Fuencaliente en 1950 llegó a tener una población de 3658 habitantes, unos 1304 en 2000 y 1012 en 2022. Muestra pues un claro declive demográfico. En 70 años ha perdido más de 2/3 de sus habitantes. Su actual densidad de población es de 3,75 habitantes/km2. Muy baja si se compara con la media de España (95 h/km2). La pirámide de población muestra la característica forma de copa propia de poblaciones envejecidas, con una edad media de 48,31 años.
Por actividades económicas, el sector primario (agricultura, ganadería y montes) es el más importante. El secundario es prácticamente inexistente. El terciario sí tiene cierta relevancia (hostelería, construcción y otros servicios). Los ingresos del ayuntamiento proceden principalmente de sus montes (corcho, madera y caza), donde trabaja buena parte de la población.
La producción del monte es baja debido a la secular destrucción forestal en España. Antaño el árbol más abundante en Fuencaliente era el alcornoque, productor del corcho que ahora es cada vez más caro en los mercados nacionales e internacionales. Se extrae en turnos de solo unos 10 años, no implica cortar árboles y estos son muy resistentes y resilientes al fuego, pero al pueblo apenas le quedan alcornoques.
Con este proyecto se pretende establecer bases sólidas hacia una moderna subericultura, es decir, fomentar la cultura del alcornoque, la recuperación de los alcornocales, su cuidado y una eficiente y sostenible explotación. Se recuperarán unas 130 ha, favoreciendo la regeneración natural y sembrando unos 12.000 nuevos árboles, con semilla local, para conservar su pureza genética. Será principalmente alcornoque pero, para preservar la biodiversidad y resiliencia del bosque, en sus áreas potenciales, también quejigo y/o encina. Se pretende trasformar el actual sistema productivo y que la nueva subericultura sea una de las principales fuentes de empleo juvenil e ingresos para el pueblo.
Además contribuirá eficazmente a la creación de suelos, humedad y frescor, frenar la desertificación, absorber CO2 y luchar contra el cambio climático. Además de la producción de corcho, la restauración
ecológica de los alcornocales beneficiará significativamente a otros sectores económicos como la actividad cinegética y el turismo de Naturaleza.
Tradicionalmente se han destruido los montes por carboneo, pastoreo y sus quemas asociadas, y agricultura. En gran parte del matorralizado escenario resultante, en el siglo XX, se plantaron pinos. Ahora, la innovación, lo que nunca se ha hecho aquí, es la restauración de los bosques autóctonos, en concreto el alcornocal, el de mayor valor económico.
El corcho además de para tapones se usa cada vez más en la construcción, la moda o la industria de alta tecnología como por ejemplo en trenes de alta velocidad e ingeniería aeroespacial. En este y otros pueblos se han realizado varios estudios, proyectos e iniciativas para desarrollar la economía local o comarcal en las últimas décadas, pero el declive demográfico continua.
El problema es que muchas veces estas iniciativas partían de técnicos y políticas un poco alejados de la realidad local. Cada territorio tiene una riqueza endógena determinada (o varias), saber detectarlas es clave para su desarrollo. En este caso se ha comprobado, año tras año, como la principal fuente de ingresos del ayuntamiento son sus montes, aun estando muy degradados. Por tanto, antes de dispersarse en otras ideas, puede que lo más oportuno sea restaurar esos montes.
A precios medios actuales, cuando los nuevos alcornoques empiecen a producir corcho de calidad, puede suponer, solo por ingresos del corcho, una renta media superior a los 200.000€/año al Ayuntamiento. Esto, para un pueblo de 1000 habitantes es una trasformación absoluta que, bien gestionada, podrá crear empleo juvenil de calidad y revertir la despoblación, ahora sí, con una sólida base económica plurianual.