A pesar del frío fueron muchas las mujeres que se animaron el Sábado Santo a vestirse de mantilla para acompañar a una de las Vírgenes con el rostro más expresivo de las que procesionan en Almagro. Mujeres de todas las edades se ataviaron con vestido negro y mantilla para acompañar en silencio a la Virgen por las calles de la localidad. Una tradición que se transmite de generación en generación.
La procesión comenzó puntualmente a las nueve de la noche desde la sede de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad. Antes de recorrer las calles empedradas de Almagro, Alberto Aparicio, presidente de la Junta de Hermandades, dirigió unas palabras y leyó una oración. Posteriormente, los nazarenos de la Hermandad junto a las mujeres y niñas vestidas de mantilla comenzaron a caminar hacia la calle Gran Maestre.
Centro de todas las miradas
La imagen de la Virgen de la Soledad, con el desgarrador sentimiento que refleja su rostro, centró todas las miradas de las muchas de personas que esperaban verla. Un paso portado a costal sobre la cerviz de 35 costaleros, 5 menos que en años anteriores, ya que se han sustituido las trabajaderas de madera que pesaban 14 kg por aluminio, de menor peso. Además, han quitado una trabajadera, puesto que antes tenían 8 y esto resultaba incómodo para los costaleros.
Uno de los momentos más emotivos de la procesión, se vivió en el convento de las monjas de clausura, donde las monjas dominicas dedicaron un canto a la imagen de la Virgen desde una ventana enrejada. Tras esta parada, la procesión continuó su paso hacia la Plaza Mayor para volver de nuevo a su casa.
