Mar Zarzalejos y Esteban Borrajo, miembros del equipo de investigación del yacimiento La Bienvenida (Almodóvar del Campo), mostraron en Ciudad Real la secuencia y dinámica histórica de este enclave del Valle de Alcudia que se identifica con la antigua ciudad de Sisapo, una urbe muy importante en la época romana que monopolizó las explotaciones de cinabrio y mercurio.
Su origen no es romano, sino que se remonta a finales del siglo VIII e inicios del VII antes de Cristo, tiene una fase ibérica, y cuando Roma llega a esta parte de la península la convierte en “cabeza de puente” desde donde ejerce el control del territorio minero de las comarcas del norte de Sierra Morena, explica Mar Zarzalejos a este digital antes del comienzo de la conferencia “Sisapo/La Bienvenida. El urbanismo de un imperio”, incluida en el ciclo “Ciudades rescatadas: La arqueología del urbanismo” programado por la Asociación “Amigos del Museo de Ciudad Real” que contó con una interesante respuesta de público.
Aunque los investigadores han realizado en los últimos años un intenso trabajo para conocer el territorio minero que dependía de la ciudad, en la charla de este jueves centraron la primera parte de la conferencia en el interior de esta urbe para mostrar los resultados de sus intervenciones, en especial las del área 1 que se corresponde con un conjunto de casas en la época romana y detenerse especialmente en la domus de las columnas rojas.
Los arqueólogos mostraron el devenir de esta casa tras el resultado del estudio de los restos materiales, arquitecturas y programas decorativos -pinturas y mosaicos-, señalando que “tenemos información del momento en el que esta casa y la ciudad dejaron de funcionar con los criterios de una ciudad de época clásica y hemos caracterizado otro tipo de ocupaciones que nos sitúan en un horizonte de época tardía y tardoantigua”, señala Zarzalejos.
Restos fuera del núcleo de La Bienvenida
Se refirieron a los restos que aparecieron fuera del núcleo de La Bienvenida, como un cementerio de época tardoantigua, “muy bien relacionados con lo que encontramos dentro del propio yacimiento, una serie de acciones de saqueo y búsqueda de materiales constructivos, como sillares, que hemos encontrado reutilizados en unas tumbas, de finales del siglo V e inicios del VI, en las afueras del yacimiento. Cerramos –aclara la arqueóloga- el círculo histórico de la ciudad con esta visita a los muertos de la época tardoantigua”.
En una segunda parte, dieron a conocer una muestra del trabajo de las últimas campañas, situado en el área 4 del yacimiento, donde han encontrado una secuencia -“muy interesante”- de época romana, con distintas fases de uso, siendo la más tardía la que se corresponde con una panadería. Está situada en una zona aneja al eje norte sur que atraviesa el yacimiento, uno de los ejes de la articulación urbana más definidos tal y como se recoge en la fotografía aérea y la propia excavación.
Por debajo de esta fase romana, los arqueólogos estudian hoy los restos de un edificio de cronología orientalizante, “muy interesante y que ratifica ese horizonte antiguo de fundación del yacimiento que lo vincularía con el mundo tartésico”.
Tres domus en Sisapo
Preguntada por los restos que quedan de la urbanización romana, Zarzalejos se refiere, por un lado, a los de, al menos, tres domus, tres viviendas urbanas romanas, y “lo que nosotros presumimos que pueden ser los restos de un anfiteatro que se localizarían en una zona que los lugareños han llamado “el hoyo santo”.
En este sentido, recuerda las investigaciones realizadas en los años 2009-2010 cuando se encontraron indicios de que ahí hay un aprovechamiento antrópico, pero si se trata de un anfiteatro se necesitarían unas condiciones de trabajo distintas a las actuales, reconoce esta arqueóloga.
Y por otro, Zarzalejos se refiere a una parte de la muralla (romana), situada en el extremo sur-oriental de la excavación, junto a la puerta sur de la ciudad, asentada sobre los restos de otra anterior que se percibe nítidamente en las fotografías aéreas; una muralla prerromana con tramos murarios y bastiones. Sobre ella –aclara Zarzalejos- los romanos hicieron una obra de fortificación, pegada al acceso sur de la ciudad, -casamatas-, muy acorde con el control minero que tuvo la ciudad desde que comenzó la presencia de los romanos en el Valle de Alcudia para explotar las minas de galena argentífera y, después, las de cinabrio de Almadén.
La programación de actos de la Asociación de Amigos del Museo para este mes se centra en el ciclo ‘Ciudades rescatadas: la arqueología del urbanismo’, que incluye tres conferencias y una presentación. La próxima cita ser la intervención de la escritora estadounidense Elena de Jongh, ‘Florlegium: Poesía última española. La transición y la actualidad’, para el 20 de octubre y el 27 está prevista la presentación del libro Guía del Centro de interpretación de Campo de Criptana: Molinos de La Mancha. Gigantes del Quijote con el arqueólogo Miguel Ángel Hervás y el molinero Juan Bautista Sánchez.