Darse una vuelta por las calles Conde de la Cañada, Compás de Santo Domingo, Libertad o Cardenal Monescillo, donde se concentran buena parte de las tiendas latinas que han revitalizado el comercio en Ciudad Real, permite acceder a esos productos que no pueden faltar en una buena cena navideña latinoamericana.
“A diario vendemos en abundancia productos frescos, plátano macho maduro, plátano verde, aguacate, maracuyá y otras frutas exóticas. También yuca, ocro [verdura africana], batata, un tipo de boniato con otro saborcillo y cilantro”, describe Wellington Castellanos, propietario del locutorio Donmarket II (el uno lo lleva su hermano). Dominicano de origen (de Santo Domingo) vino hace diez años a Ciudad Real con su hermano, su madre fue la primera en asentarse en la capital de la provincia hace veinte años. Después viajó su hermana y por último ellos.
En República Dominicana trabajaban en el comercio, para una multinacional, así que al poco de asentarse en Ciudad Real y emplearse en otros locutorios decidieron abrir este negocio familiar en 2015, especializado en alimentos sudamericanos y envío de dinero al extranjero.
A los Castellanos les fue tan bien que un locutorio se les quedó pequeño. Ahora son un punto de referencia para muchos migrantes sudamericanos, “nuestros mejores clientes son colombianos y dominicanos; también peruanos, bolivianos y ecuatorianos. Gente muy arraigada a su gastronomía que vienen a diario, sobre todo los fines de semana, para comer sus platos”. Y claro, los dominicanos. Españoles reconoce que el 99% que entra en la tienda es porque tienen relación con latinoamericanos, como él mismo, que está casado con una española que trabaja en el locutorio.
De cara a las Navidades se nota algo más de animación en productos que se venden de forma más espaciada, “aquí tenemos la hoja de plátano, la harina de maíz y los condimentos para hacer tamales, hallacas, como dicen en Venezuela, o pastel de hoja como decimos en República Dominicana”.
“En el Caribe no tenemos los calores de aquí”
Wellington, “que no es de fiestas masivas”, apostilla, recuerda las Navidades en República Dominicana con temperaturas suaves, “en el Caribe en todo el año no tenemos más de 29 grados, no los calores de aquí. Siempre hay una temperatura agradable, con humedad. Por las noches en invierno hace fresquete, pero puedes ir en manga corta”.
El clima marca unas Navidades “muy pintorescas y se celebra con muchísima comida. Un plato que no puede faltar en la mesa dominicana es el tamal o pastel en hoja, el cerdo y el pollo asado”. República Dominicana tiene versión propia de la ensaladilla de patata y mayonesa: con remolacha.
Las celebraciones fuertes navideñas en República Dominicana son el 24, Nochebuena, Navidad y Nochevieja y los regalos los traen los Reyes Magos el 6 de enero, como en España.
Navidad “unificada” en casa de los Castellanos
Con mujer española, hijo español-dominicano, y familia de los dos países, Wellington dice que celebran una Navidad “unificada”. “Yo no soy mucho de celebraciones grandes, nos juntamos con sus padres, mi madre, y hacemos cosas que nos gustan a todos. Compartimos tradiciones”.
“Para mí en Navidad en una mesa no puede faltar la pasta, el arroz y el pollo. Eso sí o sí tiene que estar en el plato. Y un par de tamales para catarlos, con la familia de mi mujer tomamos gambones, langostinos, el marisco… se pone la mesa que parece que va a comer un batallón”.
“Aquí está todo lo que puedes comprar en Colombia”
Ofelia Aros, colombiana de visita en Ciudad Real, (viven sus hijos y pasa largas temporadas), vino por primera vez hace cuatro, luego estuvo en Bélgica, y ha vuelto a tierras manchegas, es una de esas buenas clientas del Donmarket II.
“Es que aquí está todo lo que puedes comprar en Colombia”, cuenta Ofelia mientras recorre las estanterías y neveras de la tienda mostrando panela, chorizos, queso, yuca, frutas tropicales congeladas, chocolate, productos exportados de su país.
“Allá usted se da cuenta de que es Navidad”
Arcos es de Cali, en el valle del Cauca, una de las grandes ciudades de Colombia y más conocidas fuera de su país, aunque no por lo que cuenta esta colombiana: su manera de celebrar la Navidad, empezando por el alumbrado Navideño, todo un espectáculo, al que sigue la Feria de Cali del 25 al 31 de diciembre. “Allá usted se da cuenta de que es Navidad, se iluminan todas las avenidas, y las casas por dentro y por fuera, sobre todo en la zona del Bulevar en la que se concentran las mayores avenidas de la ciudad” (la población caleña supera los 2,2 millones de personas).
Las Navidades en Colombia recuerdan bastante a las venezolanas, en la comida y en lo de festejar en familia, pero tienen sus peculiaridades refiere Ofelia Aros, que este año pasará por primera vez unas Navidades completas en Ciudad Real, la ciudad en la que viven sus hijos. Antes estuvo en Bélgica pero no cree que vuelva a esa ciudad.
En Colombia el inicio del tiempo navideño coincide con el 7 de diciembre, día de la Virgen e inauguración del alumbrado. “También se prenden velas en la noche, al día siguiente es festivo. Para nosotros empieza la Navidad”.
Entre el 16 y el 24 se hace la novena al Niño Dios y el 24 se celebra el nacimiento con una cena familiar en la que a las doce de la noche se entregan los regalos que en este país se encargan al Niño Dios. El 25, festivo, arranca “la famosa Feria de Cali”. Una tradición que data de finales de los años cincuenta, cuando el pueblo caleño para recuperarse de una tragedia (un accidente con miles de muertos) estableció una semana de feria, hasta la Nochevieja.
“Se ponen gradas en la calle y cada día hay una actividad diferente; presentaciones de las escuelas de salsa, cabalgatas, desfile de carros antiguos, baile…”. El último día del año, el 31 de diciembre, coincide con la celebración de una tradición satírica que consiste en quemar un muñeco con la efigie de algún político, gobernador, presidente, “alguien que no haya hecho bien su trabajo. Le meten mucha pólvora a esos muñecos”.
La cena de Nochebuena en Colombia diferente a la de todo el año, pero no siempre la misma, “a veces comemos lechona, en otras se celebra con pavo o pollo rellenos, una ensalada dulce, arroz cocinado con almendras o espinacas”.
El sancocho de Año Nuevo
Lo más peculiar de la gastronomía navideña en Colombia es el sancocho, un guiso (especie de sopa o cocido) elaborado con tres carnes, pollo, ternera y cerdo, en este último caso el espinazo, guisado con plátano verde, yuca y papa. “Lo llamamos sancocho trifásico y se cocina en la calle con toda la familia, mientras se escucha salsa y música vieja, de despecho. Comemos juntos, bailamos y tomamos mucha cerveza”.
Arcos está contenta en Ciudad Real porque puede cocinar el sancocho con todos los elementos y las partes de la carne necesarias, “algo que en Bélgica es imposible conseguir, en Bélgica no se puede comer un sancocho sabroso”, dice.
Colombia tiene su propia tradición del 6 de enero. La fiesta de Negros y Blancos, una celebración en la calle con las personas tiznadas de negro o enharinadas, además de regadas con bombas de agua. La más famosa es la fiesta de Negros y Blancos, en el sur de Colombia, y la más masiva la fiesta de Negros y Blancos de los carnavales de la ciudad de Pasto.
Esta clienta de Donmarket II elogia su género, “no diferenciamos los productos de aquí de los de Colombia, conseguimos casi todo, el arroz como nos gusta, el chocolate, los dulces, la harina para las arepas, las masillas, el cilantro, el plátano maduro, el queso, yo no extraño las comidas de allá cuando estoy en Ciudad Real”.