un absurdo. Supongo que quienes han abusado de las instituciones de todos como si fueran su cortijo ya no están para estos trotes. Supongo que un partido calificado por un juez de instrucción como “organización criminal” no tiene hoy auctoritas para casi nada.
Supongo que expresar cualquier duda sobre la actuación de los mandos policiales y del Ministro del Interior es pecaminoso. Supongo que recordar a quienes hablan de “represión” que, en un Estado de Derecho, el monopolio del uso legítimo de la fuerza lo tiene la policía es una boutade propia de obsesos del derecho constitucional. Supongo que a nadie le interesa que la policía cumpliera resoluciones judiciales dictadas por jueces que accedieron a su cargo por oposición.
Supongo que de una turba de fanáticos que, desde instituciones democráticas creadas por la Constitución y el Estatuto de Autonomía, llaman al incumplimiento de la ley de la que emanan sus poderes no se puede esperar ya nada. Supongo que serán conscientes de que se les vienen encima consecuencias jurídicas, personales y patrimoniales, muy graves. Supongo que seguir llamando a esto Estado de Derecho es nuevamente cosa de fascistas.
Supongo que para muchos será incomodo escuchar que, viendo la situación desde Londres, el escenario recuerda demasiado al vivido durante la campaña del Brexit. Supongo que ver a Nigel Farage, líder del UKIP, apoyar la causa catalana en el Parlamento Europeo será una inyección moral para los secesionistas. Supongo que recordar que todo nacionalismo identitario lleva implícito el germen de la xenofobia, la exclusión y el egoísmo será considerado un exceso verbal.
Supongo que siempre nos quedará el exilio en México, Buenos Aires o Montevideo.