Exponer a los niños a demasiada estimulación relacionada con las nuevas tecnologías a una edad temprana, puede llegar a dañar su capacidad para la interpretación de su realidad o su entorno significativo.
La capacidad pues, de distorsión y juicio quedaría totalmente mediatizada por algunos modelos de comportamiento, si bien, una mente formada podría tener esa capacidad de juicio tan necesaria para poder y saber discriminar lo qué merece la pena o no, lo realmente entretenido o todo lo contrario, o lo que se podría definir como necesario; en estos casos, el fenómeno sería el contrario.
Este estudio está dirigido a niños en edad preescolar y se realizó con el objetivo de explorar la relación entre la exposición a la televisión y el desarrollo mental de las capacidades más básicas en estas edades.
El estudio se llevó a cabo en la Universidad de OHIO en Estados Unidos, recogiéndose datos acerca del número de horas que pasaban estos niños delante de monitores o pantallas interactivas el tipo de exposición y demás.
Posteriormente, se evaluó la capacidad de estos niños para inferir ciertos estados mentales, creencias, sentimientos y emociones, llegando a la conclusión que tanto los niños expuestos de forma indirecta a una gran cantidad de programas, como los que tenían el propio monitor en sus habitaciones, obtuvieron peores resultados en las evaluaciones, mostrando peor coeficiente numérico y dificultad para el desarrollo de la inteligencia emocional y poder comprender creencias y deseos ajenos.
Entiendo, que, en estos casos, la administración indiscriminada de ciertos estímulos constantes podría haber influido directa o indirectamente en el rendimiento escolar o en la teoría de la capacidad mental que tanto se maneja ahora.
Estos datos arrojan un porcentaje de acierto a la hora de comprender hacia dónde vamos, si no somos capaces de regular toda la información que pueda pasar por el tamiz de un monitor de televisión y cuándo hay que dejar de hacerlo.
Los niños excesivamente expuestos a un gran número de estímulos virtuales, serían menos capaces de participar en interacciones más sensibles y cooperativas, mayor capacidad de análisis de la realidad y desarrollarían mejores recursos de interacción facilitando alternativas mejores a la agresividad y solución de problemas.
Nada menos y nada más se puede añadir a todo esto. Si queremos una sociedad futura más tolerante y comprensiva, más madura, menos infantil y anestesiada y con una capacidad crítica importante tengan en cuenta que en la moderación está la virtud, pero hay ciertas cosas que tampoco nosotros, adultos y con experiencia, debemos hacer.
Tener la WIFI constantemente encendida, y a todo el mundo conectado… es la peor anestesia para disminuir la crisis social que padecemos.