Convertir el odio en ciencia. Tal fue el centro de las investigaciones del psiquiatra militar Antonio Vallejo-Nájera para demostrar que existía un gen rojo, que determinaba la condición y personalidad de los republicanos españoles.
Desde finales de la Guerra Civil y durante la primera parte de la postguerra aplicó una metodología ideada por su colega alemán Ernst Kretschmer, que consistía en definir y respaldar una personalidad ‘imperfecta’, en base a una batería de preguntas sobre la moralidad, la ideología y los hábitos de los presos y las presas del bando perdedor.
Preliminares a los ensayos del temido Josef Mengele -responsable de la llamada ‘solución final’ para los judíos en el Nazismo-, los estudios del prestigioso psiquiatra español intentaron verificar la relación entre marxismo y deficiencia mental, inspirado en una disciplina del eugenista británico Francis Galton (primo de Darwin), que pensaba que se podrían aplicar las teorías de la selección natural de su pariente para mejorar la especie humana.
Se trata, según Esperanza Bosch, la profesora de Psicología de la Universidad de las Islas Baleares, que esta tarde ha hablado en un curso de la eugenesia criminal de Vallejo-Nájera y el trauma transmitido, de aplicar unas teorías que abogaban por que la inteligencia, el genio y las cualidades intelectuales se heredaban generación tras generación, y por tanto, los ‘mejores’ triunfaban socialmente, frente a las personas con “inferioridad intelectual”, en este caso los marxistas.
Así, no sólo el conocido como padre de la psiquiatría española, sino también Juan José López Ibor, abogaron en los años 40 por la eugenesia (la mejora de los rasgos humanos mediante métodos selectivos) “más perversa” entre los brigadistas y republicanos españoles.
Fue con hombres encarcelados en diversas ciudades y con medio centenar de mujeres de la prisión de Málaga con quienes intentaron comprobar que existía el “maligno” gen rojo, y como prueba para su exterminio separaron a los hijos de las madres, y a los hombres de las mujeres.
“Se trataba de verificar científicamente que el bando republicano estaba compuesto por débiles mentales, degenerados y con personalidades inferiores, para evitar su transmisión”, ha explicado la investigadora.
La mayoría de las mujeres perdieron a los hijos porque no se les inscribía en las cárceles, y se supone que “o se murieron en orfanatos por falta de cuidados y alimentos, o eran adoptados por familias del régimen”.
Paradójicamente, el fracaso del fascismo en Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial acalló estas macabras teorías y la proyección pública del ejercicio de sus promotores, poco aireado en sus currículums. “Si hubiera ganado Hitler, hubieran tenido más eco y con peores consecuencias”.
Como psicóloga, Bosch ha lamentado el trauma transmitido incluso hasta la tercera generación “por estas barbaridades tan enormes”. “Son heridas no curadas, muy profundas” en personas que vivieron el “exilio interior y que se tuvieron que metamorfosear y luchar contras sus ideales, disimular y callarse”.
Para Bosch, las familias de estas sagas de psiquiatras, sin ser culpables, deberían pedir perdón, simplemente aplicando la teoría de sus abuelos sobre que los genes morales se heredan.
Sigue hoy
El curso dedicado a los crímenes de género durante el Franquismo y su influencia actual, organizadas por Mujeres, memoria y justicia, seguirán este miércoles con ponencias como la de Carmen Agulló, profesora de Historia y Teoría de la Educación de la Universidad de Valencia, sobre Leonor Serrano de Pablo y la depuración y represión de las docentes republicanas.