El poco espacio que la carpa deja libre en la Plaza Mayor fue claramente insuficiente. Hubo que ‘colonizar’ parte de la plazuela Don Diego para acoger la llegada de las sartenes y toda la impedimenta. El concurso de moje vendimiador reclamaba su sitio en la soleada mañana del sábado de carnaval. Desde temprano iban llegando los cocineros, muchos ataviados con ropajes manchegos; blusa, boina, abarcas y pañuelo de hierbas en ristre. Y navaja de Albacete, por supuesto.
Los operarios municipales habían preparado la leña y las lumbres comenzaron a prenderse. Acudían cuadrillas enteras de gente, muchos jóvenes y otros no tanto. Y todos con un denominador común: disfrazados y con muchas ganas de comer y pasarlo bien. Los mojes se fueron cocinando poco a poco, a su amor. Alguno más arrebatado que otro, eso sí. La lista de concursantes subió a 29 sartenes, casi el doble que las 15 que participaron el año pasado. Y eso sin contar cuatro más fuera de concurso.
Mientras el humo se desparramaba en el ambiente y se metía entre las ropas de cada cual, el jurado comenzó a deliberar. O mejor dicho, a catar. Después, llegó el momento de contabilizar los apuntes y de dar a conocer a los ganadores. El primer premio (100 euros y trofeo) se lo llevó el moje de Inmaculada Almarcha, con 132 puntos. El segundo (70 euros y trofeo) fue para la peña Los Amigos, con 126 puntos. Y el tercer premio (50 euros y trofeo) se lo llevó la peña Las treintañeras, con 121 puntos.
Mientras los premios se hacían públicos, muchas sartenes comenzaban a quedarse ya vacías. Había hambre, tanto de comer como de pasarlo bien. Y con el estómago lleno, mucho mejor.