Los economistas de Ciudad Real perciben una cierta desaceleración en la economía provincial y regional para este último trimestre y también para el año 2019. En concreto, las previsiones ciudarrealeñas de crecimiento para este año se sitúan en el 1,9%, y en el 1,5% para 2019, un 0,7% para cada una de ellas por debajo de la media nacional.
En el caso de Castilla-La Mancha, las estimaciones de los expertos son de un avance del 2,1% y 1,6% para 2018 y 2019, respectivamente, un 0,5% y un 0,6% por debajo del 2,2% cifrado por la OCD para España.
Son las principales conclusiones de la segunda encuesta ‘Nuestros economistas opinan’, desarrollada por la sección provincial del Colegio de Economistas de Madrid, presentadas esta mañana por su coordinador, José Antonio Negrín, en la Facultad de Derecho del campus de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).
Los resultados del nuevo sondeo semestral, en el que han vuelto a pulsar la percepción de los profesionales respecto a la evolución del tejido económico provincial y autonómico, apuntan a “un cierto pesimismo”, en comparación con la primera oleada realizada entre marzo y mayo.
En esta ocasión, ha aumentado la muestra de consultados, con el 17,6% de los 140 colegiados ciudarrealeños, y el perfil profesional es de consultores o asesores por cuenta propia o ajena, con edades comprendidas, en su mayoría, entre 30 y 60 años.
La ralentización económica que consignan obedece en parte, según Negrín, al momento en que se preguntó, entre octubre y noviembre, cuando “los datos macroeconómicos hablaban de desaceleración”.
El paro, preocupa pero menos
Otra de las conclusiones es que el paro sigue siendo la principal preocupación para los economistas, aunque en menor porcentaje (78,6%) que hace seis meses (99%), así como el resto de problemas que más inquietan a este colectivo son el precio de la energía, la escasez de infraestructuras (47,8%), la elevada fiscalidad, la inestabilidad política (36,37%), la gestión del agua y la escasa inversión (8%).
“Los problemas son los mismos, pero con más diversificación y una menor preocupación por el desempleo”, ha reseñado Negrín.
De la misma manera, se sienten bastante desprotegidos (75%) a la hora de manejar datos a nivel digital, aunque manifiestan un buen grado de satisfacción en su situación personal, con una media “elevada” del 6,8% sobre 10. Quienes perciben un mayor estado de felicidad son los asalariados públicos (8%), frente al 7,3% de los privados, así como los empresarios y autónomos declaran un grado de felicidad del 6,6% y los jubilados del 7%. Incluso los parados “ven su situación poco alarmante o depresiva y ponen de manifiesto que se puede revertir”.
Por edades, los menores de 30 años son los más satisfechos (9%), entre los 30 y 45 años alcanzan un promedio del 6,4%, los de entre 46 y 60 años tienen un nivel de felicidad del 6,9% y en el caso de los de más de 60 años, su media es del 6,8.
Defensa del estado de bienestar
En este punto el decano de su Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Juan José Rubio, presente en la difusión de los datos, ha valorado el estado de bienestar como un potencial a defender y como elemento de estabilidad económica y social, por la cobertura que ofrece a los colectivos más desprotegidos como los desempleados.