Aquel excelente trabajo se agotó en un corto periodo de tiempo y por la cabeza del fotógrafo siempre deambuló la “recochura de haber condenado al olvido otras fotografías, otros testimonios, que quizá pudieran haber merecido arribar en aquella isla”.
Hoy se ha quitado ese peso de encima con su exposición de “Regreso a la isla donde habitaron las piedras”, presentada en La Posada de Los Portales ante un público expectante que, sabedor del talento del artista, no ha querido desaprovechar la oportunidad de admirar ese Tomelloso periférico que tanto atrae al fotógrafo, “desde fuera se ven las cosas mucho mejor”, sus campos solitarios, cielos adornados con majestuosas nubes, calles, brumas, nieblas, miradas de niños que son de verdad, la sonrisa de “El chato mocho”, el recuerdo de “Emilio El Gitano”, el porte de Martín El Cuco y otros personajes pintorescos que quiso inmortalizar. “Han pasado los años, mis años, -ha dicho con algo de tristeza-, también los de aquellas fotografías, los de la gente, calles y paisajes que en ellas aparecen congelados, en el tiempo, en mis archivos…Hoy casi nada es igual; algunas personas nos dejaron, otras ya no son niños, nuestras calles han cambiado tanto que ya son otras”.
Las dos plantas enteras de La Posada con el talento de un fotógrafo que dice mucho en sus instantáneas, “algo difícil en un Tomelloso que no para de moverse”. Ciento cuarenta y cuatro fotografías en blanco y negro para ver con pausa y detenimiento. “Me dejé llevar por la corriente del río tranquilo de mi memoria, seleccionando aquellas que más merecían”. El fotógrafo ha confesado su predilección por la exposición temporal, que el escenario de la muestra sea La Posada, “una lugar de paso para gentes sencillas” y ha recordado lo que decía a los niños antes de accionar el disparador. “No penséis, me estoy haciendo una fotografía, simplemente pensar, este soy yo. Esos niños intentaron imaginarse en esas fotos. Encontraremos la belleza si buscamos la verdad”.
Cambia el paisaje, la fisonomía de las calles, cambia la forma de ser de la gente, “por eso contemplando las fotografías antiguas parece que nos comprendemos mejor, porque las fotografías captan el alma, la esencia de las cosas”, -ha señalado-, añadiendo que “la capacidad de interpretar las fotografías está en el bagaje personal de cada uno”.
La muestra permanecerá abierta hasta el próximo 14 de abril. Ha dicho Juan Luis López que será su última exposición, que independientemente de que sea cierto o no, es un reclamo indiscutible para acudir a La Posada estos días. “Esta exposición ha sido un revulsivo, a mi almanaque le quedan cada vez menos hojas. Me conformo con pensar que en un camino cercano alguna vez sentirán mi presencia”. López, Palacios, Torres son apellidos de talento, de una creatividad gestada en Tomelloso, de artistas grandes. Todos los tiene Juan Luis.
