Pau Roca es el primer español al frente de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Tras superar una reñida votación, fue elegido el pasado noviembre en la asamblea general celebrada en Punta del Este (Uruguay) para un mandato de cinco años y desde el 1 de enero trabaja en la sede del organismo, ubicada en París. La primera iniciativa que tomó nada más llegar a la OIV fue la presentación de un plan estratégico “para adelantarse” a los nuevos mercados y a las exigencias productivas del sector.
PREGUNTA.- Usted ha presentado un ambicioso Plan Estratégico en la OIV, ¿cuáles son los principales ejes y en cuánto tiempo está previsto que se desarrolle?
RESPUESTA.- Es un plan estratégico para cinco años, y se desarrollará hasta el año 2024. En octubre será aprobado por el comité científico técnico, y creo que pasará bien porque es un proyecto atractivo que da visión de hacia dónde ha de anticiparse el sector del vino en el próximo lustro, y hacia dónde tienen que orientarse los trabajos de la organización porque estamos al servicio del sector del vino. El objetivo es que el sector se posicione ante el nuevo modelo económico y medioambiental. El proyecto recoge de manera específica algunos de los puntos de aplicación al sector del vino de la agenda de sostenibilidad de la ONU hasta 2030, en el que los estados miembros estaban ya de acuerdo. Uno de los grandes ejes del documento es la sostenibilidad económica, medio ambiental y social, mientras que la digitalización en el sector es otra de las grandes líneas.
P.- ¿Qué papel ha tenido el cambio climático en esa planificación sostenible?
R.- El cambio climático nos ha alertado sobre la necesidad de una sostenibilidad del globo, tenemos que buscar la forma de que no estropeemos el normal dearrollo de la vida y la evolución. El hombre ha jugado un papel importante en el abuso de los combustibles fósiles y las alteraciones de los equilibrios. No sé si será posible una reversión a partir de la reducción de emisiones. La parte mitigación es más difícil en el sector del vino, pero se pueden hacer cosas. Lo más importante es la adaptación porque el cambio climático te pone en cuestión el triángulo entre el trabajo profesional, el clima, y el suelo a la hora de proteger el producto con una indicación geográfica. También se habla de una deslocalización del consumo, hacia otras latitudes y está relacionado con su identidad.
P.- ¿Y en qué otras líneas trabajan para mejorar el vino como producto?
R.- Hay factores sobre los que trabajar con tecnología más adecuada como es la selección policlonal y la búsqueda de formas para que las mismas variedades puedan tener opciones dentro del propio genoma y así adaptarse al cambio climático, entre otras muchas opciones. Otro aspecto es la digitalización, y que el Internet de las Cosas (IdC) tenga presencia sobre todo en la fase de comercialización, como en el etiquetado. O para reflejar la huella del vino en las botellas.
P.- Existen prácticas como la chaptalización (añadido de azúcar) o el aguado del vino, ¿Se trasladan denuncias desde la OIV?
R.- La organización nació con el objetivo, en su antigua versión de perseguir el fraude. Ahora recae en los estados miembros y es importante ofrecer un sistema armónico del desarrollo de las nuevas normativas. Tendremos opciones de que todo el mundo aplique las mismas normas. Hay nueve países que tienen el régimen de reconocimiento mutuo (permite que los productos y servicios circulen libremente por la Unión Europea sin que sea necesario armonizar las legislaciones nacionales), y no es demasiado perfecto, y se tiene que mejorar. La armonización en la definición de prácticas y métodos de análisis, y la promoción como herencia cultural fueron los principios que estuvieron en los orígenes de la OIV. Las prácticas enológicas son muy importantes porque van de la viña al producto y hay que afrontar dificultades de manera integral, como fue el caso de la crisis de la filoxera, para la que se creó una comisión especial que presidió el propio Louis Pasteur a mediados del siglo XIX.
P.- ¿Qué relación hay entre las políticas europeas para el sector contempladas dentro de la PAC y el organismo que preside?
R.- Yo estoy en un organismo mundial, y hay elementos interesantes en la Política Agraria Comunitaria como las cuestiones de adaptación al cambio climático. El sector del vino en la PAC ha sido siempre precursor y no siempre se le reconoce ese papel, quiero romper una lanza a favor del sector. Hay ámbitos en los que ha sido pionero y ha sido referente con mucha antelación, antes que en otros sectores, tanto en políticas de calidad, a través de las denominaciones de origen, como en temas de trazabilidad o en cuestiones que hacen referencia a registros.
P.- ¿Qué le parecen los vinos de Castilla-La Mancha?
R.- Son buenos vinos. Se ha hecho una gran innovación en el sector, aunque a la hora de vender tanto volumen los criterios de calidad son necesarios pero no suficientes.