Tras esas polémicas doce campanadas de “Fin de Año” del reloj de la antigua Casa del Correo de la Puerta del Sol de Madrid, se comentó: “No es sensato que doce campanadas duren 34 segundos; habrá que ir a los 24 segundos, así lo exponían los expertos, ya que dos segundos por uva es un tiempo razonable…” En efecto, el citado año de 1996, la cadencia de las campanadas fueron de 17 segundos, lo cual ocasionó sorpresa y confusión. Evidentemente ni 34 segundos como los últimos veinte años… “A partir de ahora, las campanadas de la Puerta del Sol tardaran 24 segundos —señalaron los entendidos— de las campanadas de Fin de Año.
Al parecer, la cuestión se desató en los últimos minutos anteriores a emitirse las campanadas de las 12 de esa noche. El “truco” consistió en retardar las campanadas para dar tiempo—como todos los años —a tomar las uvas con cierta tranquilidad—. El “retardador”del reloj venía siendo aplicado por el relojero oficial Vicente Rodríguez desde hacía 21 años, sin que de esta circunstancia tuvieran conocimiento los dos nombrados nuevos relojeros por la Comunidad de Madrid.
A estos les comunicó demasiado tarde el Sr. Rodríguez su “truco” pero ellos no consintieron en la dicha manipulación retirando el “retardador”, por lo que en el sonido de las campanadas sólo se invirtieron 17 segundos, igual a la cadencia de costumbre de las otras once horas del reloj. Efectivamente, como he apuntado antes, el Fin de Año de 1996 pasará a la historia como un caso anecdótico para todos los españoles, que se vieron sorprendidos por la rapidez de las campanadas.
El autor de este artículo, había girado una visita, en diciembre de 1994 a la torre y reloj de Sol, de la mano del relojero conservador del Sr. Rodríguez, tuve ocasión de conocer “in situ” todos los pormenores de esta auténtica reliquia del siglo XIX. Es decir, que un ciudarrealeño tuvo la ocasión de visitar y fotografiar la fantástica maquinaria o conjunto del famoso reloj de la Puerta del Sol, gracias a la amabilidad del primer presidente de la Comunidad de Madrid Sr. don Joaquín Leguina, que me autorizó la visita.
Este reloj llegó de Londres construido de la mano del Sr. Losada y quedó instalado en la torre, el 6 de noviembre de 1866. Nada hacía predecir que los madrileños se reunirían en masa aquí desde 1916 para tomar “las doce uvas de la suerte”, costumbre que llega así hasta hoy día, es decir, casi un siglo más tarde.
Nos contaba la revista Precisión, hacia finales del siglo XX, sobre estas célebres noches en la Puerta del Sol “la noche de Fin de Año de 1920, había tal barullo en la Plaza que no se recibió el sonido de las campanadas”. La gente creyó que el ministro señor La Cierva, las había suprimido y se armó un gran bullicio. Hasta los periódicos salieron indignados al día siguiente por la supuesta determinación del señor La Cierva. En aquel lugar, estaba extendida esta forma en las Nocheviejas madrileñas cuando se vuelca en la Puerta de Sol más gentío del que cabe…”El reloj, fue obsequio del Sr. Losada al pueblo de Madrid en el Siglo XIX, luego fue famoso por señalar el fin del año para toda España. El rito de tomar las uvas en Puerta del Sol comenzó solo para el pueblo madrileño el año 1916, y por la radio comenzó luego más tarde, y así también por TV, hasta la actualidad, afortunadamente para mayor regocijo del pueblo.
*Miembro de Número de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales