Nadie está salvo de un incendio devastador, ni siquiera países que como España “posiblemente tiene los mejores medios de Europa para combatirlos”. Lo dice Carlos Blázquez, jefe de servicio de Política Forestal del Gobierno regional en Ciudad Real, una de las provincias en las que se pelea más duro contra el fuego cada verano.
“Aquí se trabaja muy en serio no sólo estos cuatro meses en los que estamos en época de riesgo alto, sino todo el año”, remarca Blázquez, prepado como todo el dispositivo Infocam del Gobierno de Castilla-La Mancha para afrontar una campaña que ya se sabe que será más adversa que la anterior.
Dieciséis incendios más que en 2016 a 18 de junio
“A fecha 18 de junio hemos tenido 49 incendios frente a los 33 del mismo periodo de 2016, el incremento es de más del 50%. No habido incendios forestales importantes pero la supeficie afectada es más destacable, hablamos 237 hectáreas frente a las 57 de 2016”, explica Blázquez. Y todo eso antes de lo verdaderamente duro: los meses de julio y agosto. “En realidad en junio en esta provincia también hay mucha incidencia de fuegos por los trabajos agrícolas. El problema es que con temperaturas tan altas un incendio agrícola puede extenderse y provocar otro forestal”, subraya.
Este año la campaña provincial implica a 550 personas, entre personal de Geacam, empresas de servicios y empleados propios de la Junta en la época de extinción (del 1 de junio al 30 de septiembre), una parte importante de las 3.000 movilizadas en Castilla-La Mancha.
Los medios áereos (los más costosos disponibles para toda región) también marcan diferencias. En la provincia existen tres bases fijas de reterenas helitransportados, una en Alcoba de los Montes, con dos helicópteros de menor tamaño pero más versátiles; otra en Calzada de Calatrava en La Atalaya, con un helicóptero de mayor envergadura y la tercera en Villahermosa, las tres con dotación de personal especializado y técnicos que acompañan a los bomberos forestales.
“En cuanto a medios materiales y humanos estamos en unas condiciones bastantes buenas”, opina el jefe de Política Forestal que pone el acento no en la cantidad en sí de medios, sino en el hecho de que “desde hace unos años somos las mismas personas las que trabajamos en prevención y en extinción”; “el personal cada vez está más cualificado y mejor preparado”, agrega.
Ahora es impensable que las patrullas de retenes dejen de trabajar en los meses de invierno, como ocurrió en los peores años de la crisis, y según Blázquez “cada vez hay más planes de formación continúa con preparación física casi de forma constante”.
La prevención marca la diferencia entre conato e incendio
Con treinta años de experiencia en incendios forestales, Blázquez reivindica la frase de que los incendios se apagan en invierno, “por manida que parezca conviene repetirla porque es la realidad”. Medidas como los cortafuegos, las quemas prescristas y actuaciones para eliminar material combustible en zonas sensibles que impidan que el fuego avance son claves para no tener tragedias en verano.
“En estos años considerados un buen dato que aumente el número de conatos. Que un incendio se quede en conato (fuego de menos de una hectárea) nos dice que se ha actuado con más eficacia”.
Labores complementarias
Bajo el paraguas de la prevención o “labores complementarias”, en estos últimos años se está actuando en unas 1.800 hectáreas anuales en los montes de la provincia para disminuir la carga de combustible. Trabajos subvencionados con fondos Feader de la Unión Europea.
Y las perspectivas de aquí a 2020 son mejores. “Tenemos un nuevo programa europeo que contempla una serie de submedidas que empezaremos a aplicar el próximo otoño-invierno en todos los montes de utilidad pública.
Quemas prescritas
Castilla-La Mancha fue una de las primeras comunidades autónomas en incluir las quemas prescritas en sus políticas preventivas. “Intervenimos en zonas con alta incidencia [por ejemplo el entorno de Puertollano] haciendo quemas preventivas de maleza y pasto fijando unas franjas de seguridad para evitar que el incendio que alguien provoque o se produzca no tenga material para prender”. Este año se han en hecho en torno a 60 quemas de este tipo, indica el jefe de Política Forestal.
Además este año se va a empezar a tramitar una línea de subvenciones para tratamientos selvícolas en fincas particulares. La propuesta es actuar en unas 3.000 hectáreas, “tenemos ya unas 150 solicitudes que se están tramitando”.
Telecomunicaciones, otro avance
Combatir un incendio forestal requiere de una planificación humana y técnica en la que las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías juegan cada vez un papel más importante. Aparte de los medios materiales y humanos, divididos en retenes y brigadas distribuidos por comarcas dentro de la provincia, existe un Centro de Incendios (Centro Operativo Provincial de Emergencias e Incendios, COP), con un integrador de telecomunicaciones (digitales y analógicas) y una sala en la que se recibe toda la información relativa a alarmas. Desde ella se criban las alertas importantes de las irrelevantes, y se toman las decisiones operativas.
En este centro una persona maneja varias plataformas digitales a las que llegan desde fotografías, hasta localización GPS de las unidades (cada jefe de unidad de campo lleva uno) en tiempo real.
“Yo trabaje en incendios hasta 2004, lo dejé un tiempo, y me reincorporé a este servicio en 2011, y los avances han sido absolutos”, apostilla Blázquez.
Según Blázquez cada año el esfuerzo tanto económico como personal es enorme, por lo que pide “comprensión a la ciudadanía, que no siempre entiende nuestro trabajo y la toma de decisiones”, y pide mucha prudencia, no hacer fuego en el campo ni tirar colillas. “También hay que extremar la precaución en el uso de maquinarias agrícolas”. Un sólo incendio grave puede echar al traste cientos de millones de euros y años de trabajo para la superficie forestal.