“Nunca me hubiera perdonado abandonar a su suerte a esta familia afgana que cogió el teléfono el pasado 23 de agosto para pedir auxilio en España”. Son las palabras de Carmen Quintanilla, presidenta de Afammer y exdiputada por el Partido Popular.
La llamada la realizó una joven de 15 años que aprendió castellano mientras que su madre trabajaba en la embajada de Afganistán en España. Su familia estaba en Kabul, los talibanes habían tomado el control y temían por sus vidas.
Llevaban varios días escondiéndose, de casa en casa, y dieron con la tecla al contactar con la asociación Afammer, con la que la madre había trabajado durante años. Aparte de su marido, en la familia también hay un niño de 3 años.
Salvoconductos en la noche y ante las ráfagas de los talibanes
¿Cómo voy a sacar a esta familia de Kabul? Fue la primera pregunta que abordó a Carmen Quintanilla, que echó mano de su “tenacidad”, ganas de “luchar” y de contactos, después de una dilatada trayectoria en política.
Lo primero que hizo fue escribir una carta al Ministerio de Asuntos Exteriores para pedir los salvoconductos. Ese mismo día se encontró con un “gran amigo” que conocía al jefe de gabinete del Ministerio y al siguiente, el martes por la mañana, la familia tenía los papeles.
Eso sí, “en aquellos días tener los salvoconductos no te aseguraban nada”. La familia tuvo que marchar al hotel Baron de Kabul, donde hasta el momento operaban las fuerzas especiales de las fuerzas armadas extranjeras y que estaba rodeado “por miles de personas que huían de la ciudad”.
Llegaron a primera hora del martes, pasaron la noche a la intemperie sin equipaje y por la tarde del miércoles tuvieron que marchar en medio de una estampida humana por las ráfagas de munición que empezaron a soltar los talibanes en la zona.
El rescate del Ejército Español
Cuando la desolación les invadía, según cuenta Quintanilla, “el Ejército Español, dirigido por un magnífico general con un férreo compromiso de salvar vidas”, consiguió el jueves rescatar de una “cloaca” a la familia, que salió a las siete de la madrugada en el penúltimo avión de evacuación dispuesto por España.
“Es como si fuera un milagro. Todavía no me creo lo que he hecho, aunque si el Ejército no hubiera arriesgado su vida en la noche del miércoles, esta mujer y su familia no hubieran podido salir de Kabul”, explica, antes de añadir que fue un esfuerzo “titánico”.
34 refugiados de Afganistán ya viven en la provincia
Para ella, esta dura y cruel historia “está llena de vida”. Inmersos ya en el sistema de acogida e integración para solicitantes y beneficiarios de protección internacional, en los próximos días llegarán a Ciudad Real, donde en el último mes ya han recalado otros 34 refugiados de Afganistán.
A partir de ahora pasarán a formar parte de la red de acogida de fundación Cepaim en Ciudad Real, que tiene en acogida a 13 afganos, entre personas de otros lugares del mundo. Quintanilla afirma que es “una organización ejemplar en el trabajo con refugiados”, por lo que la da “mucha tranquilidad”.
La familia afgana ha dejado su país, su familia, su casa, y a partir de ahora tendrá que “volver a construir una vida”. “No sabemos hasta qué punto el dolor, la soledad y los interrogantes están en la vida de esas personas”, dice Quintanilla, que en los primeros días de estar en España tuvo la oportunidad de estar con ellos.
La madre es “una mujer culta, con preparación universitaria”, y Quintanilla les augura un futuro lleno de “oportunidades”
Ahora tendrán que aprender el idioma, vivir en un piso de refugiados, gestionar las cantidades “muy pequeñas” que aporta el Gobierno de España a estas familias y encontrar trabajo.
Como trabajadora de la embajada, la madre es “una mujer culta, con gran preparación universitaria, que en los últimos años visitó Egipto o la India, y que de la noche a la mañana lo ha perdido todo”, explica la presidenta de Afammer.
Eso sí, Carmen Quintanilla está convencida de que “tendrán un gran futuro” y “oportunidades”. “Están felices porque están vivos, y estamos muy contentos que puedan tener futuro en una sociedad en libertad y democracia”, apostilla.
Por ello, la exdiputada aprovecha para agradecer “al Gobierno, al Ejército, a la sociedad española y a las 190.000 mujeres que forman Afammer lo que han hecho por esta familia, en nombre de la libertad, la solidaridad y la justicia”.