A punto de cumplir los 45 años trabajando con la fotografía, Cristina García Rodero trae una nueva muestra a Madrid dentro de PHotoEspaña, “Lalibela: Cerca del cielo”, una estremecedora exposición donde vuelve a plasmar su preocupación por el ser humano, en este caso sobre la ciudad etíope de Lalibela.
Una muestra con “imágenes bíblicas” de la ciudad llamada “nueva Jerusalén”, como ha señalado la comisaria de la muestra, Oliva María Rubio, durante la presentación de la exposición que se inaugura mañana en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa.
“Siempre me he interesado por las personas, intento comprender cómo son porque siempre he buscado el porqué de la injusticia en la vida”, ha señalado a Efe la gran fotógrafa.
García Rodero (Puertollano, Ciudad Real) académica, premio World Press Photo, Nacional de Fotografía o Medalla de Oro al mérito de las Bellas Artes, entre otros muchos galardones, entre 2000 y 2009 viajó en tres ocasiones -“muy poquitos días”- a Laliblea, situada en el corazón de las montañas de Etiopía, un lugar sagrado, único en África negra y centro de devoción de la cristiandad.
Un lugar bíblico en donde sus once iglesias esculpidas en la roca, dentro de las montañas a 2.600 metros de altitud, fueron declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
“Allí, a ese lugar tan pobre, con gente que no tenía nada, apenas agua, porque allí es sagrada, llegué buscando espiritualidad y me encontré con una ciudad muy alta y muy cerca del cielo. De ahí, el título”, ha subrayado la fotógrafa en la presentación.
“Me encontré a gente muy espiritual y muy, muy pobre que se refugiaba en Dios creando el lugar de peregrinaje más importante de toda Etiopía”. Una ciudad que recibió su nombre actual del rey Gebra Maskal Lalibela, que gobernó entre 1172 y 1212 y quiso hacer de la ciudad una Nueva Jerusalén.
“Siempre me pregunto por qué me muevo entre masas, si al final termino fotografiando a individuos o pequeños grupos. A mí no me dice nada la masa, lo que busco es entender cómo es la persona, la singularidad de la persona. Pregunto y deseo comprender”, ha recordado Rodero.
La exposición reúne poderosas imágenes en blanco y negro que muestran el paisaje rocoso, con sus iglesias en las rocas profundas; los rostros de hombres, mujeres y niños, muchos de ellos con cara de trance o mirada sobre el infinito, que, cubiertos con ropa blanca, crean una sensación de misticismo fuera del tiempo.
Rodero, que no para de trabajar, aunque dice que se tomó un descanso no hace mucho, asegura que le quedan muchos trabajos por cerrar y otros por abrir.
“Quiero cerrar el tema de India -explica-, los temas del agua, el cielo, los carnavales, las religiones de América Latina; pero también quiero trabajar en lo que es la alegría, romper con toda esa botella que estalla para vivir, que explosiona por deseo de felicidad. Lo que rompe con la monotonía, y decir, voy a ser feliz”.
“Por eso, la constante que me guía es la espiritualidad y el cuerpo”, concluye esta artista, que asegura que después de llevar tantos años trabajando, sabe “leer bien el rostro de las personas”.