Como una instalación, una escenografía que recrea el propio ambiente de producción artística en el que elaboró y conviven sus obras, ha planteado Elena Poblete la exposición ‘Giovanna y la mirada eterna’, que inaugurará este viernes 26 de marzo en el Museo del Quijote.
Integrada por más de cuarenta piezas, de las que más de una veintena son recientes, la muestra se abre con la obra que da título a la exposición, inspirada en el retrato póstumo de Giovanna Tornabuoni que realizó Domenico Ghirlandaio y que es una de las pinturas más famosas de la colección Thyssen-Bornemisza. Esta joven de la burguesía florentina falleció con 19 años al dar a luz a su segundo hijo, pero, pese a su corta existencia, el arte “la hizo inmortal, su mirada se hizo eterna”, indica Poblete, que resalta “cómo ‘la magia’ del arte” logra convertir esa mirada, delicadeza y belleza en imperecederas.
Otros retratos con “una referencia más o menos evidente o sutil” de otros autores renacentistas como Petrus Christus, Clouet, Durero y Boticelli también se podrán presenciar en una exposición organizada a propuesta de la Concejalía de Cultura y en la que la autora toledana y profesora de la Escuela de Arte Pedro Almodóvar reproduce el ambiente en el que sus creaciones “habitan habitualmente” en su estudio, donde los elementos están en un contacto bastante directo y las obras “están muy juntas y comparten su energía”.
Son piezas de diferente tamaño colocadas emulando en cierta medida a como lo están en su espacio de producción, donde “las obras se acumulan y conviven unas con otras en un orden de trabajo”, comenta una artista cuya creación se centra fundamentalmente en el retrato con un planteamiento compositivo clásico y una factura basada en el collage tipográfico.
A Poblete le interesa “el sujeto, su fuerza, vulnerabilidad y emociones”, por eso, asegura, le “gustan los retratos”, pero no como una representación fiel de una persona, ya que lo que le importa es “su mirada, energía, la condición humana tan vulnerable pero a la vez tan fuerte y capaz de tantas cosas”, señala la artista, que también busca reflejar cómo lo social y colectivo impregnan lo individual. “Todo lo que sucede en nuestro entorno nos condiciona y conforma nuestra forma de ser y pensar”, agrega Poblete, que emplea la textura del texto de prensa no sólo como recurso plástico sino también desde un sentido conceptual ya que “todos los hechos noticiosos y lo que ocurre a nuestro alrededor nos condiciona y nos hace ser y entender el mundo de una manera concreta”.
En su propuesta expositiva, así mismo, los retratos conviven con objetos como jaulas, raíces y nidos que “concretan el discurso” de las obras, trasncendiendo el espacio y superando lo bidimensional.
Hasta el 16 de mayo se podrá presenciar en el Museo del Quijote la exposición que también incluye una serie realizada durante el confinamiento con un maniquí como modelo de sus retratos como metáfora de una época “tan extraña, bastante inhumana, de pérdida de relaciones sociales”, reflejando emociones como el aislamiento, tristeza y perplejidad.