¿Puede quedarle a alguien un ojo morado, cardenales en los brazos y las muñecas y erosiones en la nariz por practicar sexo voluntario? Según J.A.H.P., acusado de violar a su expareja en Ciudad Real y Ramón Alén el abogado que lo defiende “sí”, depende de la fogosidad de la relación, “muy pasional” en este caso.
Alén intenta rebatir con este argumento la grave petición de condena de 12 años de cárcel para J.A.H.P., de 26 años, por haber violado supuestamente a su expareja, con la que tiene una hija, dos meses después de romper, en febrero de 2016. Para el abogado, que no quede otro rastro de violencia en el cuerpo de la víctima, pese a que mantuvieron relaciones sexuales completas, y que ella se fuera con él tras divertirse juntos en una discoteca y subiera al domicilio del chico de buen grado, son más indicios de que las relaciones sexuales fueron consentidas.
Lesiones “compatibles con una agresión”
Con los mismos mimbres: el parte de lesiones “compatible con una agresión sexual”, y el relato de la víctima “coherente desde el principio y en consonancia con lo que dicen los testigos”, el fiscal de Violencia sobre la Mujer Jesús Gil y la abogada Laura Moreno de la Santa, que ejerce la acusación particular en representación de la perjudicada, han reclamado hoy que se condene a este hombre por violación a doce años de cárcel, lo máximo.
Libertad vigilada y educación sexual
La solicitud de pena implica además que imponga una medida de libertad vigilada al acusado (cuando salga de prisión), con la prohibición expresa de acercarse a su expareja y a la hija en común durante quince años. El escrito de acusación también recoge que se le obligue a someterse a programas formativos de educación sexual por diez años.
La fiscalía reclama además 750 euros de indemnización por el tiempo que ella estuvo de baja laboral por las lesiones y la acusación particular 1.500 euros por daños morales.
J.A.H.P. y su expareja T.M.H, con la que convivió cuatro años y medio y tuvo una hija, se separaron a finales del año 2015 “por las continuas infidelidades de él”, explicó la presunta víctima. Desde entonces y hasta el 28 de febrero de 2016, cuando ella lo denunció por violación, se veían de forma esporádica por la niña e incluso en dos ocasiones llegaron a acortarse.
Un encuentro casual en una discoteca latina
Aquella madrugada de febrero la expareja, con amigos comunes, se encontraron de forma casual en una discoteca latina. Conversaron, bailaron y sobre las seis de la mañana la mujer aceptó que él la acompañara a casa, pero en el trayecto entraron a ver el nuevo domicilio del acusado, en el que se iba a quedar su hija cuando estuviera con el padre, discutieron, y él supuestamente la agredió sexualmente con mucha violencia. El procesado asegura que fue al revés, primero se acostaron, practicaron “sexo duro” -de ahí las marcas- y luego discutieron.
J.A.H.P. pasó ocho meses en prisión preventiva por esto, no puede ver a su hija y desde que salió de prisión lleva una pulsera ‘antimaltrato’ que detecta si incumple la orden de alejamiento de la mujer, que ya no vive en Ciudad Real.