Tal vez, este verbo
tenga una rápida respuesta
de muchas personas.
¿Porque es un “TANGO”…?
¿Porque es una “alegría” de
muchas situaciones, actitudes,
sorpresas… .
EN ESTA OCASIÓN, recuerdo “VOLVER”
como un día de NOVIEMBRE
del AÑO 1982, que se “inauguró”
el MONUMENTO a “DIEGO de ALMAGRO”.
Y, como en otras ocasiones y ACTOS, estuve “presente”.
Recuerdo el frio desapacible de
un OTOÑO de “otros tiempos”.
ENTONCES, escribí, para el “Diario LANZA”,
un breve “TEXTO” que, hoy, me hace
muy feliz recordarlo. EN “ESTA”
ocasión, por la “EFEMÉRIDES” que REPRESENTA
y el deseo de que la historia
de Almagro sea “viva, feliz y grande”… .
Os invito a ¡TODOS! a sentir
nuestra “HISTORIA”, que todos sabemos.
Y que los NIÑOS/NIÑAS y jóvenes deben
conocer y unirse ante la bondad
de los grandes acontecimientos,
porque la unión es signo de
fuerza ante las adversidades
¡tantas! Y tan variadas de “estos tiempos…”.
AQUÍ va mi “texto” de
aquel “DÍA”:
UN “EMIGRANTE” de EXCEPCIÓN
Definir Almagro, hablar de Almagro, supone un reto; una aventura histórica, y muchas cosas más. Ante estos “Molinos Gigantes , para “llegar” a una ciudad, prefiero la postura gozosa de un hijo de Almagro. Y ya, en este caso, no puedo dejar de evocar unos breves trazos que nos sirvan de apoyo, de paisaje, para exponer el acontecimiento que nos ocupa.
Se ha dicho alguna vez, que la vida de la Pampa es una prolongación de la vida castellana. Se ha dicho, que España se ha “repetido” en América. De Almagro, diré: “…que el sol no se pone, mientras duerme…”, porque queda en sus calles y en sus piedras, convocando la fiesta de la aurora: “porque junta dos cielos que se esperan”; dos mares y dos tierras: España y América.
Yo quisiera, hoy, por la majestad de la efemérides que compartimos, hablar solo de Diego de Almagro. Pero vuelvo a sentir la pequeñez de mi estatura, para empresas históricas. En cambio, mis palabras tienen los brazos de mi alma ¡bien abiertos!. Por esto, me vais a permitir que llegue hasta Diego de Almagro, como homenaje personal en esta fecha, pero siga avanzando más y más, por todos los mares y la tierra, buscando las voces castellanas; las voces almagreñas. Buscando a nuestros emigrantes. Creo que la fiesta de hoy está íntimamente relacionada con ellos.
A Diego de Almagro se le han reconocido títulos y sobrenombres; glorias y batallas, sin embargo, no se le ha llamado nunca “Diego de Almagro, emigrante”. Yo, hoy, con el respeto y la devoción que para mi merece este personaje, me voy a atrever a llamarle “EMIGRANTE” – con mayúsculas –, porque un adjetivo tan pequeño, aparentemente, supone una personalidad excepcional y fuerte; valiente; de dimensiones en el horizonte.
En el futuro, habrá que ampliar mucho el significado de la palabra emigrante, hasta el punto de considerarla como pergamino y página gloriosa de todo hombre que la realice. Se emigra, comúnmente, para buscar un trabajo. Para buscar cultura, para buscar la verdad. Todo esto, ya justifica una grandeza de espíritu. Emigran las aves. Emigran las nubes, el aire. Emigra el espíritu, la fe. Creo que todos somos un poco emigrantes. A veces, algo más que un poco. El mundo de hoy es, esencialmente, emigrante; SE BUSCAN IDEAS, ESPACIOS, PLANETARIOS, POSTURAS DE VIDA. Se consideran de nuevo, creencias milenarias. Parece que el hombre de hoy emigra igualmente al pasado que al futuro; a la luz y a la sombra. Y todo ello, con una ansiedad particular. Y todo ello, a veces, desde nuestro entorno.
Quiero volver a Diego de Almagro, y lo hago desde “mi atalaya”. Lo veo en la página caliente y sin medida de sus pasos, de sus palabras…de sus rezos y suspiros de hombre –sin adjetivos–. Y por todo ello, lo veo “grande”. Tuvo que ser “hombre” y hombre “Grande” para llegar después a la Historia. Y lo veo cabalgando, porque su figura humana tiene la caballerosidad justa para no estar nunca a pie. Lo veo cabalgando, decía, en la inmensa geografía de gestos nuevos, de voces nuevas…, de miradas y pensamientos nuevos para él. Ante todo esto, trazó surcos de esperanza bien abiertos. Pero siempre tuvo el recuerdo más amado (España, Almagro ..que lo puso junto a su nombre). Y es que los emigrantes, aunque sean de la Cruz y de la espada, podríamos llamarles: “Aquellos que se fueron sin dejarnos”. Diego de Almagro tuvo el arte de estar lejos, callando su razón de amor: ser español; ser almagreño. Así, fue “Emigrante”. Pero fue ¡nuestro!.
Hoy, que ya tenemos un monumento de su figura y a su memoria, cuando pasemos junto a él, tendremos que preguntarnos y preguntarle muchas cosas. La Historia se repite, con nombres y almas diferentes, y tal vez seas tú o yo, el emigrante de ¿qué…?, ¿de dónde…? Quizás solo sea un breve encuentro con Diego, en el camino o el paseo a nuestro diario vivir. También “valdrá” evocar el diálogo con sus viajes y sus batallas, como tradición oral del origen y la historia de los pueblos y los hombres. Y hasta me permito imaginar a los niños, en corro a su monumento, cantando tal vez “¿Dónde vas Diego de Almagro…? Porque los niños, mis amigos –los niños de Almagro –, que sin duda son “emigrantes” de honor, con horizonte al hombro, verán en la figura de Diego, el capitán cabal de sus fantasías.
Diego de Almagro estará ya, siempre, a caballo de todas las etapas de la historia; de todas las inclemencias del tiempo. Y el reloj de la ciudad de Almagro sonará con eco más lejano, para llevar a América, a Chile, las horas y los días de esta nueva estancia de un personaje, de UN EMIGRANTE DE EXCEPCIÓN, que ha hecho realidad un nuevo abrazo de dos pueblos hermanos.
MANOLITA ESPINOSA
