Ediciones Puertollano ha presentado este viernes, en la Casa de Baños, ese lugar que es también protagonista del libro de 1865, una edición facsímil del libro “Monografía de las aguas acídulo-alcalino-ferruginosas de Puertollano” de D. Carlos Mestre y Marzal. Un volumen localizado por Javier Flores, editor de Ediciones Puertollano, en una librería de Bilbao. “Es un libro que estábamos detrás de él, de hecho pensamos que solo hay tres ejemplares en la Biblioteca Nacional, en la Biblioteca Histórica de la Facultad de Medicina de la Complutense y éste que hemos encontrado en una librería de Bilbao por una casualidad de la vida, en internet no reúne las condiciones para hacer una edición facsímil de calidad y poder ofrecerlo a la ciudad” y ha sido ahora cuando ha llegado esta oportunidad de ofrecer a la población parte de su historia, también en la literatura, justificaba Javier Flores.
Al hijo de la localización de este libro, desde Ediciones Puertollano han realizado también una biografía del doctor Carlos Mestre que ha investigado el historiador Miguel Fernando Gómez Vozmediano. “Es un libro que para leerlo tienes que pensar que estás en esa época” pero también te da las pinceladas necesarias de aquella villa del Puertollano de 1865 que todavía no había sido nombrada ciudad. Una época en la que el año anterior había llegado el tren, no existía el descubrimiento de la minería, ni el Paseo San Gregorio y había una serie de características curiosas como “un pueblo lleno de casas encaladas de dos plantas, donde dice el autor, se comía bien y se bebía mejor”, cuenta Flores. No obstante, una opción más reducida de este libro se enviaba, como una especie de guía de viajes, a los visitantes que acudían al balneario de agua agria en la famosa Casa de Baños, “el tratamiento llevaba su periodo y había que prepararse para eso”.
Miguel Fernando Gómez Vozmediano destacaba que a través de este libro se descubre “una época apasionante y un Puertollano insólito, mestizo entre Extremadura, la Mancha, Andalucía, con casas encaladas, geranios en las puertas, pintoresco, pero también nos habla de los alrededores, del Valle de Alcudia, se habían independizado Cabezarrubias e Hinojosas, muy vinculado a la agricultura, nos habla de la fauna, de los murciélagos o de las mariposas, de los lobos y de la época de las guerras carlistas, un momento de paz que se aprovecha para revitalizar estos balnearios que, en su momento, llegó a ser una pequeña Corte de Madrid, con intrigas políticas, con Narváez, cartas y mensajes, consignas de todo tipo. Todo esto en un pueblo de no más de 5.000 habitantes y en los momentos álgidos llegó a haber 1.200 agüistas o bañistas, transformaba el Puertollano de la época”.
El doctor Carlos Mestre fue uno de los médicos del pueblo de Puertollano “pero no se ha ponderado suficientemente lo que hizo por Puertollano, porque revitalizó unas instalaciones que estaban muy antiguas, con una idea realmente nueva, un profesional con muchas tablas que situó a Puertollano a un nivel español de lo más alto”. Carlos Mestre, que había estado también dirigiendo balnearios en Asturias y Valencia, fue el artífice de la transformación de las aguas termales de la ciudad que consiguió, a través de estas aguas carbónico-ferruginosas, potenciar y dar vida a la ciudad de Puertollano.