Este miércoles daban comienzo los conciertos de esta decimocuarta edición del Festival de Música Antigua de Alarcos. Y ello, exactamente 802 años después de aquella batalla que tuvo grandes repercusiones para la cristiandad, con revancha incluida en Las Navas de Tolosa. Si hace unos días con motivo del trabajo sobre La Judía de Toledo, en el XL Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, nos referíamos a Alfonso VIII como el vencedor de Las Navas de Tolosa (1212), hoy tenemos que referirnos al soberano como el perdedor de Alarcos en 1195. El resultado fue la victoria del imperio almohade, frente al Reino de Castilla.
Fueron comandantes de aquel enfrentamiento armado, Diego López de Haro, por Alfonso VIII, y Abū Yahya ibn Abi Hafs, por Yusuf II. Y aunque se llegó a hablar de miles de caballeros de armadura pesada –que una estimación más moderna eleva hasta los 25.000-, no es posible cuantificar ni las huestes ni las bajas de uno u otro bando. Lo único que ha quedado claro es la derrota cristiana frente a los almohades. En estos días se viene celebrando una recreación histórica de aquella efeméride, en el lugar en donde se aposentó el campamento de las tropas de Yusuf II.
La batalla de Alarcos (Ma’rakat al-Arak) se libró junto al castillo de Alarcos (Al-Arak), en el cerro a cuyos pies corre el río Guadiana, y a tiro de piedra de la actual Ciudad Real, el 19 de julio de 1195. El saldo negativo para las tropas cristianas desestabilizó por completo al Reino de Castilla y frenó todo intento de reconquista hasta la batalla de Las Navas de Tolosa. Que fue tan sólo 17 años después, y con un poder de organización y coordinación muy superior al del desastre de Alarcos.
Pero no es ahora el momento más que de recordarlo. Hoy, Alarcos es lugar de reflexión. Porque la reflexión siempre es buena, y casi siempre necesaria. Lo cierto es que las batallas son siempre la imposición por la fuerza de unas ideas sobre las de otros. Y, al final, las gane quien las gane, las batallas siempre las perdemos todos. Aunque 802 años después no hemos renunciado al predominio y la intolerancia en el mundo.
EL FESTIVAL
El sitio de Alarcos, y su importante capilla, se nos ha revelado en estos años como un lugar idóneo para este tipo de celebraciones culturales. Muchos –y excelentes- grupos han pasado por un escenario ciertamente de minorías, pero no por ello menos digno de protegerse e incluso de potenciarse. Por el contrario, la celebración de la Romería de Alarcos es un encuentro de mayorías, igual de importantes y de idéntica respetabilidad.
Durante estos años se nos ha ofrecido un programa ciertamente original, a veces sorpresivo, y siempre variado. Su celebración siempre ha estado en torno al 19 de julio, la fecha emblemática, y su duración ha venido fluctuando entre los tres y los seis días. Este año se han programado cuatro conciertos para las 22 horas de cada día, y de ellos iremos dando cuenta paulatinamente.
Tras la presentación del acto por parte de la alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora, que agradeció la presencia y apostó por este tipo de espectáculos, al filo de las 22 horas hacía su aparición Ana Alcaide, embarazada de siete meses, como ella misma nos confesaría, en una clara apuesta por la vida. Ya que, pese a su dedicación a la música del mundo, nunca ha renunciado a su maternidad.
ANA ALCAIDE
Esta mujer (Madrid, 1976), especialista en Word music y música sefardí, lleva vinculada a Toledo los últimos 15 años de su vida. Inició sus estudios musicales con el violín a los siete años, estudiando después en el Conservatorio de Getafe, y posteriormente en la Universidad de Lund, Suecia. Gracias a una beca de estudios de Biología, en el año 2000 viajó a Suecia y conoció la “nyckelharpa” o viola de teclas, instrumento tradicional sueco.
Atraída por su sofisticación y profundidad sonora, comenzó a tocarlo de forma autodidacta y callejera en la ciudad de Toledo, lejos de su tradición original. Años más tarde, en 2005, se trasladó a Suecia para ampliar sus estudios musicales y especializarse en este instrumento. Allí recibió influencias de otras tradiciones musicales, iniciándose en el estudio de nuevos instrumentos y de su propia voz.
Diplomada en “Malmö Academy of Music”, cursó un “Individual Project” en el que orientó su carrera hacia las músicas del mundo, combinando su interés por la música tradicional, con el aprendizaje de técnicas más modernas que han permitido crear su propio camino como intérprete y compositora. Como consecuencia de esa búsqueda, publicó ‘Viola de teclas’ en el año 2006, obra que marca el inicio de su carrera musical y que la convirtió en pionera en el uso y divulgación de la nyckelharpa en España.
EL CONCIERTO
Su segundo trabajo, ‘Como la luna y el sol’ (2007/2008), fue el resultado de su proyecto final de su carrera y ofrece su particular visión de la antigua tradición sefardí. A finales de 2009 recopiló sus tres primeros años de trabajo en el DVD ‘Ana Alcaide en concierto’, grabado en la Sinagoga del Tránsito de Toledo. En 2012 publica su tercer disco, ‘La cantiga del fuego’. Un trabajo que presentó en 2012 en este mismo lugar de Alarcos.
Ya en nueva línea de trabajo ‘Tales of Pangea’, Ana Alcaide fusiona su música con las melodías indonesias, dando como fruto su último trabajo, ‘Gotrasawala’, presentado anoche en Alarcos. En donde estuvo acompañada por cuatro músicos (tres de ellos indonesios), con gran profusión de instrumentos típicos de Indonesia, y uno de los cuales ejecutó unos emocionantes bailes típicos de aquel lugar de Asia, a los cuales invitó a algunos de los espectadores.
El Concierto resultó extraño y muy alejado de lo que en estos años hemos ido presenciando en la ermita. Pero también exótico y apasionante, y puso de manifiesto el virtuosismo de sus músicos al frente de algunos instrumentos innombrables, la excelente forma y creatividad del bailarín, y la pureza y creatividad de la voz de Ana Alcaide. Que en tan escaso tiempo ha sido capaz de asimilar la filosofía y la cultura musical de Indonesia. Y que ha recibido este año el Premio de la Cultura de Castilla-La Mancha.