Plaza de toros de Bolaños de Calatrava. Más de media entrada.
Se lidiaron toros de Herederos de José Luis Osborne, bien presentados. Manejables en mayor o menor medida, aunque cortos de fuerza y casta.
Finito de Córdoba: ovación con saludos en ambos.
El Fandi: oreja con fuerte petición de la segunda, y dos orejas.
Emilio Huertas: oreja y ovación con saludos.
El Fandi salió a hombros. José María Lázaro saludó tras banderillear al sexto.
No fue fácil decidir a qué plaza acudir en el día de hoy, con otros cuatro festejos anunciados en los cosos de Torralba, Piedrabuena, Malagón y Almodóvar. Sin embargo la participación de Finito de Córdoba, una delicatessen taurina, y del torero paisano Emilio Huertas nos ayudó para decantarnos por Bolaños, la patria chica de José Ruiz “Calatraveño”, el torero más importante que ha dado la localidad ciudarrealeña y que este año, por cierto, cumple el 50 aniversario de su alternativa.
Había ambiente en Bolaños para ver una terna variada que se enfrentó a una corrida bien puesta de pitones de una ganadería señera por su calidad, si bien no la derrochó en el ruedo de Bolaños en el día de hoy.
Finito abrió plaza con un toro que tuvo tanta clase como sosería y falta de fuerza; mucha. Hubo fases de toreo encajado y a cámara lenta por la condición del de Osborne, aunque sin poder bajar la mano en ningún momento. Pinchó por partida doble, por lo que el reconocimiento quedó en una calurosa ovación con saludos.
De menos a algo más fue su labor frente al cuarto, un toro serio con el que anduvo poco confiado al principio, quizás por el molesto viento reinante, y levemente más firme después, logrando lo más destacado al natural de uno en uno, aunque de manera muy aislada, necesitando tres intentos y un descabello para acabar con su oponente.
El Fandi sacó toda la artillería desde el minuto uno, recibiendo a su primero con tres largas cambiadas de rodillas, quitando por chicuelinas, exhibiendo su habitual despliegue en banderillas cerrando al violín, y con la muleta dándole fiesta sin sutilezas, sobre todo por el pitón derecho, que fue por el que más se dejó el de Osborne, aunque también se puso, con exposición, por el izquierdo. Y la gente encantada; o enfandilada, como dicen en algunos lares. Lo cazó a la segunda de entera desprendida, perdiendo el segundo trofeo (o el rabo, quién sabe) por el pinchazo.
De nuevo hubo traca en el quinto, con el granadino clavando cuatro pares. Sin embargo arrugó el ceño en el último tercio por la cortedad de viaje y cierta brusquedad de su antagonista. Acabó con él a la primera de entera arriba y, esta vez sí, el palco sacó el pañuelo por partida doble.
A Emilio Huertas le correspondió un primer toro que alternó acometidas con temple con otras en las que calamocheó por su falta de empuje, siempre sin humillar. Embistió algo mejor por el izquierdo, pitón por el que el acople fue desigual. La estocada a la primera le granjeó un trofeo.
Dio la cara el torero manchego en el que cerró plaza, un ejemplar reservón y sin entrega que rebañaba por el derecho y que tuvo más de recorrido y entrega por el izquierdo. No pudo haber ligazón ni demasiado brillo. La estocada algo atravesada que colocó arriba al primer intento le pudo abrir la puerta grande, pero falló con el descabello y perdió tal colofón en compañía de El Fandi, que a la postre la atravesó en solitario.