Estimados lectores, cuando el rol de pareja se transforma en el rol de padres, todo cambia, con la llegada de un hijo, es el primero y una tarea muy importante a la que acudir, una gran responsabilidad que también nos reportará multitud de beneficios. El problema es el siguiente: ya no tenemos tiempo para estar juntos, a veces ni ganas, la apatía se hace dueña de nuestras emociones y aparecen viejos fantasmas que tienden a contaminar el plácido ambiente de ilusión que nos rodea, sobre todo a la pareja, a nosotros. Los años van pasando, nuestros hijos van creciendo y nosotros envejecemos, unos mejor y otros peor… pero nos vamos haciendo mayores. Llegó la hora de la independencia, se marchan fuera, se casan, tienen hijos… pero no se van… vuelven, están con nosotros, muy cerca. Se han independizado, han creado su propia familia y parecía que todo volvía a la normalidad, pero era un sueño. Ya no somos cuatro, somos ocho y con ocho no basta, esto tiene un crecimiento exponencial, difícil de controlar, porque amigos, es esto lo que suele ocurrir ahora. Y no digamos la posibilidad de que algún hijo nuestro se quede sin trabajo, porque la obligación de unos padres es mantenerlos casi toda la vida. Incluso con una pobre pensión, porque al paso que llevamos, verdaderamente será pobre. Sí, es lo que está pasando, las familias se engordan inevitablemente, los hijos se independizan con más de cuarenta años… y papá y mamá sin tiempo para ellos. Bueno… pues esto es cosa de cada uno, tenemos que ayudar a nuestros hijos siempre que podamos, porque poder… ya no podemos, por mucho que queramos. Muchas consultas tenemos de personas mayores que ya no son solo abuelos, son padres y madres abnegadas llenas de vitalidad que se encargan del cuidado y atención de sus nietos… y ya no pueden más! Espero podamos reflexionar sobre este asunto, para después plantearnos otras cosas que sí creo son muy importantes. Un poco de responsabilidad.