En Ciudad Real saben que el camino de la victoria está plagado de derrotas. No en vano escogieron para su club el nombre de Alarcos, símbolo regenerador, de batalla perdida sobre la que construir una épica que alimenta la reconquista. En el caso del BM Alarcos, esa reconquista tiene su Jerusalem en la ASOBAL, catedral del balonmano patrio desde cuyo púlpito hubo un tiempo en el que Ciudad Real oficiaba.
Este fin de semana, el Alarcos viaja a la vieja Castilla, a Segovia. En el autobús, junto a la pega, las zapatillas, las camisetas negras y blancas de Vestas, el réflex y las vendas, han metido un buen capacho de fe. Y una botella de champagne, no vaya a ser ésta la ocasión de descorcharla. Porque si alguien cree en sus opciones, ese es el equipo que dirige Javier Márquez. Más que su fiel afición, comandada por la Peña La Batalla que se ha ganado con creces un lugar al frente de cualquier contienda, más que las instituciones y patrocinadores, más que los medios de comunicación, los principales creyentes son los 16 tipos que saltarán a la cancha del Pedro Delgado y el cuerpo técnico que los dirige.
Han llegado hasta aquí, hasta el play off de ascenso a ASOBAL por el camino difícil, repleto de abrojos y piedras, de derrotas que fueron tornándose victorias, como aquellas cañas en lanzas. Desde la directiva, esta temporada se lanzó un órdago: Marciel y los suyos querían un play off. Márquez lo vio, pero se lo cambió por un “vamos a mejorar nuestros números en defensa”. Aunque no lo parecía, era lo mismo. La confección de la plantilla estuvo en función de esa premisa. Llegaron hombres más altos, con más kilos, pero, sobre todo, más agresivos en defensa. Los Martín Molina, Poveda, Portero… tenían que ponerse al abrigo de Jota, egregio defensor en una tierra que vio durante años a Dinart.
Las cosas no acababan de salir en la primera vuelta. En el Quijote Arena, después de un primer traspié ante el Agustinos, las victorias fueron cayendo. Pero fuera los puntos se hacían de rogar. Apenas dos empates consiguió rascar el Alarcos en la primera vuelta, los dos en Cantabria, ante Torrelavega y Sinfín. El balance no era, precisamente, halagüeño. Por entonces, no sin cierto recelo, se esgrimían varios argumentos para ser optimistas: el equipo entrenaba bien y se iba conjuntando poco a poco, el calendario había colocado los partidos contra los equipos más complicados fuera de casa en la primera vuelta y, sobre todo, el que rezaba que sin jugar demasiado bien el Alarcos seguía merodeando los puestos de play off, así que cuando mejorara, el asalto era inminente.
Efectivamente, el Alarcos asaltó los puestos de play off en la segunda vuelta, aunque no fue sencillo, ni mucho menos. Cayó en el Quijote Arena ante el Sinfín, en Barcelona recibió un correctivo importante… pero es que el camino de la victoria está plagado de derrotas. Tras perder con el Barça B, el Alarcos midió sus fuerzas con Los Dólmenes y salió victorioso. No solo eso, sino que ante el segundo demostró que era mejor equipo. Lanzarote, ese caballero, no fue rival acto seguido. Y la Torre cántabra, a priori su máximo rival en la lucha por entrar en play off, se vio asaltada en el Quijote Arena. El Alarcos estaba en puestos de fase de ascenso y había que defenderlos. Empató ante un rocoso Palma del Río, entre el Genil y el Guadalquivir; y salvó un punto frente a un Alcobendas que acabó subiendo directamente a ASOBAL. Aranda no resistió el embate alarquista y en Madrid, no en el mejor partido de los de Márquez, el Alarcos se ganaba un puesto en el torneo final, ese de este fin de semana.
Junto a él, habrá tres equipos más con un mismo objetivo: el BM Nava, rico de pueblo pequeño, auspiciado por unos viveros que tienen que dar mucho dinero, anfitrión desterrado, favorito por calidad, por nombres y hombres; Los Dólmenes, herederos de aquel Antequera modesto en ASOBAL, grande ahora desde la distancia, recién ascendido; y el BM Sinfín, otro heredero, de la más ilustre prosapia, pues no en vano es montañés, aunque su antecesores hicieran cocinas, aquellas Teka que conquistaron Europa, recién descendido este, que jugará su tercer play off.
Tomando ese hilo que queda suelto, para el Alarcos será su segunda fase de ascenso. Hace dos temporadas jugó en Bidasoa, donde el chocolate sabe a balonmano. Nada pudo hacer ante los guipuzcoanos en semifinales. Los alarquistas llegaban tocados, con varios jugadores lesionados. Eso y que el Bidasoa era bastante mejor equipo. Jota lo recordaba hace poco como “el play off del premio”. Este no lo es. Llegar hasta Segovia no ha sido ningún premio, sino un camino largo, trufado de buenos y malos momentos, con derrotas a ambos lados, de esas que se quedan en la memoria para afrontar la batalla definitiva, esa en la que solo vale ganar. El Nava es el primer obstáculo. Tres veces se han enfrentado esta temporada. Tres han ganado los segovianos. De las derrotas, bien lo sabe el Alarcos, se aprende, se pueden convertir en palanca con la que abrir la puerta del éxito.