Mariana Boadella, hija del dramaturgo Albert Boadella, lamenta la tensión creada por los partidarios del nacionalismo catalán en núcleos rurales como en Jafre (Girona), el pueblo donde vive su familia, cuya casa ha sido atacada en diversas ocasiones (les han llegado a tirar basura).
Según Boadella, que vive en Ciudad Real, fue la pintada que decía “Boadella, vete, con una expresión muy despectiva (fot el camp)” el resorte para “decir basta ya a las expresiones de odio que ha generalizado el independentismo en Cataluña”.
“Somos minoría ante el movimiento nacionalista y ellos se crecen y te retiran el saludo hasta protagonizar situaciones cómicas”, indica la directora de la empresa de biotecnología SABIOtec al recordar la manifestación “pacífica y sin consignas” en la que participó en Jafre junto a un centenar de personas convocadas por el colectivo Pi i Margall.
Al parecer, mientras recorrían las calles del bello pueblo del Bajo Ampurdá “la mujer que está al frente de la tienda de alimentación cerró las rejas del negocio a nuestro paso, con pavor, como si fuésemos una banda de atracadores”, recuerda, antes de comentar “el nivel insano” que ha alcanzado la convivencia en Cataluña.
Asegura que tanto ella como su familia, sobre todo su padre, líder de la plataforma ‘Tabarnia’ que hace unas semanas protagonizó una perfomance satírica en Waterloo (Bélgica) frente a la casa donde se alojaba Carles Puigdemont, “estamos acostumbrados”, y, de alguna manera, “vas superando la barrera y asumes que eres el facha, el malo película”.
Más doloroso es quedarse sin amigos, como sostiene que es su caso, o las palabras escritas públicamente por quien fuera su tutora de EGB sobre que “era una vergüenza haberme dado clase cuando me expresé en las redes en contra del nacionalismo porque me parecía una ideología negativa”.
Por el contrario, celebra la acogida que ha tenido en Ciudad Real desde que llegó hace cerca de diez años por razones profesionales.
“Es una ciudad abierta, cuyos ciudadanos acogen a los que venimos de fuera, y yo ya me siento ciudarrealeña”, subraya la doctora en Veterinaria, antes de apuntar que “no volvería a Cataluña”, a donde, no obstante, viaja a menudo para ver a sus padres.
Sobre la representación satírica en Waterloo manifiesta que “el movimiento independentista no lleva bien el humor y les ha molestado porque se ven en su propio espejo, que refleja sus propias absurdeces”.
Actuar con valentía
Sobre las razones que han llevado a vivir una deriva social casi insalvable entre los partidarios y detractores de la independencia de Cataluña, señala que son consecuencia “del pequeño reino que Pujol diseñó y fraguó durante décadas, con una estrategia de manipulación de los medios públicos y la escuela, que ningún gobierno ha sabido parar”.
A su juicio, “el problema no se solucionará mientras se actúe con cobardía” ante “el falso discurso victimista”, porque la aplicación del artículo 155 de la Constitución “no es valiente”.
El cumplimiento de las leyes a través de dicho artículo, en su opinión, tienen que ir acompañado de actuaciones políticas que cubran las necesidades de “gente que está desamparada y que tiene derecho a educar a sus hijos en la lengua que quiera”.
“Las leyes por sí solas no pueden”, opina, dado que “hay que actuar desde el punto de vista político de manera decidida” para contrarrestar los “comentarios” de los líderes políticos y cargos públicos catalanes que “alimentan este odio”.