El epidemiólogo ciudarrealeño Juan Castell vuelve a cuestionar las medidas de confinamiento decretadas por los gobiernos de distintos países, en el caso de España en algunas comunidades y municipios, con el fin de evitar la propagación del coronavirus SARS-CoV-2 ante la llegada de la segunda ola.
Las políticas restrictivas y los aislamientos generalizados, a su juicio, están teniendo impactos negativos en la salud de las personas –tanto física como mental- y sobre todo en las economías de menor escala, que “están asfixiando a pueblos de nuestro entorno”. Por tanto “son poco efectivas”.
Entre las consecuencias de la fallida estrategia destacan, explica el médico, el empeoramiento de las enfermedades cardiovasculares y oncológicas. Es un contexto que se traducirá en la precarización de la salud de las personas y en un mayor coste para la sanidad pública.
“No es verdad que las medidas más drásticas de aislamiento sean más efectivas” porque curiosamente en países como Argentina, con un confinamiento de más de 200 días, la incidencia “es altísima”.
Las acciones de contención de este calado “no están justificadas”, sostiene Castell, y serían eficientes si, tal y como recogió la OMS en su último informe (2017) sobre cómo gestionar una pandemia de gripe se aplicaran en un escenario prototipo, es decir, sobre una población controlada, con moderada transmisibilidad y escasa movilidad.
Todo lo contrario que caracteriza a las sociedades europeas, dinámicas y activas, donde, en opinión del ciudarrealeño, la forma más viable de lograr la inmunidad entre la población sería con la aplicación de las vacunas.
Mientras tanto, opina, las instituciones habrían de valorar los criterios estrictamente epidemiológicos a la hora de adoptar protocolos contra el coronavirus, como son las curvas de defunciones que publica el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) del Instituto Carlos III, el “único serio y útil para llevar un seguimiento de la pandemia”.
Estos balances, basados “en la observación”, muestran en sus últimos gráficos líneas “ligeramente por encima del intervalo de normalidad”, y “que dan tranquilidad” hasta alcanzar un entorno seguro con la inmunización vacunal.
“No tienen nada que ver con los datos de entre marzo y mayo, cuando claramente hubo un exceso de mortalidad”.
“Porqué nadie habla de esto”, se pregunta Castell.
Otra cosa son las cifras diarias que las comunidades autónomas y el propio Ministerio de Sanidad reportan sobre los casos positivos, con repuntes en buena parte debidos al incremento de pruebas PCR, las más fiables para diagnosticar la Covid-19
“En términos epidemiológicos, interesa la gente que está grave o muere”, aclara, y en la actualidad la tasa de letalidad del coronavirus es menor que la proyectada para la gripe, que “va a matar mucho más”.
“Estamos en manos del virus”, insiste el epidemiólogo, y en los últimos meses “ha provocando menos muertes” porque “las cepas prevalentes tienen una capacidad infectiva alta pero de menor letalidad”.
La vacuna es la herramienta más eficaz
Castell insiste en que la vacuna con el SARS-CoV2 es la herramienta más eficaz entre la población para frenar el virus, con varias internacionales en fases muy avanzadas. Tendría que empezarse a inocular entre los grupos de riesgo y luego ampliarse al resto de la sociedad. Se sumaría la inmunidad cruzada de quienes ya hubieran desarrollado anticuerpos neutralizantes.
Por ello, el especialista dice no entender “porqué hay tanta reticencia” por parte de los expertos a la hora de apostar por la vacunación.
Es una estrategia también válida para la gripe y su aparición en las estaciones de otoño e invierno. “Habría que vacunar a toda la población, como a los niños y adolescentes para aumentar la inmunidad general y dificultar la transmisión comunitaria del virus”. Las campañas actuales, comentan, no alcanzan el 50% de los mayores 65 años, y no llegan al 15% de protección en la sociedad.
Controlar ambas infecciones “será complicado”, y con las vacuna contra el coronavirus “habría más gente inmunizada y circularía menos”.