Un guerrero de la Edad del Bronce con arco y espada al cinto, labrado en una piedra que podría datar de hace tres mil años se ha convertido en la nueva “adquisición” del Museo Provincial de Ciudad Real-Convento de la Merced.
La pieza, una de las conocidas ‘estelas de guerrero’ del final de la Edad del Bronce, ha sido localizada este mes en Chillón por un labrador que lo comunicó al Seprona de la Guardia Civil, y es similar a la hallada en 2014 en un paraje cercano de esa localidad, sólo que en mejor estado.
“Está muy bien conservada y los relieves, aparte de la pátina del tiempo, tienen bastante calidad”, explica José Ignacio de la Torre, director del museo. “La intención es exhibirla o cuando menos presentarla al público, pero para eso hay que inventariarla y hacer una investigación más concienzuda”.
Las estelas en la ostentación del poder
De la Torre se plantea organizar algo parecido a lo que se hizo con la primera estela de Chillón, la de 2014 que formó parte de la exposición ‘La ostentación del poder: metalurgia en la prehistoria y protohistoria’ (en Ciudad Real en 2016), un repaso a la importancia de los metales en ese periodo de la historia de la humanidad.
La ‘estela de Chillón II’ -como terminará llamándose- “viene a enriquecer el repertorio de estelas del final de la Edad del Bronce que tenemos en la provincia” (alrededor de quince de las ciento veinte conocidas en la península), señala de la Torre.
La “panoplia del guerrero”
En la nueva estela de Chillón que el Museo de Ciudad Real ya tiene en sus almacenes se representa un personaje masculino con arco, espada al cinto y otros complementos que marcan el estatus, como el espejo, todos ellos elementos característicos de lo que los arqueólogos llaman “la panoplia del guerrero”.
Según el director del museo durante un tiempo se pensó que este tipo de piedras, grandes y voluminosas, tenían que ver con ritos funerarios, pero la hipótesis más aceptada ahora es que eran hitos de señalización del territorio, “siempre se encuentran en caminos, vados y lugares estratégicos; no han aparecido restos de enterramiento al lado que se utilizaban para marcar en el final de la Edad del Bronce, entorno a finales del segundo milenio antes de cristo y comienzos del primero”.
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