Si estuviéramos solos, aislados, sin contacto directo con nada ni con nadie pero con esa ventana permanente abierta al mundo que es la televisión, viendo solamente los habituales anuncios de coches, turrones y colonias, estaríamos puntualmente informados de las fechas del año en que nos encontramos. De todos ellos, los anuncios de colonias, perfumes y aromas que inundan los espacios publicitarios creo que destacan sobremanera. Se trata de un clásico, cuando se acerca el día del padre o de la madre, las fiestas de Navidad y Reyes, los estos anuncios, algunos muy bien realizados, proliferan y de qué manera en las cadenas de televisión.
Hay que reconocer la dificultad de éxito que esta mercancía conlleva, porque “vender” olores a través de la vista y el oído exclusivamente, es harto complicado. Ese es el hándicap que tienen los anuncios de este tipo de productos al igual de aquellos que anuncian alimentos o sabores, aunque estos últimos tienen la ventaja de poder ser expresados con más facilidad a base de imágenes suculentas y frases que nos explican sus excelencias gustativas.
Sin embargo lo de convencer e incitar a la compra de algo que es un líquido que no se va a ingerir, solo a oler, se antoja una obra de arte de la imaginación. Al fin y al cabo un líquido carece de una forma que pueda atraer sus cualidades por lo que hay que recurrir a otras características que ayuden a conseguirlo.
Como regla general los “ideólogos” de estos anuncios parecen estar de acuerdo en tres características para traspasar el frio cristal de la pantalla de la televisión.
La primera, la colonia tiene que ser anunciada por una chica y ambiente sugerentes y sensuales; la segunda, el anuncio ha de ser comentado en un idioma evocador y exótico y de tal manera que nadie se entere de lo que dice quien lo “masculla”; y tercero y definitivo para la vista, la forma y el color tanto de las letras de la marca como del frasco que lo contiene.
Como podemos observar haciendo siempre hincapié sobre todo lo que rodea al objeto que se publicita manteniéndose en el mayor de los misterios como no puede ser de otra manera la esencia aromática del protagonista.
Y si la colonia es “for men” el anuncio estará basado en la contundencia del modelo masculino donde el “macho” en un lugar paradisiaco, marcando paquete bajo una envoltura impoluta, sin un pelo y siempre moreno, muy moreno, avasalla con su… irrefrenable y tumbativo aroma ¿varonil? a la perturbada compañera de viaje. Aunque bien es verdad que ante la rotundidad del plano expuesto siempre nos quedará la duda de si es la colonia o es el modelo quien huele… a eso.