Francisco Javier Rodríguez del Río, el médico que atiende el centro de salud de Horcajo de los Montes desde hace dos años y medio, reconoce que ha pasado una semana “más ancho que largo”, consciente de que es de las pocas personas que puede pasear por “su calle”. En su caso, toda una avenida, la de la Fuente en Horcajo de los Montes, que conduce directamente al Ayuntamiento, que la Corporación en pleno ha decidido dedicarle a este doctor interino que “se desvivió” por el pueblo en los meses más duros de la pandemia.
Médico de familia vocacional, el doctor Rodríguez se considera la figura más visible “de un trabajo en equipo”, del que hace partícipes por su implicación y entrega a la administrativa María Elena Gómez, y las enfermeras Lola Hervás y Rebeca Salinas.
“La atención primaria rural es un privilegio”
“Ha sido grandísimo el reconocimiento”, dice, y asegura que para él “la atención primaria rural es un privilegio. En cualquier entorno urbano tienes unas 1.600, 1.800, con suerte 1.500 cartillas a tu cargo, con lista de espera de una semana o diez días, cuando aquí puedes incluso dedicarle diez minutos al paciente, o ir caminando a hacer las visitas domiciliarias”.
“Ventajas” de un médico rural qué según el concejal Javier Camarena, teniente de la alcaldesa, lo ha hecho tan bien que merece el detalle. “Visitaba a los enfermeros, a veces terminaba su jornada a las tantas de la noche, es un encanto”.
Médico andaluz formado en Ciudad Real
Originario de Andalucía, como su mujer, también médica, Rodríguez del Río, hizo el MIR y la residencia en medicina familiar y comunitaria en el Hospital General de Ciudad Real, del que salió en 2010 para hacer sustituciones en el centro de salud Pío XII. Desde entonces no le ha faltado trabajo, siempre moviéndose por los centros de salud más variados de la provincia, sobre todo rurales.
Aparte de en Ciudad Real, donde vive con su familia, ha hecho sustituciones en Albaladejo, Torrenueva, Valdepeñas, Bolaños (estuvo cuatro años como interino en pediatría), este último el destino que cambió por la comarca de Cabañeros, porque en Horcajo le permitían una interinidad más larga.
Casi tres horas de coche diarias
A diario tiene una hora y media de viaje de ida y otra hora y media de vuelta para llegar a su centro de salud, pero no le importa, “para mí conducir no supone un problema”. Valora más hacerse con los pacientes, conocerlos, y eso le ha ocurrido en Horcajo, la población en la que asumió el estallido de la crisis sanitaria del coronavirus.
En el descontrol inicial y falta de equipos, en este centro de salud decidieron estar ahí y, con su propio protocolo y manteniendo la tranquilidad, atender a todo el mundo corriendo el menor riesgo posible. “Al sospechoso de covid le decíamos que no fuera al centro, y si era necesario nos desplazábamos a su casa con nuestros EPIS”. Entre cambio y cambio podía pasar una hora (los equipos de protección que se hicieron ellos mismos los quemaban después en la puerta de centro, con la debida autorización, porque el Sescam no daba abasto a recogerlos). A las personas sin covid las veían en el centro, que “procuramos mantener lo más limpio posible”, dice, y luego dejaban unas horas para las recetas y la atención telefónica, el trabajo más o menos administrativo.
“En alguna ocasión empecé mi jornada a las ocho de la mañana y llegué a mi casa a las once de la noche. Aquí el trabajo ha sido presencial todos los días”, explica.
Habría muerto más gente sin su esfuerzo
Camarena tiene claro que si no hubiera sido por su implicación se habrían producido más muertos por covid. El virus pegó fuerte en Horcajo en los primeros veinte días, en los que el equipo sanitario, con colaboración con el Ayuntamiento, hasta se plantearon habilitar un hotel como hospital, algo que no llegó a ser necesario.
Con protocolos y tratamientos cambiantes porque no se conocía nada del virus, la combinación de corticoides y un antibiótico concreto empezó a darles un resultado fabuloso a partir del décimo paciente confirmado por covid. En el hospital murieron tres personas de Horcajo, con patología oncológica previa.
Este desvelo le ha valido el reconocimiento del municipio. Vecinos de forma particular se pusieron a recoger firmas para dedicarle una calle y la Corporación tomó la decisión en el pleno (han firmado más de la mitad de los empadronados), que se materializó el fin de semana del 25 de septiembre.
“Vivimos de cerca la sensación de soledad”
Rodríguez del Río no se arrepiente de lo que hizo (siempre volvía a casa, haciendo vida independiente de la de su familia, como muchos sanitarios esos meses), pero tampoco lo echa de menos. “Fueron momentos muy tristes, vivimos de cerca la sensación de soledad, de angustia de muchas familias; en una ocasión nos llamó desde Madrid el hermano de un hombre que vivía solo, le estaba llamando por teléfono y no se lo cogía y nos pidió que fuéramos a su casa. Cuando llegamos tuve que levantarlo del suelo y por fortuna sigue con nosotros. Pasamos momentos muy tristes, con pacientes con cáncer que sus familiares no podían acompañar, gracias a la colaboración de María Elena, Lola y Rebeca todo ha sido más fácil”.
Red de voluntarios del pueblo
En Horcajo de los Montes, enclavado en el corazón del parque nacional de Cabañeros, a más de una hora del hospital más cercano, el de Ciudad Real, el pueblo organizó con la alcaldes una red de voluntarios que ayudaban a pacientes covid en el domicilio por si necesitaban algo; hasta el cartero se implicó llevando las medicinas para que no salieran, o atendían animales si sus dueños estaban confinados. “Fue un trabajo de voluntariado muy intenso”.
La avenida dedicada al médico
Con la pandemia bajo control, el Ayuntamiento ha decidido inaugurar la calle dedicada al médico e instalar una placa en el centro de salud para agradecer a todos tanto esfuerzo: “En reconocimiento a todo el personal sanitario de Horcajo de los Montes por su entrega profesional y personal a nuestro pueblo durante la pandemia de Covid-19”, dice.
Tanto ha trabajado empapándose el ejercicio de la medicina que Rodríguez ha estudiado poco para las próximas oposiciones de medicina en Castilla-La Mancha, con 250 plazas, la oferta más amplia que se ha hecho nunca, convocadas para este otoño. Reconoce que tiene pocas expectativas de conseguirla aunque le gustaría “porque supone una tranquilidad” (más de un tercio del personal sanitario es interino en España).
Si tuviera que dejar Horcajo le pesaría. “Los comienzos siempre son difíciles. El mayor placer para un médico de familia es conocer a los pacientes que tienes asignados en tu cupo y no tener que empezar de cero, los comienzos son siempre muy difíciles”.