Más allá del gen relacionado obesidad FTO (Fat Mass Obesity), que en teoría actúa inhibiendo la sensación de saciedad, la dieta mediterránea “modula la susceptibilidad genética que predispone a muchas personas a sufrir obesidad y diabetes, y consigue anular este mayor riesgo”.
Así lo dice la investigadora y experta en nutrigenética Dolores Corella, que esta semana ha participado en la I Jornada sobre Salud y Aceites de Oliva Vírgenes, celebrada en Ciudad Real organizada por la DO Aceite Campo de Calatrava.
La catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia ha estudiado el gen FTO, descubierto hace más de una década por científicos ingleses, y el papel que juega en la obesidad, una enfermedad “que es multifactorial”.
Explica que una vez desarrollada la tecnología de análisis genómico e identificado el genoma completo, fue medido por los científicos entre la población con ensayos entre un grupo de personas que consumieron la dieta mediterránea, con resultados muy esclarecedores.
En concreto, los alimentos de la pirámide alimenticia en la que las legumbres, las verduras, el pescado y el aceite tienen gran protagonismo “modulan el riesgo de obesidad y de diabetes”, acompañado de actividad física.
De la mima manera, más allá de la determinación del gen en sus variantes que predisponen a tener un índice de masa corporal elevado, obesidad o diabetes, también influye el nivel de estudios en el desarrollo de estas patologías, según los estudios que ha dirigido Corella en Valencia.
Según sus investigaciones “vimos que las personas con estudios universitarios con las dos variantes del gen, no eran obesos, mientras que quienes no tenían el mismo nivel académico y tenían el riesgo alcanzaban la obesidad”.
Corella achaca estas deducciones a la capacidad de control que desarrollan las personas que han accedido a una carrera y que “las empodera” para realizar actividades deportivas y consumir alimentos saludables, frente a quienes “no tienen capacidad de influir sobre su ambiente y prevalece la genética”.
Elemento diferencial
Sobre el aceite de oliven virgen extra (Oive), la investigadora asegura que es el elemento que diferencia a la dieta mediterránea de otras con similares patrones saludables.
La presencia en frutas, verduras legumbres, pescado, y poca carne roja, según señala, también conforman la base programas nutricionales saludables, pero les falta el aceite, factor “imprescindible” en el modelo de vida mediterráneo.
Además de los beneficios para la salud el consumo de este producto como grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, en lugar de grasas saturadas, Corella destaca el papel vinculante del aceite en los platos de este modelo. “Ayuda a consumir más verduras, legumbres, incluso el propio pescado, a través de sus aportaciones sobre todo crudo”, por lo que “ayuda a cumplir el patrón de la dieta mediterránea”.