La ciudad histórica tal y como la definimos hoy en día es el resultado de una reflexión, unida al proceso de cambio urbano que llega con la revolución industrial. Un concepto que actualmente engloba diferentes tipos de ciudades, de escala diversa y con características muy diferentes. Una realidad en la que se superponen lo residencial, lo monumental y la trama urbana como integrantes básicos del conjunto. Y una realidad que mantiene una relación singular con el medio natural próximo conformando un paisaje en el que la presencia de la actividad cotidiana de sus habitantes, con sus equipamientos y servicios necesarios, es elemento esencial.
La ciudad histórica: centros y procesos
Legalmente se define el conjunto histórico como “la agrupación de bienes inmuebles que forman una unidad de asentamiento continua o dispersa, condicionada por una estructura física representativa de la evolución de una comunidad humana por ser testimonio de su cultura o constituir un valor de uso y disfrute para la colectividad. Asimismo, es Conjunto Histórico cualquier núcleo individualizado de inmuebles comprendidos en una unidad superior de población que reúna esas mismas características y pueda ser claramente delimitado”.
La ciudad ha sido construida a lo largo de los siglos y presentada como logro de la acción política y de gobierno en diferentes momentos. Los valores de la ciudad histórica se harán patentes en la Carta de Atenas de 1931 y en las diferentes Cartas de épocas posteriores especialmente en la Carta de Cracovia del año 2000.
En Castilla-La Mancha 37 conjuntos históricos de muy diferentes dimensiones y características constituyen uno de los tesoros del patrimonio de la región. Un patrimonio que conservar y mantener vivo que requiere esfuerzos de los habitantes de estos municipios y de las diferentes administraciones responsables. Toledo y Cuenca, capitales de provincia y ambas patrimonio de la humanidad. Almadén, también patrimonio de la humanidad y la Fábrica de Armas modelos de ciudad industrial. Ciudades medias como Almagro, Villanueva de los Infantes o Sigüenza. Y ciudades de dimensiones más reducidas como Atienza, Pastrana o Villalba de Calatrava son muestras de este rico patrimonio.
Lo residencial
La ciudad histórica nace en un tiempo determinado y va recibiendo aportaciones y agregaciones a lo largo de los siglos. Cada momento histórico construirá los edificios públicos y monumentales que definirán la base de la estructura urbana en un proceso que se desarrolla en el tiempo y que debe continuarse en una realidad que se quiere viva. El desarrollo temporal y la aportación de los elementos, lenguaje y formas actuales son síntomas de vitalidad urbana y de su dinámica interna y ello se produce, en primer lugar, en la intervención de restauración o rehabilitación de edificios existentes.
Pero la ciudad histórica no es solamente el resultado de la agregación de diferentes estilos, épocas y necesidades sociales. Es sobre todo el resultado de la alteración, la modificación y la superposición. Una realidad compleja integrada por lo residencial que, en su peculiaridad, hace más habitual la superposición, el aprovechamiento de estructuras, materiales y espacios que se modifican para generar el nuevo edificio. La ciudad entendida como una realidad global hace necesario considerar el tejido residencial como parte fundamental de la misma que hay que conservar y mantener aplicando procesos de rehabilitación rigurosos. Y junto al mantenimiento de una realidad material, la necesidad de entender la ciudad como organismo vivo en el que la presencia ciudadana y las posibilidades de vida, de acuerdo con los requerimientos de la sociedad actual, son esenciales en la propia vivienda y en los equipamientos públicos. Esta transformación de lo residencial es un elemento básico para el mantenimiento de los conjuntos históricos como ciudades vivas.
Los planes de rehabilitación residencial deben ser objetivos esenciales de los municipios con las ayudas necesarias de Diputaciones y sobre todo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Los planes de rehabilitación actualmente en marcha deberían incorporar condiciones especiales para las viviendas de estas ciudades porque necesitan un impulso especial y se les exigen unas condiciones de actuación singulares. Y todo ello desde la administración cultural no sólo de manera pasiva, sino con una actividad que anime a los propietarios a acometer las actuaciones de rehabilitación porque el objetivo de mantener la ciudad histórica vivía debe ser una prioridad de las actuaciones en materia de patrimonio.
Planes especiales
Junto a la transformación de lo residencial se produce una modificación de lo urbano. Y ello por varias razones. La primera de ellas por la introducción de condicionantes higiénicos que demandan las ciudades con requisitos de ventilación, canalizaciones y circulaciones. Inicialmente han sido los servicios básicos de suministro de agua, luz y evacuación de residuos y posteriormente ha sido la llegada de sistemas energéticos y las tecnologías de la comunicación.
En nuestro siglo se ha producido una fuerte presencia de un conjunto de factores significativos: legales, económicos y políticos que inciden en la planificación urbana. Lo político ha conducido a una democratización del urbanismo con propuestas de participación común, los aspectos legales y económicos han cobrado tal peso que han propiciado un planeamiento más jurídico que físico y donde los intereses particulares llegan a primar sobre los colectivos. Pero la ciudad sigue siendo el espacio común que necesita de la planificación y la defensa colectiva.
Las ciudades históricas han surgido en un determinado momento histórico, en la mayor parte de los casos con una planificación que ha surgido más de la práctica y de las necesidades determinadas por su evolución que por un pensamiento previo claro y definido. En la actualidad, debemos ser capaces de planificar el futuro de estas ciudades. Planificaciones que miren a su futuro, impulsando la necesaria renovación que mantenga la vida en las mismas, que prevea el destino de sus edificios en nuevas condiciones económicas y sociales. Y eso es lo que la ley de Patrimonio Histórico llama Planes Especiales.
Es necesario superar, sin embargo, un concepto de estas figuras de planeamiento como documentos imposibles de realizar, en los que la documentación previa acumula cientos de informes y en los que, finalmente, las determinaciones son escasas y ambiguas. Tanto desde la administración responsable de cultura como desde la responsable en materia de urbanismo se deben revisar los contenidos y tramitación de estas figuras para hacerlas más adecuadas a la realidad tan diferente de los 36 conjuntos históricos de Castilla-La Mancha.
El arquitecto Aldo Rossi decía: “Si observamos los monumentos, los antiguos y los nuevos, podemos responder de una manera unitaria a la pregunta: ¿Qué hacer con las viejas ciudades? Y también a la pregunta ¿Cómo hacer la nueva ciudad? Hemos de conservar los antiguos monumentos y construir otros nuevos, construir la ciudad siguiendo unos puntos fijos, unos grandes elementos colectivos en torno a los cuales se disponga la residencia. Estos monumentos son las formas simbólicas más fuertes de su función; se han construido por encima del tiempo, o por lo menos podemos decir que tienen un tiempo distinto e insólito”.
