La parroquia de San Juan Bautista de la Concepción celebró la fiesta de Las Posadas. Una tradición de origen hispanoamericano, que se inició en México, que se fue extendiendo por otros países de Centroamérica y que el año pasado debutó en La Solana. Se celebra en los nueves días previos a la Navidad y su sentido cristiano es recrear el peregrinaje de la gente junto a María y José desde su salida de Nazaret hasta Belén, donde buscan un lugar donde poder alojarse y esperar el nacimiento del niño Jesús. Es decir, buscan posada.
“Es un motivo de invitación y de fiesta, como una actividad de catequesis y aprovechar para repartir la luz de Belén”, declaró el párroco del convento trinitario, Óscar Casas. El itinerario comenzó en la ermita de Santa Quiteria, desde donde salió la Virgen a lomos del borrico para hacer escala en la Residencia de Mayores ‘Nuestra Señora de Peñarroya’ (antiguo asilo). Allí los niños compartieron con los ancianos un rato de villancicos y felicitarles la Navidad.
La comitiva siguió después en dirección a la parroquia, y junto al arco del convento donde se rompió la piñata, una suerte de bola de cartón con siete aristas que representan los siete pecados capitales. Los niños de catequesis que el próximo año harán la Primera Comunión tuvieron el privilegio de dar palos con un bate a la piñata, primero con los ojos vendados y después a la vista ante la dificultad para hacerla ‘explotar’ y verter los chuches que había en su interior. “Los cristianos estamos llamados a romper con el pecado y con ese símbolo los niños sacan el azúcar de la gracia; se trata de que apaleen el pecado y que también lo hagan en su vida real”, recordaba Casas.
Finalmente, la Virgen y San José, junto con el Ángel y la estrella, pasaron al templo a modo despedida mientras se entrega la luz de Belén, representada mediante unos farolillos elaborados por las catequistas. La recaudación será destinada al arreglo del tejado de la parroquia.
