Los orígenes de Sergio García Zamora han marcado su forma de escribir. «Toda la poesía es contestataria», afirma. Sus abuelos eran campesinos en Cuba y sus padres, obreros. El poeta sostiene que «uno nunca puede negar lo que es, la poesía está en el modo de vida». La primera biblioteca que hubo en su familia la creó él. El poeta recuerda que el primer libro que le regaló su padre era «prácticamente ágrafo» ya que era un muestrario de los tipos de caracoles de Cuba. Además, dice que su primera lección en la vida fue la que recibió de su familia: «hay que ser generosos y buenas personas».
El ganador del premio Nicolás del Hierro no se acompleja del modo de vida de sus padres y abuelos, es más, afirma que «era un modo de vida sumamente poético». Además, señala que está «profundamente influenciado» por los llamados poetas de orígenes cubanos, como Eliseo Diego, José Lezama o Gastón Baquero. «La relación del poeta y el héroe es una contraposición», subraya, deseando que en algún momento, héroe y poeta sean lo mismo.
El emigrante cubano
García Zamora decidió emigrar a España persiguiendo una suerte de El Dorado. Actualmente, su profesión es la de panadero, o como él dice: «Aprendiz de panadero». Sergio amanece a las tres de la madrugada para trabajar hasta el mediodía. No tiene más aspiraciones en la vida que «una vida humilde y una obra extraordinaria». Su nueva casa, Paredes de Nava (Palencia), es para él «un locus amoenus, pero no de las páginas, sino de la vida». A propósito de ser un emigrado, asegura entre risas que no quiere «escribir un libro de nostalgia más». Su intención, dice, es seguir escribiendo como lo ha hecho hasta ahora. «La poesía no es sólo emoción, también intelectualidad».
Paredes de Nava es el pueblo natal de Jorge Manrique y sobre ello dice que «es un condicionante», ya que refiere que las Coplas por la muerte de su padre del autor castellano hablan sobre la muerte, «que es uno de los grandes temas subyacentes en toda la literatura». García Zamora cree que eso le ayuda a recordar que no puede perder «el camino de buscar el gran poema». El autor cubano persigue ser trascendental y convertir su obra en eso mismo.
El poeta cubano se gana la vida actualmente trabajando en una panadería en su nuevo pueblo de adopción. Afirma que ahora mismo se encuentran en una situación vital de «un matrimonio joven extranjero llegado a un país nuevo» y que harán lo necesario para adaptarse y ser una familia cotidiana. García Zamora cree que la vida interior del poeta y la cotidianeidad son «dos frentes en los que hay que pelear» y, añade, además, «que habrá derrotas en ambos». No descarta que en algún momento este camino se vuelva poesía.
El homenaje a la vida de Sergio García Zamora
El escritor y su mujer son padres de dos niñas de 9 y 7 años. El autor revela que les lee poesía, pero que lo más importante es «que han encontrado el camino de la lectura por sí mismas». Bromea Sergio García sobre si las niñas saben que es poeta: «Le dan la misma relevancia a que sea aprendiz de panadero. Es una eterna lección de humildad».
El cubano afirma que «aspira a no rendirse y no hacer concesiones». Se refiere al Premio Nicolás de Hierro con palabras sentidas y llenas de agradecimiento, porque para él, ha sido el camino «que le reafirma en su apuesta vital». García Zamora está empeñado en rendirle homenaje a la vida y siente que «ojalá algún día la vida sea como las páginas, y las páginas como la vida».
Como dato, antes de despedirse, apunta García Zamora que el último premio que recibió en España fue el Premio Internacional Juan Alcaide, mientras sonríe pensando que quizás en la provincia de Ciudad Real «haya descubierto un talismán».