Un modelo de terapia integrador que busca la motivación del niño a través del juego, en el que la familia forma parte activa del tratamiento clínico. Es el eje de la estrategia que practica el equipo de profesionales del Centro de Desarrollo Infantil de Ciudad Real (CDICR), una clínica pediátrica especializada en neurodesarrollo y trastornos asociados, cuya terapia aúna docencia, investigación e intervención clínica, y que en poco más de un año de funcionamiento ha mejorado la calidad de vida de 240 niños con dificultades y de sus familias.
Se trata de un novedoso proyecto asistencial comandado por María Vela, quien junto a sus socios Adrián Galiana, Víctor Manuel Romero y el resto del equipo, está enfocado a prevenir, detectar e intervenir en desórdenes infantiles y así mejorar la calidad de vida y bienestar repercutiendo directamente en la autonomía, el apartado académico, la conducta y la participación social.
Es el único centro en Castilla-La Mancha que trabaja con una metodología multidisciplinar (terapia ocupacional, psicología educativa y neuropsicología, logopedia y fisioterapia pediátrica), en la que combinan varias disciplinas e implican a las familias para que estén presentes en el tratamiento y trasladen las estrategias a sus entornos habituales, en lo que llaman Modelo Clínico-Familiar.
Estrategia de intervención
María Vela, terapeuta ocupacional y psicóloga, es la directora clínica y la cara visible de la empresa de carácter sanitario que tiene dicha metodología como protagonista. Además, es el único centro acreditado de la región que incorpora Terapia Ocupacional basada en el enfoque de integración sensorial.
Vela explica plantean la estrategia de intervención adaptada a cada caso y familia tras valorar y detectar las posibles dificultades desde todas las perspectivas clínicas y educativas ofertadas. “En cada sesión participan el niño, un familiar de referencia y uno o dos profesionales que dirigen el tratamiento”, con el fin de que “el niño trabaje motivado a través del juego, la familia aprenda y el profesional intervenga”.
Son comunes los materiales de diferentes texturas, como la arena, para mejorar los retos a nivel sensorial, o los juguetes como coches o barbies “para avanzar en las preocupaciones que los padres trasladaron inicialmente”.
Otras “armas” para la mejora del aprendizaje son los columpios, la piscina de bolas, trampolines, colchonetas, caballitos, balancines, hamacas, monopatines, bicicletas y hasta un rocódromo.
El centro está ubicado en Ciudad Real capital en la calle Eras del Cerrillo, muy cerca de los nuevos juzgados, y cuenta con unas instalaciones homologadas y adecuadas a las necesidades de unos niños “que vienen súpermotivados y no se quieren ir”.
Cada terapia está adecuada al diagnóstico o dificultades, detectadas en la valoración que realiza el equipo clínico, ya que “trabajamos todo tipo de dificultades motoras, del aprendizaje, de origen alimentario o las que afectan a la comunicación y el lenguaje”.
El perfil de los usuarios son de niños y jóvenes con diagnóstico o sospecha de trastornos del neurodesarrollo (Trastorno del espectro autista, TDAH, dislexia, alteraciones genéticas, trastornos de la comunicación problemas motores,…) de cero a 16 años, con dificultades en su vida diaria, y con consecuencias en su alimentación, vestido, aseo, control de esfínteres, comunicación y lenguaje o que no avance en el colegio y tenga dificultades de conducta.
Por ejemplo, hay niños, según la psicóloga, muy selectivos con la comida que sólo toman un tipo de alimento o una marca y tienen problemas para probar otros, así como hay quienes sufren alteraciones sensoriales ante el acto de defecar, dificultades que se tratan de manera muy efectiva en CDICR.
Investigación y Docencia
Adrián Galiana es el profesional que se ocupa de la línea docente e investigadora de la clínica pediátrica, a la que aporta su bagaje científico y académico en el campo de las neurociencias, tras haber trabajado en hospitales como el Doce de Octubre y La Princesa en Madrid, en el Hospital General Universitario de Ciudad Real, en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) del Instituto de Salud Carlos III.
Licenciado en Bioquímica, máster en Biomedicina y doctor en Investigación Biomédica, Galiana decidió apostar por el pequeño negocio asistencial, con el fin de aportar su experiencia, mediante es establecimiento de convenios de colaboración docente con distintas universidades y a través de la realización de proyectos de investigación centrados en los trastornos del neurodesarrollo.
Precisamente, en la actualidad el investigador está inmerso en un proyecto concedido por el Colegio Oficial de Terapia Ocupacional de Castilla-La Mancha sobre el trastorno del procesamiento sensorial, “uno de los menos conocidos pero más frecuentes en población infantil, especialmente en aquellos niños y niñas con dificultades en su desarrollo”, ya que, según estudios internacionales, entre el 5 y el 15%de la población infantil presenta síntomas asociados.
Ante esta importante incidencia, Galiana está inmerso en un estudio epidemiológico centrado en niños de entre 3 y 15 años de la provincia, cuyos datos “estamos a punto de cerrar para determinar la prevalencia del trastorno entre la población infantil y su relación con otras afecciones”.
Es una de las tres investigaciones en las que hasta ahora ha participado Galiana como coordinador de investigación y docencia en el CDICR. Además, la clínica colabora con otros profesionales del Hospital General ciudarrealeño y de la Universidad castellano-manchega, con el fin de publicar las conclusiones de los proyectos en revistas internacionales especializadas, y divulgar los resultados en jornadas y congresos.
Esta aportación científica al conocimiento e intervención en trastornos infantiles es otro de los puntos diferenciales de la clínica pediátrica respecto a otros centros, un valor que “distingue a nuestro equipo profesional, que apuesta por el I+D y la transferencia del conocimiento”, y que que ostentan, en base “a la constante renovación de conocimientos y a la mejora de los diagnósticos y de la calidad asistencial inherente a la actividad investigadora en ciencias de la salud”.
Respecto a la labor de docencia, el estudioso colabora con las universidades de Granada, Elche, Valencia, Murcia y de Castilla-La Mancha en la formación de alumnos de grados del ámbito sanitario, que realizan sus prácticas en la clínica y participan en los proyectos de investigación “con muy buenos resultados para todas las partes”.
Emprendimiento empresarial
Los tres socios del CDICR tuvieron la idea clara desde el principio aunque a la hora de darle forma de empresa “tuvimos miedo”.
Vela, Galiana y Romero representan los valores del emprendimiento como son el esfuerzo, la pasión y el trabajo para darlo a los demás, por lo que, al margen de apoyos bancarios, pronto se hizo realidad su proyecto profesional.
No fue un comienzo fácil. “Nos decían que era una idea muy buena pero con cierto riesgo porque no teníamos avales económicos y el triple modelo clínica+docencia+investigación no es habitual en clínicas como la nuestra”.
Por eso, tuvieron que echar mano de familiares y amigos para cubrir el préstamo bancario, una inversión mínima para el funcionamiento de la clínica, cuya promoción, marketing, y publicidad la hacen ellos mismos a través de las redes sociales, aunque hayan contado con la colaboración del diseñador Adrián Maeso Expósito para la realización de su imagen corporativa.
Los tres tenían una idea diferente a sus trabajos ordinarios “el tratamiento de los trastornos del desarrollo está muy acotado a asociaciones distribuidas por trastornos concretos dirigidas por padres, y vimos que había oportunidades para dirigir un nuevo proyecto encabezado por un equipo profesional especializado y multidisciplinar”, comentan.
En el caso de Galiana, dice que cambió su salida al extranjero destinada a realizar su etapa postdoctoral para impulsar el proyecto del CDICR, al igual que sus dos socios aportaron la experiencia profesional que habían adquirido en otras empresas.
Fue “un salto al vacío” en forma de centro terapéutico con iniciativa investigadora propia, que empezó a funcionar en marzo de 2017, con una actividad sostenida y “vías de crecimiento”, ya que, poco a poco, “se están generando posibilidades de empleo”.
Desde el primer día contaron con una compañera más, Nuria Oliver, máster en Sistemas Alternativos y Aumentativos de la Comunicación, que trabaja las dificultades en el lenguaje y el habla corporal o escrito, a través de sesiones individuales o conjuntas junto a sus compañeros para ofrecer una terapia a nivel físico y motor. Señala que la estrategia es “altamente motivadora para el usuario”, pues promueve “la autonomía y la independencia de los niños y su participación social”.
A los 6 meses de la apertura, se unió al proyecto la terapeuta ocupacional y máster en Neuropsicología, Virginia García. Ella se centra más en el área cognitiva de los jóvenes pacientes, y aplica sus conocimientos como especialista en integración sensorial.
“Compaginamos disciplinas, con el fin de mejorar la atención y de que los familiares sean parte activa del tratamiento”, indica.
En junio se ha unido otra compañera, Paloma Calero, terapeuta ocupacional que coordina la Escuela de Verano Inclusiva.
Escuela inclusiva
Por segundo año consecutivo, el Centro de Desarrollo Infantil de Ciudad Real (CDICR) pondrá en marcha la escuela inclusiva para todo el periodo vacacional de los niños y niñas, centrada en la equidad de oportunidades a todos los alumnos, poniendo de relieve la importancia de la diferencia, la conducta de ayuda y la inclusión de los niños, tanto con dificultades como sin ellas.
El objetivo es, según María Vela, crear un vínculo entre los iguales, en el que “el niño con dificultades aprenda del otro, y éste genere ayuda al primero”, dentro de una educación en valores para ver “lo bueno de la diferencia y compartir la diversidad”.
Solidaridad, trabajo en equipo y respeto a lo diferente son los conceptos con los que trabajan los profesionales del centro con los usuarios en verano “en un ambiente distendido” y una agenda “muy entretenida”.
El programa previsto a desarrollar entre las 9 y las 14 horas de lunes a viernes, va desde la proyección de películas infantiles, hasta los talleres de manualidades, visitas a museos, práctica de deporte, juegos al aire libre y jornadas de baños en las piscinas municipales.
Vela recuerda que las actividades estarán supervisadas en todo momento por profesionales con experiencia que contarán también con el apoyo de estudiantes voluntarios de los últimos años de carrera de Terapia Ocupacional, Enfermería, Fisioterapia y Logopedia.
Y por último, en julio se amplía la cartera de servicios, Neuropsicología. Servicio encabezado por Pilar Vecina, neuropsicóloga y psicóloga clínica con un largo recurrido tanto en dirección como investigación.
Premios
El novedoso proyecto, que en la actualidad desarrollan dos terapeutas ocupacionales, una neuropsicóloga, un fisioterapeuta, una logopeda y un neurocientífico, ha recibido en poco más de un año (iniciaron su andadura en marzo de 2017) tres galardones empresariales que ha afianzado “nuestra idea de empresa y los principios que la sustentan”.
El último fue hace un mes al Joven Emprendedor 2018 otorgado por la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Ciudad Real, por “su buen hacer empresarial para servir de ejemplo a otros jóvenes”.
Un mes antes fueron acreedores de una de las estrellas de Oro que otorga el Instituto para la Excelencia Profesional (IEP), para destacar a empresas y profesionales cuya actividad haya tenido un impacto social, económico o innovador destacado.
También se alzaron con el Premio Proyecto Emprendedor UCLM-2017, convocado por el Vicerrectorado de Transferencia e Innovación, con el objetivo de fomentar el espíritu emprendedor en la comunidad universitaria y estimular la iniciativa empresarial con apuesta por modelos de I+D+i.
Los galardones “son muy gratificantes” porque ponen de manifiesto que “estamos haciendo las cosas bien y que tomamos decisiones correctas”.
