Paula Saravia Logroño (18/02/2004. Alcázar de San Juan) es una jugadora de baloncesto que más rápido ha progresado y con más proyección del territorio nacional. Saravia con 17 años, cumplirá 18 en unos días, y 1,86 de estatura, juega en el equipo junior del Movistar Estudiantes en la posición de escolta y se está convirtiendo en una habitual de las convocatorias con el equipo de la Liga Femenina Endesa, el de máxima categoría, donde llegó a debutar el pasado mes de noviembre ante el Liege Panthers belga y este mes de enero en liga contra el Innova-TSN Leganés.
La escolta cuenta cómo llegó a dedicarse al baloncesto. “Desde pequeña he sido muy deportista. Empecé jugando al fútbol y sí que es verdad que he tenido facilidad y me ha gustado siempre hacer deporte, pero a los once años empecé a jugar en Alcázar. A mí el baloncesto me viene de familia, mis padres y mi tío (Pepe Logroño) jugaron al baloncesto y al final lo raro era que yo jugara al fútbol. Hacía los dos deportes a la vez, baloncesto y fútbol. Al año siguiente me fichó Movistar Estudiantes y me decanté por el baloncesto”.
Paula Saravia empezó jugando en el Grupo 76-Alkasar “cuando era alevín de segundo año que iba a sexto de primaria, pero jugaba con las mayores, con el Infantil A” y poco después hizo las pruebas para el Movistar Estudiantes. “Siendo sincera yo hice las pruebas en el Estudiantes porque mi padre jugó allí, no tenía ninguna intención de que me ficharan. Recuerdo estar jugando el partido, me cambiaron por otra y se acercó uno de los entrenadores a hablar conmigo para ver si me gustaría jugar con ellos, luego continué con el entrenamiento y cuando terminó vino el director técnico que en ese momento era Nacho Martínez y el actual segundo entrenador del equipo de liga que iba a ser mi entrenador el próximo año y hablaron con mi padre para decirle que me querían fichar. Fue una sorpresa, no me imaginaba que me iban a fichar”.
La alcazareña cuenta que sus primeros años fueron complicados. “Esta es mi sexta temporada en Estudiantes y mi segundo año viviendo en Madrid. Mis cuatro primeros años fueron de ida y vuelta de Alcázar a Madrid y eso se lo tengo que agradecer a mi padre ya que la mitad de todo lo que he conseguido es de él. Todos los años me ofrecían la residencia que tienen allí para irme a vivir a Madrid, pero era muy pequeña, tenía doce años cuando me ficharon y era inviable, por eso estuve yendo y viniendo desde los doce hasta los 16 años. Empecé a subir el nivel y el club me ofreció una beca y estoy en la residencia de Movistar haciendo vida casi de universitaria”, explica.
Paula estudia segundo de bachillerato y “siempre he tenido muy claro que he querido estudiar el doble grado de INEF y fisioterapia. La nota está muy alta y si no me llega primero haré INEF y después fisioterapia. Mi idea es seguir en el club, pero también hay que ver de qué manera porque de cara al año que viene lo que me interesa es jugar minutos y ganar experiencia, pero todavía queda tiempo para eso”.
La rutina diaria de Paula es “levantarme a las 7 de la mañana porque en la residencia tenemos pabellón y hacíamos entrenamientos específicos de técnica individual. Después me duchaba y me iba al instituto de deportistas que empezamos las 10:30 y salimos a las 16:20. Cuando termino las clases la mayoría de días me voy directamente a Magariños a entrenar”.
De jugar en Alcázar de San Juan al pabellón Magariños del Estudiantes hay un trecho como destaca Paula “recuerdo cuando llegué a entrenar el primer día y cuando terminó mi entrenamiento empezaba el equipo de Liga 2 y me decía, hace nada estaba en Alcázar viendo al cadete y al junior que eran buenísimas, pero es que ahora estoy viendo aquí a un equipo de Liga 2 y era increíble. Luego ves la facilidad de las instalaciones y hay una cosa que me gusta mucho que es el sentimiento de ser todos muy de Estudiantes”.
La escolta debutó hace unos meses con el equipo sénior en Europa y el pasado mes de enero lo hizo en liga, pero para ella se queda con el debut europeo “porque fue el primero, la primera vez que me puse en la pista y lo recuerdo con mucho cariño porque estaba sentada con la chaqueta puesta y de repente se giró Alberto, el entrenador y me dijo Saravia a jugar, se me atascó la chaqueta, pero es verdad que me hizo mucha ilusión debutar sobre todo en Madrid, en Magariños, porque me acuerdo de salir a pista, el speaker dándome la bienvenida, todo el mundo aplaudiendo y todo eso lo recuerdo con mucho cariño y además tengo un momento muy marcado que es cuando estábamos en un ataque y de repente dije que estás en pista, estás jugando y muy bien. Luego terminé el partido, anoté dos puntos y no podía pedir más ese día”. También recuerda que su debut en la liga “fue un poco más tenso que el de EuroCup porque me sacó terminando el primer cuarto, jugándonos la Copa de la Reina, ganando de cinco, pero al final lo hice lo mejor que pude y mi padre estaba en la grada”.
Saravia sabe que su padre, Juan José, tiene gran parte de culpa de su éxito “a mi padre se lo voy a agradecer toda la vida porque en parte paró su vida durante cuatro años para que yo intentara cumplir mi sueño igual que mi madre y mi hermana. Por ejemplo, en las vacaciones yo no me puedo ir, así que cuando me voy a un torneo ellos vienen al torneo y pasan allí las vacaciones, pero conmigo casi no pueden estar. Salga bien o mal estaré siempre agradecida”.
Paula recuerda sus inicios en el equipo y no fueron los mejores. “Empecé siendo la jugadora 12 del equipo, los dos años de infantil no contaban mucho conmigo y en mi tercer año siendo cadete de primero llamó mucho la atención que ese año crecí diez centímetros, de 1,70 a 1,80 y tuve un entrenador, Javi García, que me entrenó mis dos años de cadete y hoy es el tercer entrenador del junior, que apostó por mí, vio algo en mí que nadie veía y lo quería potenciar, pero a nivel mental sí que he tenido varias veces de pensar en no seguir y no aguanto más porque es muy duro estar entrenando mucho y hay veces que dices no puedo más porque piensas si merecerá la pena todo el sacrificio, no ver a tu gente, no estar en casa, pero luego lo piensas y sí crees que merece la pena”.
Saravia continúa comentando que “cuando era Infantil A, en mi segundo año en Estudiantes, me dejaron fuera de la convocatoria de las 30 de Madrid y dos años después me convocó la selección española U16F. Esta convocatoria me ayudó mucho porque, además fue justo después del confinamiento por el coronavirus, sí que es verdad que mi año de Cadete A fue muy duro mentalmente, pero el confinamiento me vino bien, me despejé del baloncesto y luego vino la llamada de la selección española y hasta hoy. Para mí el baloncesto tenía que ser un lugar donde yo me pudiera aislar de mis problemas, pero tuve una racha en la que el baloncesto me generaba mucha ansiedad. Yo quería despejarme y no agobiarme, pero al final lo gestioné bien. Ahora lo haría de otra manera, soy tres años más mayor, vivir fuera de casa te hace madurar”.
En cuanto a este año, Paula destaca que “lo que me vale es entrenar con las chicas de Liga Endesa, al final que me convoquen o no para un partido no es tan importante. Lo que te sirve realmente es estar en una rutina con el equipo y yo es lo que estoy notando”.
La alcazareña confiesa que “es duro estar con el primer equipo porque lo normal es que vayas detrás de ellas. Ahora estoy bien porque veo que cada vez doy un pasito más entrenando y sobre todo me veo muy bien con respecto a las chicas de mi edad y está dando resultados más que de sobra y siempre tengo en la cabeza que el trabajo está mereciendo la pena”.
Por último, la jugadora alcazareña se define como “muy jugona, que me gusta tener el balón, me gusta meter puntos, pero no los típicos puntos fáciles”.