Francisco López es el CEO de Oasis Analítica, empresa dedicada a la recopilación y el análisis de datos a través de un software propio. Su socio y él vienen de otros campos. En su caso, de las telecomunicaciones. Ambos han cambiado su vida y provienen de sectores totalmente industrializados. Sin embargo, el campo está cristalizando en este sentido.
Al igual que en su momento la mecanización supuso un cambio de paradigma, ahora lo será la digitalización con todos sus procesos. Oasis Analítica es la versión actualizada del cuaderno que los agricultores mayores llevaban en el bolsillo de la camisa.
López, que llegó al sector con 37 años antes de la pandemia, cree que la digitalización pasa directamente por una obtención masiva de datos que, con modelos matemáticos, inteligencias artificiales y un tratamiento adecuado, puedan mejorar la rentabilidad, la eficacia y la eficiencia del sector agrícola.
Si se consigue maximizar la producción, la empresa agrícola empezará a funcionar a un rendimiento sin precedentes.
P.- ¿Por qué cree usted que existe tanta reticencia en el campo para dar el paso de abordar el proceso de digitalización?
R.- Es un cambio cultural el que le estamos obligando a hacer al agricultor. Y, además, el problema es que no está saliendo de manera orgánica, no es algo que el campo esté pidiendo sí o sí, aunque lo hará. Ahora mismo se está casi obligando desde el Ministerio y desde Europa.
Al agricultor se le dice: “Te tienes que industrializar sí o sí”. Y de primeras, les supone un choque. Hay que intentar transformar su pensamiento desde la didáctica.
P.- ¿Qué papel juegan en el sector agrícola los nuevos actores como su empresa?
R.- En este caso, los jóvenes tenemos que hacérselo todo lo fácil que podamos. La digitalización y este nuevo proceso de industrialización viene a sumar, a ayudar, a hacerle la vida cómoda al agricultor.
P.- ¿Y cuál es la manera de conseguir que el agricultor confíe en empresas como la suya? A algunos estas cosas les siguen sonando a idiomas ininteligibles…
R.- Divulgación y didáctica. No hay más. Y no creernos mejores por tener estudios superiores. El agricultor ya estaba ahí antes de todo esto.
P.- ¿Dónde se enmarca la recopilación y analítica de datos en el flujo natural que va a seguir la digitalización?
R.- Lo primero que necesita un agricultor para abordar el proceso es tener todos los datos digitalizados para, a partir de ahí, optimizar. Al tenerlos controlados al milímetro, el agricultor se da cuenta de lo que funciona y de lo que no funciona, cosa que antes ya hacía, pero ahora con la analítica va a conocer algo fundamental: el porqué.
“A la digitalización se llega con divulgación y didáctica”
P.- ¿Peligra el agricultor pequeño? El que cultiva para sobrevivir, el artesano…
R.- Va a haber espacio para los artesanos del campo; los que hacen en su propio vino, los que su aceite es muy especial. Pero el soporte a la mayoría va a ser a través de grandes empresas y explotaciones. Una industria eficiente al máximo, porque si no, no comemos.
P.- En esta recopilación de datos y teniendo en cuenta la Agenda 2030, todo apunta a que las métricas de carbono van a tener un papel de especial relevancia en el proceso. ¿Qué va a poder aportar la analítica en este sentido?
R.- Empezamos hace años a investigar la medida del carbono en el la producción agrícola y se ha llegado a la conclusión de que la agricultura puede ser una de las palancas que revierta el cambio climático.
P.- Desarrolle, por favor.
R.- Ahora se está hablando mucho del ‘carbon farming’. Europa antes de 2023 tiene que ser neutra en carbono. Esto significa que todo el carbono que se emita tiene que ser capturado. Y hay proyectos que se basan en esto. Pensamos que eso se podía medir, y así es. Se pueden tener métricas de cuánta cantidad de carbono está capturando una explotación agrícola con la diferencia entre suelo y cultivo, árboles…
A través de la analítica se puede conseguir que el campo tenga huella de carbono negativa, es decir, que capture más de lo que emita.
P.- Y eso, por supuesto, se puede vender.
R.- Así es. Y está muy relacionado con la trazabilidad, que es uno de los principales factores de venta ahora mismo.
P.- Dicen que los datos son la divisa más potente del mundo, el petróleo del siglo XXI.
“Los datos aportan valor y, por tanto, aumenta la rentabilidad”
R.- Muchos de nuestros clientes nos utilizan como marketing. Llega un gran comprador y le dan acceso al sistema de seguimiento para que vean cómo funciona, qué te doy, de dónde viene y qué es lo que he hecho con él. Eso aporta un valor tremendo al producto. Los datos aportan valor, y si tienes valor aumenta la rentabilidad.
P.- ¿Es importante localizar y tener acceso al camino vital del producto agroalimentario?
R.- El consumidor quiere saber de dónde viene lo que pone en su mesa. Y si puede ser sostenible, de kilómetro cero, ecológico y demás, mucho mejor.
P.- Aunque parece que la figura del agricultor está un poco demonizada actualmente si hablamos del cambio climático…
R.- Ahora mismo, si te fijas, al agricultor le falta tener un rabo para ser el malo de la película (ríe). Se dice que el agricultor está secando Doñana, que si los agricultores secan el Tajo… Pero que no se olvide que todos comemos gracias a ellos. Hay que tener empatía y respeto.
P.- Su empresa gestiona varias explotaciones en Castilla-La Mancha. ¿Cómo es el agricultor manchego?
R.- La percepción que tengo de ellos es que son muy constantes respecto a los otros clientes que tengo de otras zonas. A los de Castilla La Mancha los más estructurados, más organizados en su día a día.
P.- Eso quizás lo da la dureza y la incertidumbre de esta tierra…
R.- Hay mucho agricultor que no se plantea de esto puede hacer dinero más allá de sobrevivir. La agricultura sigue teniendo un componente de tradición y casi heroico que dificulta un poco el paso de entrada al proceso de digitalización e industrialización. En La-Mancha, el que viene a mí, ya sabe a lo que viene y muestra buena capacidad de organización, seguramente como tú dices, le venga de los tiempos de vacas flacas.
P.- ¿Se modernizará Castilla-La Mancha?
R.- No le queda otra. Es un proceso inevitable y necesario. Ya es presente. Y digo más: la tierra es la misma en Murcia y Cataluña que en otros sitios de España. ¿Por qué en unos sitios es riqueza y en otros no? La digitalización va a igualar las cosas.
P.- ¿Cómo recibe el agricultor los datos? Su aplicación es intuitiva y lleva a tener bastantes datos a un clic.
R.- A muchos les engancha saber por qué pasan las cosas en sus explotaciones. Ellos tenían en la cabeza muchas situaciones, y datos apuntados, algunos hasta habían digitalizado. Pero la analítica de macrodatos les descubre un mundo nuevo y son los propios agricultores los que vienen diciéndonos: “Oye, ¿puedo saber esto? ¿Y esto otro?”
P.- Gestionar tanto volumen de datos debe de ser complicado… Y ya si hay que analizarlos, peor.
R.- Nosotros hemos construido una red de neural de información en España. Esa es la forma de que cada uno vaya haciendo su día a día en una misma aplicación. En esa aplicación va recogiendo los datos y a cada uno le enseña lo que puede mejorar, lo que tiene que quitar y, en definitiva, lo que le va a hacer optimizar su explotación.
P. Y, en consecuencia, maximizar la producción.
R.- Te corrijo. En consecuencia, ganar más dinero. Que al final es de lo que va la industria.