Seguramente a un habitante de la Motilla del Azuer, el yacimiento daimieleño de la Edad del Bronce en el que se ha localizado el pozo más antiguo de la Península ibérica (tenía que ser sobre el acuífero 23), de cuatro mil años de antigüedad, se quedaría pasmado si alguien le explica que se abren pozos para meter agua en las entrañas de la tierra y no para sacarla. Sin embargo en esta primera década del siglo XXI no es descabellado, sino hasta una medida eficaz siempre y cuando lo permitan los excedentes de aguas superficiales que se están dando en estos momentos.
“Tampoco en esa época los hombres esquilmaban los acuíferos”, apostilla el comisario de aguas del Guadiana, Samuel Moraleda, cuando se le hace ver el contrasentido.
Moraleda acompañó este lunes al presidente de la Confederación del Guadiana Eduardo Alvarado en una visita a varios de los nuevos pozos de recarga que el organismo de cuenca ha construido en los márgenes del canal del Guadiana, entre Argamasilla de Alba y Alcázar, y que desde primeros de mes funcionan a pleno rendimiento.
Treinta pisos
Se trata de trece nuevas captaciones de unos noventa metros de profundidad, una longitud equivalente a un edificio de treinta pisos, por la que el agua cristalina que llega al embalse de Peñarroya desde las Lagunas de Ruidera y que la presa vierte al canal desde finales de diciembre -está repleta-, se precipita hasta las entrañas de la tierra para recargar un acuífero que lleva treinta años sobreexplotado. ¿Por qué aquí?, ni más ni menos que porque es el lugar más adecuado para aprovechar los excedentes y el agua “da igual donde se capte, beneficiará a todo el acuífero”, agrega Alvarado.
Además estos pozos siguen la misma trayectoria estratégica de los que se hicieron en el año 1997; entonces la Confederación abrió diez pozos de recarga y la Junta de Comunidades hizo dos más con posterioridad, todos en los márgenes de un canal de 35 kilómetros que alivia el agua de Ruidera y la distribuye en esa comarca.
Todas estas captaciones, 25 en total según difundió ayer la CHG, llevan trabajando para acelerar el proceso de recarga natural del acuífero desde el mes de enero (cuando se ha podido aprovechar el caudal del canal) y de seguir este régimen de precipitaciones y con las reservas al cien por cien podría seguir aportando agua al acuífero “al menos dos meses más”. Eso es lo que le gustaría al comisario, convencido de que la oportunidad es única para, con las medidas del Plan del Alto Guadiana, invertir la tendencia de sobreexplotación. Por esfuerzos no va a ser.