Entre perros y gatos, con clara mayoría de los primeros, actualmente viven unos 80 animales en el albergue. Puntalmente han llegado otros inquilinos más “exóticos” como un burro, un buitre, alguna lechuza, un búho… Ramón, el encargado, y otros empleados se aplican en las labores de la limpieza, de repartir la comida, de atender el caso particular de cada animal que conocen como si de su familia fuera. Ramón señala a un mastín que lleva nueve años en el albergue, lo llama, pero el perro se pone a caminar perezosamente en dirección contraria. Nos cuenta el caso de un galgo que llegó en penosas condiciones, pero que afortunadamente se va recuperando bien. También se refiere Ramón a las tropelías y crueldades de que algunos insensatos cometen con los perros. “Buscan a los de razas más agresivas y los preparan para peleas con apuestas incluidas, -señala-. No hace mucho apareció un pozo en una zona de extrarradio con muchos cadáveres de perros. Otro llegan aquí con las heridas de gente que les ha quitado el chip a la fuerza”. El encargado tiene que lidiar muchas veces con complicadas situaciones. “Hay gente que se quiere saltar las normas, pero el perro que salga de aquí lo tiene que hace con su chip de localización, su vacuna y su documentación en regla. Todo por una tasa muy asequible de 19 euros”.
En nuestra visita hemos coincidido también con el concejal responsable del servicio, Álvaro Rubio, que explica algunas de las mejoras que quiere introducir en el albergue. “Poco a poco vamos mejorando las instalaciones. Se hizo el acerado, la señalización para que la gente localice mejor el albergue y ahora vamos a dividir los cheniles más antiguos con el fin de aprovechar mejor el espacio. Hacemos todo lo posible para facilitar las adopciones, y de hecho, han aumentado mucho en los últimos tiempos, pero todavía queda mucho por hacer en este sentido”. Rubio deja claro que “en el albergue no se sacrifica ningún animal, a no ser que esté afectado por una enfermedad irreversible o un daño importante. Aunque las protectoras de animales tienen mucha sensibilidad con este asunto, nosotros tenemos claro donde está el límite”.
Rubio considera fundamental que exista más vigilancia en la vía pública, “porque hay que estar pendiente de muchas situaciones; correas, excrementos, perros pérdidos, los chips….pero esto requiere más personal. Ayudaría mucho que el SEPRONA se instalara en la ciudad. Es mucho el trabajo que hay por delante”.
Vamos recorriendo las instalaciones y el concejal nos explica las labores que se van a ir realizando para mejorarlas. “hay que corregir el desnivel de suelo que existe en los cheniles para que se puedan limpiar mejor las perreras y también el colector que está con la pendiente al revés. Una vez que se apruebe la Ley de Animales de Castilla-La Mancha nos obligarán a montar una zona de cuarentena y un botiquín y también queremos acondicionar la zona de los mastines”. El concejal no pasa por alto algunas medidas de seguridad que son muy necesarias. “Instalaremos cámaras de vigilancia para evitar esas situaciones incómodas que se producen cuando alguien no respeta las normas del servicio”.
Nuestra visita toca a su fin. La salida se produce en las mismas condiciones que la llegada; con los estridentes ladridos de los perros que parecen decirnos, hasta la próxima amigos, volved pronto.