La conocida estilista Ino Crespo afronta este 2022 con optimismo, al atisbar un claro dinamismo socioeconómico frente a la crisis sanitaria, y la recuperación de eventos sociales, como las bodas y comuniones. Será, señala, una nueva manera de mirar a la esperada era postcovid.
La especialista en el mundo del cabello y la estética, originaria de Almadén, con 43 años de trayectoria, sigue al frente de un exitoso negocio en la capital ciudarrealeña -Ino Experience Art-, que compatibiliza con una inmersión activa en el ámbito formativo.
En este contexto ha creado un corpus propio sobre la gestión emocional de equipos, que impartirá una gran empresa de peluquería en el segundo semestre. Entre sus enseñanzas, combina los consejos técnicos con otros aspectos más psicológicos que ayudan a facilitar la comunicación con los clientes.
La labor de los estilistas, advierte, es “muy compleja”, porque “somos personas que trabajamos sobre personas”. “Nuestra profesión, agrega, no es tanto hacer un peinado, como actuar sobre la imagen de una persona a partir de su cabello”, un trabajo que depende de muchos factores -el grosor, color y estado del pelo- y que a veces provoca contradicciones entre la demanda y las posibilidades profesionales.
Por ello, es preciso dar con la mejor tecla para “dar gusto” a quienes acuden a un salón, decididos a cambiar la imagen con que se mostrarán al mundo. “Hay que llegar a esa persona, explica, que concibe su imagen de una manera, y que igual está muy alejada de las características de su cabello”.
En este punto entran “la psicología, la profesionalidad y los conocimientos” que hay que tener para trasladar a alguien que “no puede conseguir su objetivo”, o que tintarse de un color “conlleva un proceso y unas consecuencias”.
Colorimetría
Por ello, Crespo valora la formación de la empatía como las clases más técnicas, dentro y fuera de la empresa, sobre todo de colorimetría. Con su último máster en la mano sobre esta ciencia, que estudia los colores, “ahora estoy invirtiendo en que vaya el resto del equipo”.
Son tiempos exigentes, en los que la atención integral es “clave de un buen servicio”, desde la complicidad, al uso profesional de los productos y las nuevas tecnologías.
Las tendencias
Lo medular del estilismo, a su juicio, es potenciar la personalidad y “singularidad” de cada persona a través de su imagen, al margen de las tendencias de cada momento.
Con todo, las modas tienen un gran poder de influencia, sobre todo entre las generaciones más jóvenes, como las mechas balayage en el pelo largo con grandes ondas o liso, y en recogidos despeinados. Y luego están los más cortos que siguen marcando estilo, en concreto los bob de varias alturas, sumados a los tipo garcon..
Pero la elección “es más extensa”, con sectores “que se sienten a gusto con su imagen pero la actualizan con elementos rompedores sin perder su personalidad”, y otros “que quieren cambiar y saben lo que quieren”.
El abanico es muy amplio, sobre todo en los colores, donde Crespo es experta. Su recomendación es que cada persona busque el tono “que mejor le vaya a su piel y a su carácter”.
“Todos nacemos con una paleta de color, la de la piel, los ojos y otras características” y, por ello, “si nos empeñamos en llevar colores socialmente aceptados pero que no nos va con nuestro tono, no queda bien”.
Para las tonalidades más cálidas, aconseja los dorados o cobrizos, nunca cenizas, que harían perder “la luminosidad” y visibilizarían más “las arrugas y las imperfecciones” de la cara. Son lo que Crespo llama “los colores inconvenientes”.
La imagen, insiste, “para nada es banal” y, por ello, “lo ideal es sacar la esencia de la persona y cómo quiere presentarse ante la sociedad”.
“2022 huele a bodas”
Para ese nuevo año, la empresaria, cuyo negocio tiene siete empleados, percibe buenas sensaciones y asegura que 2022 “huele bien, huele a bodas”. Con reservas en su agenda, que espera se mantengan, serán celebraciones “más restringidas y más tranquilas” y, por tanto, con connotaciones en el estilismo “más intimistas y auténticas”.
Las novias serán, según su opinión profesional, “más ecológicas” y pegadas “a conceptos nuevos”, más reflexivos, que las llevará a “disfrutar del momento de manera consciente”.
Espera que no haya tanto aplazamientos como en las dos anteriores temporadas, por la incidencia de las olas de la Covid-19, con las variantes Delta y Ómicron.
Desde el punto de vista económico, Crespo refiere los contratiempos a la hora de asumir los costes de producción, ante las fuertes subidas de los precios de la energía y la electricidad. La luz es básica para este tipo de negocios, “nos repercute en todo el servicio”, en el que también emplean unos productos, que también han encarecido.
En la misma línea, Crespo reprocha que la Administración central haya vetado la rebaja del IVA del sector de peluquería, barbería y estética del 21 por ciento al 10 por ciento.
“Es injusto” porque “nuestra forma de producir es con personas, no con máquinas” y, por tanto, “pertenecemos al sector servicios”.
Look de los Goya: vestidos espectaculares y cabellos y pieles mal cuidados
La ceremonia de la entrega de los premios Goya del cine español reunió el pasado sábado unos looks de película, con más aciertos en los vestidos, que en los estilismos estéticos, a juicio de la empresaria Ino Crespo.
La estilista percibió desequilibrios en los estilos de los artistas, sobre todo en las mujeres, que en su mayoría lucieron conjuntos “espectaculares”, frente a pieles descuidadas y cabellos con peinados “poco acertados”.
“Cuando hay una buena base de cuidado de la piel o el cabello se nota en el lustre y el brillo”, señala, antes de cuestionar imágenes desacertadas “del siglo de María Antonieta”. Los volúmenes son, para Crespo, claves en el pelo, y hay que definirlos “con criterio”, para “no pasarte ni quedarte corta” porque entonces “descompensas”.
“Exquisita” de los pies a la cabeza fue, para la estilista ciudarrealeña, Cate Blanchett, que lució de manera solvente el pelo con un “recogido no estereotipado” con “ondas fluidas”.
