Hay lágrimas que dicen mucho. Juan Carlos Peñalver no pudo reprimirlas nada más acabar el partido del sábado. La Solana había perdido el partido sobre la bocina, y quién sabe si algo más. Para un solanero como él, era de difícil digestión. Su equipo, con 7 solaneros en el once titular, estaba fundido tras un partido enorme, probablemente el mejor de curso en casa, en un ambiente futbolístico como La Moheda sabe generar, y ante una afición a la que pocas ganan en sentimiento de pertenencia. Pero esta vez, ese pequeño teatro de los sueños tuvo un epílogo siniestro. Por eso, mientras la afición mancheguista festejaba con toda lógica el gol de Iván Albert en el último toque de corneta, el joven entrenador amarillo se hundía en la soledad de su banquillo. El estoconazo final el domingo con los épicos triunfos de Azuqueca y Villarrobledo. La Regional Preferente acecha.
“Es la rabia, la situación en la que estamos y el partido que habíamos hecho”, decía Peñalver al micrófono de Radio Horizonte para justificar su llanto. “Estábamos teniendo personalidad con balón y siendo verticales, pero el fútbol son dinámicas y al que se mete arriba todo le sale, y al que está abajo al contrario; el fútbol no nos quiere este año y hoy nos ha quitado un punto, o los tres”.
¿Cuánta vida le queda a La Solana en Tercera División? Siendo realistas, poca. Siendo soñadores, alguna. Exactamente la que dan las matemáticas. “A este nivel, todavía tenemos vida, aunque ya no dependemos de nosotros mismos”, admitía el técnico amarillo. “Me quedo con el vaso medio lleno, aunque sea complicado después de un día como hoy”.
Y una vez más, mención aparte merece la afición. De nuevo más de 1.000 espectadores en La Moheda, en una atmósfera formidable. La animosa hinchada culiparda también contribuyó a ello. “Hablaba con mi cuerpo técnico que vivir lo que estamos viviendo en nuestro propio pueblo es increíble; “Es una envidia ver La Moheda así en comparación con muchos campos a los que vamos”. “Esta afición merece estar en Tercera División porque aquí se vive el fútbol como en pocos sitios”.
Pero en esto del fútbol, los merecimientos se ganan –o se pierden- en el terreno de juego. Nadie merece estar por encima de donde está por mucha afición o por mucha historia que tenga detrás. Si el Manchego asciende, lo habrá merecido. Si La Solana desciende, ídem. Aún quedan 9 puntos por jugar y es obligado creer hasta el final. Este sábado, el equipo tuvo el alma que le faltó tantas tardes. Solo con esa actitud quedará un halo de esperanza. Torres más altas han caído.